El pescado sigue sin venderse. Editorial Héctor Huergo.
El horno no está para bollos. La caída de los precios de los granos actúa como aquellos espejos cóncavos gigantes que concentran la luz solar sobre una esfera metálica. Adentro, el líquido toma temperatura, se acumulan los vapores, aumenta la presión. Y, si no actúa la válvula de escape, la explosión es inexorable.
El horno no está para bollos. La caída de los precios de los granos actúa como aquellos espejos cóncavos gigantes que concentran la luz solar sobre una esfera metálica. Adentro, el líquido toma temperatura, se acumulan los vapores, aumenta la presión. Y, si no actúa la válvula de escape, la explosión es inexorable.
El foco está puesto ahora en el trigo. Los intentos del MinAgro siguen naufragando en la secretaría de Comercio. Se sigue demorando la decisión de abrir las exportaciones, con lo que llega la cosecha sin que aparezcan compradores. Y, mientras se profundiza el control de cambios cuidando cada dólar, ahí hay dormidos 600 millones más unos cuantos millones de toneladas de maíz que enriquecerían la oferta.
El modelo de los ROE y la mesa de los argentinos no solo provocó lucro cesante por achique de la siembra. Algunos, siempre optimistas, sembraron pensando que cuando llegase la cosecha se encontrarían con otro panorama. Nada: hay 3 millones de toneladas sin vender y ya empezó a levantarse la campaña 2011/12, de 13,5 millones de toneladas. Para consumo interno hacen falta 6. Hay 10 millones disponibles. Pero el pescado sigue sin venderse.
Para colmo, los precios internacionales cayeron 50 dólares en un par de meses. Si lo hubieran retenido voluntariamente, los chacareros no tendrían de qué quejarse. Pero aquí el problema fue que no encontraban comprador, al menos a precios que consideraban lógicos. En este juego, los exportadores aparecían como los malos de la película, porque los valores que ofrecían estaban 40 o 50 dólares por debajo del famoso “FAS teórico”. Lo que ahora se ve es que ese descuento tenía algún fundamento: comprar sin ROE, esperando que luego se los otorguen, implica asumir un riesgo. Si hubieran pagado el FAS teórico y recién ahora reciben los ROE, tendrían que asumir la pérdida. Porque una cosa era cuando los precios suben o se mantienen estables. Pero también bajan… Algunos productores acotaron los riesgos vendiendo anticipadamente a valores de 180-200 dólares para enero. Rumiaban la bronca porque sabían que la exportación, en aquel momento, podía pagar más. Pero ahora piensan que tendrían que haber vendido más.
La cuestión es que el negocio del trigo, que era regular, ahora es pésimo. Ni hablar en campo alquilado. La consecuencia se extenderá más allá de esta campaña. Muchos imitarán a los “pioneros”, que encontraron varias soluciones “de mercado”.
Unos, en toda la pampa húmeda, se volcaron a la cebada. Hay un millón de hectáreas sembradas, que arrojarán una cosecha de 4 millones de toneladas. Una decisión muy inteligente, porque con las variedades actuales la cebada es competitiva. Y tiene la ventaja de que se cosecha diez o quince días antes que el trigo, adelantando la siembra de soja o maíz de segunda. Si bien el precio se referencia por el del trigo, siempre se consigue algo más, ya que no tiene el mismo nivel de retenciones y existen las mismas restricciones comerciales. Otros optaron por la colza, que también escapa al cepo de las restricciones y paga 20 puntos menos de retenciones. Será la vedette del 2012.
Y otros eligieron el camino de usar el trigo (el viejo y el nuevo) como forraje. Para eso había que tener alguien que lo coma. Los nutricionistas fueron reticentes, pero al final decidieron estudiar el tema y ahora hay muchísimo trigo en las raciones de tambos y feedlots. Se están haciendo muchas bolsas de trigo picado con espiga embuchada, o con grano hecho. Ya hablamos de esto en notas anteriores: es una práctica usual en todo el mundo, donde el 25% del trigo se destina a la alimentación del ganado. Aquí, con el novillo a 2 dólares (gracias al rifle sanitario del 2008/9), y el trigo a 110 dólares, convertirlo en carne es una alternativa. Aunque duela.