"Todos los piratas tienen..."
Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 06 enero 2018
Canta Serrat: “todos los piratas tienen medio plano de un botín…” En la Argentina, hace tiempo que la política encontró el otro medio plano del botín de la soja. Desde que se reimplantaron los derechos de exportación, durante la crisis del 2002, los sucesivos gobiernos K fueron incrementando las retenciones al principal producto de exportación del país, hasta alcanzar el tope del 35% que rigió entre diciembre del 2007 y diciembre del 2015.
Una de las primeras medidas que anunció Mauricio Macri al asumir la presidencia en aquel momento fue precisamente la reducción de los derechos de exportación de la soja de 35 a 30%, y que continuaría rebajándolas a un ritmo de 5% anual hasta eliminarlas. También exoneró de estos “malos impuestos” –como se cansó de repetir- las de trigo y maíz, que mucho no pesaban en la recaudación. Estaba dando cumplimiento a las promesas de campaña.
Enseguida apareció el coro de expertos, comunicadores y políticos a plantear el tema del “costo fiscal” de la medida. Volvió a escena la perorata sobre “la transferencia de ingresos a los sojeros”. Por eso no tuvo mayor trascendencia ni costo político el default en el que cayó la administración Macri unos meses después, cuando operó sobre parte de la dirigencia para que “le ofrecieran” el sacrificio de mantener las retenciones en el 30% durante el 2017, cuando tendrían que haber bajado al 25%.
En los quince años de vigencia, este “mal impuesto” se llevó en promedio el 30% de la soja producida en el país y exportada.Fueron 700 millones de toneladas, a un precio promedio de 430 dólares la tonelada. Unos 300.000 millones de dólares. El 30% significan 90.000 millones transferidos desde la cadena sojera al resto de la sociedad.
¿Cuánto de esto volvió al clúster? Prácticamente nada. El fondo sojero, una idea maquiavélica ideada por el kirchnerismo para conquistar la voluntad de los gobernadores, generó recursos para su utilización política.
¿Qué hubiera hecho el clúster sojero con esta plata? Bueno, hubiera seguido creciendo, invirtiendo, desarrollado los pueblos y ciudades del interior. Algunos hablan de la teoría del “derrame”. Nosotros hablamos del “efecto difusión”: cuando una actividad crece desde sus bases genuinas y sanas, a medida que se desarrolla, va generando actividad en todo el entorno.
Esa es la esencia del clúster. Si con la poca rentabilidad que quedaba se construyeron desde nuevos criaderos de cerdos, plantas de alimentos, feedlots, plantas de biocombustibles, además del boom de la construcción en ciudades de las provincias sojeras, imaginemos lo que hubiera sucedido con más recursos en manos de los nuevos emprendedores del agro.
Pero vayamos más allá. Imaginemos que –a través de algún mecanismo menos nocivo que las retenciones derivadas a rentas generales—una parte de la renta sojera volvía en obras de infraestructura. Caminos y, en particular, obras hídricas.
Hace unos meses la cuestión del agua y las napas saturadas tuvieron en vilo al 70% de la pampa húmeda. Ahora, más de la mitad (en muchos casos en las mismas regiones) se batalla contra la sequía e incluso contra los incendios.
Con el 10% de la recaudación por retenciones de soja, sería suficiente para hacer el “río interior”, el canal del Salado desde Junín al Atlántico, convirtiendo tierras bajas en campos de gran potencial. La evacuación de Melincué hacia el Paraná, el saneamiento de la cuenca del Río Quinto terminando con el conflicto que afecta a cuatro provincias. Enormes y audaces obras que permitirían no solo regular el agua, sino también aprovecharla para riego.
Ese es el verdadero sacrificio.