"Respuesta de Juan Alemann a Héctor Huergo" por su editorial publicada en Clarín Rural
Estimado Héctor:
En su columna de hoy Vd dice que está generalizada la idea de que la sociedad no comprende al campo. Esto es rigurosamente cierto para la sociedad urbana. Por mi parte quiero agregar que mis colegas, los economistas, tienen poco conocimiento de economía agraria. Cuando se produjo la recesión del 2009, la atribuyeron a factores externos, cuando la causa primordial era una baja de la cosecha de granos en un 30%. En la Argentina las cosechas y los precios internacionales de cereales y oleaginosas son más importantes que lo que hace el Gobierno de turno. En las facultades de economía no existe la materia “Economía agropecuaria”, y los que se reciben de licenciados en economía no tienen la menor idea del tema.
Quiero hacer un mea culpa. Yo tampoco sabía mucho de economía agraria hasta que en abril de 1969 la Sociedad Rural Argentina me nombró director del Instituto de Estudios, creado entonces por iniciativa de Luis Firpo. Me llamó la atención entonces, la muy escasa literatura sobre economía agraria. Lo más importante que encontré entonces fue el estudio de la Fundación Ford, titulado “Argentina, el gigante dormido”, que es un libro que aún hoy vale la pena leer. La obra señala, como punto central, las fuertes diferencias de rendimientos entre productores que trabajan en iguales condiciones de suelo y clima, a menudo alambrado de por medio. La tesis del estudio es que el día que los muchos rezagados se aproximen a los pocos que tienen coeficientes de rendimiento de punta, la producción agropecuaria explota. Algo de eso ha pasado en las últimas décadas. Por supuesto, además está la revolución tecnológica y (algo que se menciona poco) el cambio generacional, con nuevos productores, en gran parte con formación universitaria y en general con la actitud schumpeteriana del “empresario innovador”.
Sería muy importante que en los curricula de la carrera de economía se incluya la materia “Economía agropecuaria”. Claro que al principio no será fácil conseguir profesores. Tampoco hay libros de texto. Creo que las entidades agropecuarias deberían ocuparse de que haya al menos un libro de texto básico, y que luego se creen las cátedras. El daño que se causa al agro desde el Estado responde en buena parte a una profunda ignorancia del sector, que empieza por las universidades.
Reciba, como siempre, un cordial saludo de Juan Alemann