"El Rosgan agrega valor" Editorial de Héctor Huergo en Clarin Rural
El miércoles último se celebró en la Bolsa de Comercio de Rosario, el cuarto aniversario del Rosgan. El festejo coincidió con un hecho relevante: alcanzar un millón de animales previamente filmados y luego rematados por la pantalla de Canal Rural.
Si fueron todos terneros, a precios de hoy serían no menos de 400 millones de dólares. Pero lo notable es que el año del nacimiento coincide con el de la gran protesta del campo por la Resolución 125. Aún está fresco el recuerdo de aquél 25 de mayo del 2008, con el multitudinario acto frente al Monumento a la Bandera en Rosario.
Protesta por un lado. Y la vigencia del espíritu emprendedor, de la propuesta creativa, por otro. Recordemos: en el 2008 la ganadería atravesaba su peor momento. Con la sequía del 2009, vino el tiro de gracia. Una feroz liquidación diezmó en pocos meses los stocks. No era el ambiente más favorable.
Pero la realidad impuso su impronta. Crear un mercado aprovechando la revolución tecnológica tenía sentido, pero había que imaginarlo y concretarlo. Arrancaron apenas tres consignatarios. Hoy el Rosgán es mucho más que un remate por pantalla. Es una red integrada en la que los consignatarios operan no sólo con los ganaderos, sino entre sí. Un verdadero mercado que aprovecha los atributos de la modernidad: emisiones vía satélite, telefonía celular, perfeccionamiento de las filmaciones. Los bancos con sus productos (tarjetas de crédito, planes especiales, manejo de carpetas), y, sobre todo, el conocimiento del cliente y la habilidad de los martilleros para adaptarse a los tiempos del remate televisado. El espectáculo de la vida comercial en acción, en vivo y en directo, transparencia conmovedora. Una revolución que estaba cantada, pero había que operarla.
El sistema tiene enormes ventajas. Se evita el movimiento de la hacienda. Es más fácil mover un camarógrafo, filmar el ganado en el campo y exhibirlo frente a los compradores, sentados frente a la TV con el teléfono listo para hablar con su consignatario. Menos stress para el ganado, en la era de crecientes requisitos por el confort animal. Menos suspensiones por lluvia. Más actores operando. Más mercado.
Así, este sistema agrega lo suyo al enorme cambio que está atravesando la ganadería argentina. Entró de lleno en la era de la intensificación, desde la cría en las zonas “marginales” hasta la terminación a corral, que llegó para quedarse. Los terneros que ahora bajan del Norte son completamente distintos a los de hace unos años. Impresiona el desfile incesante de lotes de excelente calidad por la pantalla.
De pronto, es como que se corrió el velo y la ganadería entró en la fase que muchos imaginábamos hace dos o tres décadas. La pampa húmeda, con sus tierras netamente agrícolas, se especializaría en los grandes cultivos. La siembra directa, la biotecnología, la fertilización, permitieron la agricultura continua y sustentable, sin necesidad de rotar con ganadería. La hacienda se desplaza hacia zonas de menor aptitud agrícola pero gran potencial forrajero. Pero lo hace incorporando los atributos de la intensificación: genética, nuevas especies forrajeras, suplementación, reservas, manejo. Entore precoz, inseminación a tiempo fijo, destete precoz con el invento argentino del Ruter, que permite la maduración acelerada del rumen. Y un final a toda orquesta, volcando los frutos de la revolución agrícola (los granos) a los corrales de engorde.
El Rosgan se inscribe en esta fuga hacia la modernidad. No es casual que haya surgido en Rosario. No conforme con haberse convertido en el epicentro del principal negocio de la Argentina (el complejo agroindustrial sojero), se da el gusto de innovar en el más tradicional. El Rosgan agrega valor.
No es casual. Al fin y al cabo, la carne es la forma inteligente de agregar valor al maíz y la soja.