"Apuntes para una nueva etapa" Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 13 de febrero 2016
El aumento del corte de etanol del 10 al 12% es mucho más que una medida correcta y necesaria. Primero, por la forma en que fue anunciada: quiso hacerlo el propio presidente Mauricio Macri, en su primera incursión en el NOA. Lo hizo en un ingenio tucumano, que como sus colegas depende sustancialmente de un mayor mercado para el co-producto que se obtiene de la caña de azúcar.
Segundo, por el contenido del mensaje, subrayado con un resaltador color verde. El único argumento que esgrimió fue el compromiso asumido por la Argentina en la COP21, en la práctica su primer acto en la arena global, para combatir el cambio climático a través de la sustitución de energía fósil por renovable. Hizo mención expresa de la necesidad de reducir las emisiones de CO2, indicando que los biocombustibles van en esa dirección.
Inmediatamente después, Macri anunciaba un parque solar en la Puna, consolidando la idea de que el eje ambiental no era un simple (y quizá teñido de obviedades) discurso de campaña, sino un programa de gobierno. Música para los oídos del agro argentino, que hace punta por su compromiso con la reducción de emisiones a través de la siembra directa, la biotecnología, el silobolsa, la maquinaria liviana y de gran ancho de labor, etc.
Avancemos en estas dirección. A los fabricantes de autos, reunidos en Adefa, la decisión del E12 no les cayó bien. Plantearon una serie de cuestiones técnicas, de mayor o menor validez. Pero plantearon que no tendrían inconvenientes si el corte era como mínimo del 25%, porque a partir de este contenido se justificaban los cambios en los ajustes de los motores. O ir directamente a la tecnología Flex, que permite usar cualquier proporción entre nafta y etanol. Es la que se utiliza masivamente en Brasil y Paraguay.
La Argentina es importadora de nafta y gasoil, y la tendencia es creciente. Con etanol y biodiesel se ahorrarían varios millones de dólares, y también se reduciría el costoso subsidio interno al petróleo, que también crece proporcionalmente a medida que baja el precio internacional, como ha sucedido esta semana. Por supuesto, la implementación del flex obligará a un cambio logístico de proporciones, involucrando a las estaciones de servicio. En Brasil se hizo y uno elige de qué surtidor carga y cuánto de cada uno.
El etanol de caña de azúcar es hoy más caro que el de maíz. Y es en el del cereal, cuyo cultivo se extiende en toda la pampa húmeda, donde están las oportunidades más atractivas. Hoy hay cinco plantas de gran escala, que producen el 60% del etanol que se requiere para el corte del 10%. Conviene saber que los 2 puntos adicionales serían en principio provistos por los ingenios. Pero si vamos a un 25% mínimo, o a la tecnología flex, no alcanzará con los ingenios y todo debería basarse en cereales. Se generaría una demanda adicional de 3 millones de toneladas, que de lo contrario se volcarían al mercado internacional. Recordemos que la Argentina tiene incidencia en la cotización del maíz, ya que pelea con Brasil el segundo puesto entre los mayores exportadores, atrás de los Estados Unidos.
Quizá el modelo de crecimiento ideal para atender esta nueva demanda, consista en plantas de escala intermedia, vinculados a feedlots que aprovecharían el co-producto de la fermentación etílica del maíz: la burlanda húmeda, o WDGS, que puede entrar en las raciones hasta un 40% (base seca). El modelo funciona en Canadá (fermentando trigo y cebada) y Estados Unidos (maíz). Estos feedlots en general son estabulados, minimizando el impacto ambiental y generando sinergias adicionales a través de la producción de biogás (que se utiliza para destilar el mosto) y fertilizante que vuelve al campo.
Bueno, simplemente apuntes para una nueva etapa. Continuará.