"Un aviso para la Argentina: el mundo nos está esperando" por Héctor Huergo.
El 80 por ciento de la superficie agrícola de los Estados Unidos está padeciendo la sequía más feroz en 25 años. Los cultivos de maíz y de soja, que son los más importantes y dinámicos, están atravesando la etapa crítica de la floración sin lluvias y bajo un calor abrasador.
Se descuentan pérdidas muy sensibles, sobre todo en el maíz porque florece antes, y aunque ahora llueva, no hay recuperación posible. La soja tiene algo de chances todavía.
Los mercados han reaccionado con alzas del 40 por ciento en los últimos quince días, y todo indica que la espiral alcista no ha terminado.
Nadie le desea el mal a nadie, pero que no falte el trabajo, rezan los sepultureros.
Podríamos sospechar que como Dios es argentino, está mandando a estas pampas un nuevo milagrito. Los cultivos castigados por la sequía en el “corn belt”, son también los principales cultivos de la Argentina.
Esta estampida en los precios le viene fantástico a la economía nacional. Al agro, por supuesto, pero también al Estado, que cualquiera sea el resultado, cobra siempre un porcentaje de la cosecha. El 35 por ciento de la soja y el 20 por ciento del maíz. Esto aportará oxígeno vital para el fisco, que boquea ante el gasto imparable.
Pero también significa una lluvia de dólares a futuro.
Se acaba de levantar la cosecha del 2012, que fue magra también por sequía. Queda menos de la mitad por vender: unas 20 millones de toneladas de soja y 10 de maíz.
Las subas de precios significan unos 5.000 millones de dólares. Nada malo, frente a la exasperación oficial por el dólar.
Pero lo importante es lo que viene.
La economía argentina necesita aprovechar al máximo este momento internacional, que ya no es viento de cola: es tendencia secular, una onda de largo plazo acentuada por la crisis climática en el principal productor de granos del planeta.
Conviene recordar un tradicional adagio de la etnia senegalesa Wófol: “sólo aprovechan los milagros quienes están despiertos”. ¿Lo estamos? No. El agro argentino viene amagando con superar las 100 millones de toneladas, pero no puede romper esa barrera.
Creció de 50 a casi 100 entre 1997 y 2008, y ahí quedó.
La principal causa del estancamiento radica en las trabas a la exportación.
La primera medida que torcería la historia es liberar ya la exportación de no menos de 15 millones de toneladas de maíz de la cosecha del 2013. Se empieza a sembrar en agosto. Estamos a tiempo. El mundo las espera con la boca abierta.