Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural "Una decisión torpe y extemporánea" 22 noviembre de 2014

La decisión del Banco Nación, que canceló las líneas de crédito a los productores de soja que tengan mercadería sin vender, no sólo es torpe, sino extemporánea. Tal como se esperaba, la liquidación de divisas por parte de la agroindustria en las últimas tres semanas duplicó a la de las tres semanas anteriores. Y es un 60% superior a la de los cinco años previos. Como se sabe, la venta de dólares de los exportadores está relacionada con la necesidad de adquirir mercadería, en particular soja para procesar (casi toda la soja sale convertida en harina, aceite y biodiesel).

 

Es cierto que el gobierno arbitró algunas medidas para activar la liquidación de divisas, como la apertura de ROEs para trigo y maíz. Si fuera esta la causa de la mejora en el flujo de dólares, la conducción oficial debiera asumir el costo (económico y político) de no haberlo hecho antes. Pero ya sabemos: una cosa es la ignorancia, y otra la necedad. Ignorante es quien no sabe. Necio es quien no sabe, pero teniendo la oportunidad de aprender y corregir, no lo hace. O, cuando corrige, incurre en un nuevo dislate.

Lo más doloroso es que esta decisión está impregnada de prejuicios. Y, peor aún, de deseo de venganza contra el sector que más ha dado de comer al insaciable monstruo del populismo. No alcanza con expropiar uno de cada tres camiones de soja cuando llegan al puerto. Ahora tienen el tupé de decidir cuándo lo quieren, obligando a vender también los otros dos. En el camino, caen en la volteada los silobolsas, con la patética imagen de un gobierno lanzando diatribas contra el sistema de almacenaje que revolucionó la logística de granos a nivel mundial, mientras el propio INTA desarrollaba el primer congreso internacional del rubro. Así como culpan al periodismo por las malas noticias, convirtieron a una solución fenomenal en un ridículo problema. Ay país.

En el mundo, los bancos, oficiales y privados, dan líneas de crédito para “retención de cosecha”. Es una forma de ordenar el flujo de mercadería, afrontando la realidad agronómica: se cosecha en un día lo que se va a procesar y embarcar a lo largo del año. Permitía defender el precio, evitando el efecto “puerta 12” cuando llega la recolección. El propio Banco Nación había adoptado esta política, que en su momento significó un buen estímulo a la construcción de silos en chacra, acopios y cooperativas.

El excedente financiero de los chacareros se destina fundamentalmente a la compra de insumos para la campaña siguiente, a sus gastos de consumo (a veces la patrona quiere cocinar milanesas, y hasta cambiar las cortinas), y lo que queda es para comprar alguna maquinaria. En esto es fundamental la operatoria del Nación (y todos los bancos). Nadie compra una sembradora nueva sin crédito del banco. Abre un bolsón, y el resto lo pide. Al restringirse el crédito, el primer afectado es el fabricante de maquinaria. En un momento de bajón de precios, aumento de costos, atraso cambiario, y agotamiento moral por el sopapeo K a los “agrogarcas” , lo peor que se podía hacer es castigar la magra intención de compra de bienes durables.

La reacción natural va a ser no ir al banco, y no comprar nada. Entonces, no necesita vender la parte de soja necesaria para completar la operación. Estímulo a la retención. Los muchachos K sólo son expertos en eso de orinar contra el viento. Ya lo hicieron con el biodiesel, hasta que se dieron cuenta de que había que darse vuelta. Lo hicieron, sin autocrítica alguna, y llegó una inesperada lluvia de dólares.

Se está sembrando la última campaña de la década perdida. La demanda internacional se mantiene firme. Pronto se digerirán los altos stocks originados por la enorme cosecha del corn belt. Pero aquí falta un año. Será largo.

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