El centro de gravedad, al norte.
El centro de gravedad de la economía argentina se corrió hacia el norte. La expansión agroindustrial de la Región Centro, más el protagonismo creciente de las provincias del NEA y NOA, ocupan el lugar que está dejando vacante el eje Matanza-Riachuelo. Hoy, un problema económico, social y ambiental.
Por Héctor Huergo.
El centro de gravedad de la economía argentina se corrió hacia el norte. La expansión agroindustrial de la Región Centro, más el protagonismo creciente de las provincias del NEA y NOA, ocupan el lugar que está dejando vacante el eje Matanza-Riachuelo. Hoy, un problema económico, social y ambiental.
Hoy manda el eje Rosario-Córdoba. Esta realidad estructural comienza a tener una expresión política. La Región Centro está tomando conciencia de sí misma, y se anima a arrimarse al poder. Hace un par de semanas, Santa Fe impuso la impronta agroindustrial, con el embate de un candidato que no venía de la política (Miguel del Sel). Pero que recibió un espaldarazo contundente del sojero no vergonzante Carlos Reutemann.
Ahora es el turno de Córdoba. Para el imaginario colectivo, e incluso para alguno de los candidatos, es una provincia que requiere “reindustrializarse”, a partir de la pérdida de fuerza relativa de algunos íconos tradicionales de su economía. La realidad es que hay un sendero de creación de industrias nuevas, basadas en las ventajas competitivas, el empuje del empresario local y la oportunidad que brinda el mundo.
Córdoba tiene dos de las más acreditadas marcas argentinas: Arcor y Sancor (en este caso compartida con Santa Fe). La primera produce caramelos a partir de la glucosa del maíz y la leche de tambos propios y ajenos. Se venden en todo el mundo.
Córdoba contribuye con el 30% de la soja nacional. 15 millones de toneladas, 7.500 millones de dólares. Una buena parte se procesa en localidades del interior provincial, como General Deheza y Tancacha. Solo por derechos de exportación, traslada al Estado Nacional 2.500 millones de dólares.
Produce también el 30% del maíz y el 25% del trigo, dos cultivos condenados al achique por la paranoia K, temerosa de “la mesa de los argentinos”. A pesar de esto, aportan al fisco nacional otros 400 millones de dólares.
Córdoba tiene el principal cluster manisero del mundo. Exportaciones cercanas a los mil millones de dólares, con altísimo valor agregado por empresas nacionales y ahora también nuevos actores de orígenes inéditos, como la India.
La cascada de valor agregado tiene nuevos protagonistas. Hace apenas cuatro años nacía Avex en Río Cuarto, un poderoso complejo pollero que convierte en pata-muslo y alitas el maíz y la soja de la región. Un grupo de empresarios nacionales que lleva más de 100 millones de dólares invertidos y ya despertó la codicia de grandes players globales del negocio.
Un fondo internacional compró hace un par de años la productora de cerdos y genética porcina Degesa, con 5.000 madres. Ahora el grupo frigorífico Marfrig está construyendo un enorme Feedlot en Monte Ralo. La cooperativa ACA empezó a levantar una planta de etanol de maíz en Villa María que procesará 300.000 toneladas de maíz. Otra planta similar se está construyendo en Río Cuarto por parte de una sociedad de productores.
Y corriente arriba, Córdoba edificó una poderosísima industria de maquinaria agrícola. Mainero en Bell Ville lidera en equipos forrajeros, pero ya no está sola. Metalfor es una de las que manda en fumigadoras, donde también están Releyco (Leones), Favot (Cruz Alta) y ahora también cosechadoras y tractores. Pauny, tractores en Las Varillas. La alemana Claas construyendo su fábrica de cosechadoras en Oncativo. Maizco en Arias, Akron en San Francisco. Agrometal de Monte Maíz, líder en sembradoras, que cotiza en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. Todas, exportando a 40 países… Y las usinas lecheras, como La Lácteo en plena expansión, la imponente cuenca de Villa María que lidera la nueva corriente de intensificación tambera.
Esta es la Córdoba Verde y Competitiva, que mira al mundo. Es sugestivo que no haya un