"Ya se respiran los aires del mañana" Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 16 de mayo de 2015
Durante años, uno de los objetivos de los fitomejoradores fue bajar la altura del maíz, apuntando a acortar los entrenudos y lograr una distribución espacial de las hojas que le permitiera captar mejor la luz solar. Esta semana se deben haber sentido decepcionados cuando la presidenta Cristina Kirchner anunció en su discurso ante la Asamblea Legislativa que se venía una gran cosecha de maíz porque las plantas "miden tres o cuatro metros de altura".
Obviamente, no fue lo más importante de su discurso. Al fin y al cabo, el disparate formó parte de la maniobra distractiva, para dar tiempo a que su congénere Mercedes Marcó del Pont llenara un gomón con 6.000 millones de dólares, mil veces más de lo que se deben haber llevado los cacos en el ingenioso robo del banco de Acassuso. Sólo que en aquel caso los que se distrajeron fueron los policías y esta vez el cuerpo legislativo en pleno.
Los que no se distrajeron fueron los del campo, que vinieron a ver a Expoagro los maíces de la vida real, esos que están generando una gran cosecha. Aunque lejos del récord del 2008, cuando el campo era un tren bala hasta que Cristina K metió una palanca en las vías y logró su descarrilamiento. Es cierto que ahora hubo una recuperación muy importante, después de la debacle del año pasado. Pero los 90 millones de toneladas que posiblemente se consigan estarán lejos de las 98 de aquella campaña. A pesar del acompañamiento de un clima excepcional prácticamente en toda la pampa húmeda.
De no haberse producido este terremoto antropomórfico (el de Chile es un terrible desastre natural; el nuestro es un inaudito fracaso de la acción humana), ya estaríamos en las 120 millones de toneladas. A los precios de hoy, serían unos 4.000 millones adicionales derramándose por el Interior. Lucro cesante. La necedad dilapidó estos recursos, que hubieran permitido, entre otras cosas, mejorar la situación macroeconómica. Se hubieran acumulado más reservas, dada la balanza comercial ampliamente favorable de la agricultura argentina, y quizá el Gobierno podría haber evitado la tentación del asalto al Banco Central.
No hacía falta más que dejar que siguiera fluyendo la tecnología, encerrada en un envase a la espera de mejores vientos. Seamos positivos. Para muestra de lo que se puede, está la buena cosecha. Y después de levantar esta campaña, se iniciará la última del ciclo K. Porque la del 2011 se levantará con otro Gobierno.
Esto lo saben los chacareros, y por eso recorren con entusiasmo casi autista la gran muestra de Baradero. Y también lo intuyen los fabricantes de maquinaria, las compañías de semillas y las empresas de agroquímicos. Alguna, como Basf, debutando en la muestra con plot propio. Y además con un puesto en el de Nidera, mostrando un trabajo conjunto para crear el girasol CL plus. Lo mismo hizo Bayer, para mostrar la interacción de su evento Liberty Link (control de malezas) con la tecnología Herculex (tolerancia a insectos "difíciles").
Señora, hubiera tenido que venir a verlos: no hacen falta los maíces de cuatro metros, que se volcarían con el primer viento. Si venía, hubiera visto también la interacción entre la electrónica y la maquinaria, acortando el camino de la agricultura de precisión. Hubiera visto los mixers verticales, los maiceros de aluminio, los "drappers" que permiten mayor ancho de labor en cosecha de trigo y soja, los nuevos extractores de granos como el de Mainero, que recibió un importante premio de la Asociación de Ingenieros Agrónomos de los Estados Unidos. Se hubiera enterado también que desde Maizar, se lanzó un impulso decisivo a la conversión del grano en carnes, un paso inexorable en la agregación de valor a nuestra producción de básicos.
Sí, aquí en Baradero, ya se respiran los aires del mañana.