"Arcor, la compañía que se expande del caramelo a los agronegocios"
Por Héctor Huergo . Nota de tapa del suplemento Rural de Clarín del 15 de octubre de 2016
La cadena del maíz.
La empresa cordobesa inauguró en Arroyito su tercera planta de molienda húmeda de maíz, la cual procesará 600 toneladas de
cereal por día.
La planta de Arroyito, Córdoba. Se convierten en el mayor procesador de maíz del país.
Para la mayor parte de la sociedad, Arcor es una gran fábrica de golosinas. Para la mayor parte de los consultores y comunicadores, es una gran empresa de alimentos. Para mí, desde que visité por primera vez (hace veinte años) la operación madre de Arroyito, era una potente compañía agroindustrial. Allí se convertían el sol, la lluvia y el suelo cordobés en caramelos, el nodo central de una cascada fascinante de procesos inteligentes.
Arrancaban con la glucosa, obtenida del maíz, y el dulce de leche a partir de sus tres grandes tambos aledaños. Una integración vertical que incluía la fábrica de cartón y toda la parafernalia del packaging.
Escribí algo sobre eso en aquel momento, y quizá no haya convencido mucho a la agencia de comunicaciones de la empresa. Parecía que pertenecer a la rama agroindustrial era un desmérito para una empresa que disputaba el podio entre los grandes de la industria nacional. Eran los tiempos del “acero versus caramelos” y el acero ganaba por nocaut.
Pero los escenarios cambian. La soja era una promesa, pero se había estancado en las 15 millones de toneladas y la recién instalada capacidad de crushing no podía con ellas. Veinte años después, estamos llegando a las 60. Cuatro veces más. Y hay que traer soja de Paraguay y Brasil para plena ocupación. No fue magia.
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Sin otro plan que el apretarse contra los yuyos (como decía Atahualpa Yupanqui), creció sin hacer baruyo y la Argentina se encaminó hacia su esencia agroindustrial. Sólo por ello es viable.
Arcor no incursionó en la soja, pero en sus adentros siguió madurando la idea de complejo agroindustrial. Tanto, que al despuntar este año con un nuevo ciclo político y económico, constituyó su Gerencia de Agronegocios. Ahora, la compañía tiene tres áreas definidas: esta nueva unidad de negocios, al mando de Modesto Magadan, que se suma a la de Consumo Masivo y la de Packaging.
La nueva planta de Arcor para el procesamiento del cereal. Con 70 millones de dólares de inversión esta planta de fructosa se suma a la original de Arroyito y otra en Tucumán.
El hito de esta visión ampliada fue la inauguración, hace pocas semanas, de la imponente planta de molienda húmeda de maíz en la mismísima Arroyito, donde nació la empresa hace 65 años. En la ocasión, Luis Pagani, presidente de Grupo Arcor, dijo: “Desde sus inicios, Arcor asumió un compromiso con la calidad de todos sus productos y para poder cumplirlo, llevó adelante una importante estrategia de autoabastecimiento de sus materias primas. Esta experiencia adquirida a través de los años, nos impulsa a crear la División Agronegocios, potenciando nuestras ventajas competitivas y condiciones inmejorables que brinda el país en materia agroindustrial”.
Con una inversión de 70 millones de dólares, la planta tiene una capacidad de proceso de 600 toneladas de maíz por día, que se convierte en jarabe de fructosa.
Esta se destina a la producción de bebidas gaseosas, aguas saborizadas y jugos, entre otros destinos. De esa elaboración salen subproductos (germen, fibra y proteínas) que se utilizan como materia prima de alimentos balanceados para mascotas, ganado vacuno, porcino y aves.
Modesto Magadan está en su salsa. Se crió en el campo de la familia, en Bordenave, y lleva más de veinte años en Arcor, donde recorrió distintas posiciones hasta desembarcar en esta nueva responsabilidad.
Modesto Magadan es el referente de la nueva Gerencia de agronegocios de Arcor.
“Definimos que queremos apostar a una Argentina más lógica, apuntando a los Agronegocios”, dice Magadan a Clarín Rural.
“La planta de fructosa es parte de esto. No es para consumo propio en integración vertical, es para proveer a terceros. Es la tercera que ponemos en marcha en este rubro: la original de Arroyito, una en Tucumán, y ésta, que implica una ampliación del 80 por ciento en procesamiento de maíz”.
No es moco de pavo: desde ahora, Arcor es el mayor elaborador de maíz de la Argentina, con 550.000 toneladas anuales. Entre las tres plantas, digiere diariamente 1.400 toneladas, a las que hay que sumarle otras 200 de la planta de molienda seca (destino alcohol no combustible, polenta Presto Pronto, trozos de maíz, etc) de San Pedro (provincia de Buenos Aires).
Sin embargo, para la compañía no todo tiene que ver con este cultivo ya que también intervienen en el negocio triguero, en el azucarero y se interesan por las bioenergías.
“El maíz es un gran nodo para nosotros -asegura Modesto-. Vamos claramente a una expansión de la producción, y es la oportunidad que tenemos a la vista. Se pueden hacer infinidad de cosas y la Argentina tiene un potencial enorme. Nuestra misión es agregarle valor a través de la elaboración industrial, con foco en la exportación. No queremos exportar maíz, sino almidones, edulcorantes, proteínas. La burlanda seca, por ejemplo, tiene muy buena demanda”.
La planta se concibió aplicando criterios de eficiencia energética y sustentabilidad. La idea era reducir al máximo la generación de efluentes y el reciclado de elementos críticos como filtros.
“No fue una compra llave en mano, fue ingeniería ‘in house’ tomando como base nuestra experiencia en las otras plantas de la empresa”, agrega el ejecutivo.
En la mira están otros productos como proteínas y fibras alimentarias, pero también algunos que escapan al rubro alimenticio. Por ejemplo, bioplásticos, que podrían integrarse con su unidad de Packaging.
En sus segmentos agroindustriales, Arcor ocupa a 1.150 personas, sobre un total de 21.000 dependientes a nivel global, de los cuales 13.000 están en la Argentina. Esta nueva planta genera 120 puestos de trabajo, más todo lo que difunde corriente arriba y corriente abajo.
Y, en términos de maíz, con la nueva planta es la número uno, procesando medio millón de toneladas/año. Es apenas la punta de un iceberg de 40 millones de toneladas