"Hay vida inteligente en las pampas"
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 17 de marzo de 2018"
La expo fue una pequeña Babel, con decenas de expertos, empresarios y hasta funcionarios de alto nivel.
Expoagro 2018, que finalizó anoche en San Nicolás, fue sin duda alguna la mejor de la historia. No solo por tamaño, cantidad de empresas presentes, calidad del predio y organización, que marcaron el hito más alto desde que este tipo de exposiciones dinámicas y a campo arrancaron en el país hace 35 años. En esencia, fue el envase perfecto para una corriente de innovaciones que nos anticipa el futuro.
Y, por sobre todas las cosas, una exhibición de que hay vida inteligente en estas pampas. Porque en la onda de la inteligencia artificial, a veces olvidamos que no hay red neuronal aplicada a las “cosas” que no haya pasado previamente por un proceso de imaginación, de capacidad para leer las necesidades, y actuar en consecuencia. El “internet de las cosas” existe porque alguien creó “las cosas”, que siguen siendo el eje sobre el que el mundo gira.
Tenemos el privilegio de vivir una etapa fenomenal del desarrollo de la agricultura. Y donde la inteligencia local está cumpliendo un papel más que relevante. Expoagro fue una pequeña Babel, con decenas de expertos, empresarios y hasta funcionarios de alto nivel que quisieron ver por qué la agropecuaria argentina es tan competitiva, imbatible, en la gran arena internacional. 150 representantes del área agrícola del G20 desfilaron por los stands donde se exhibían los fundamentos de la Segunda Revolución de las Pampas, la de la conquista tecnológica: las sembradoras directas, las pulverizadoras de 40 metros de ancho de labor, el silobolsa con sus llenadoras y extractoras.
La civilización dio un salto fenomenal con el invento del arado, que fundó la agricultura y nos liberó de la esclavitud de la caza. Descubrimos que removiendo la tierra y colocando una semilla, crecería una planta y cosecharíamos sus frutos. Bueno, en la Argentina, hace tres décadas, firmamos el acta de defunción del arado. Lo enterramos con todos los honores.
En las 90 hectáreas de Expoagro no había un solo arado ni una rastra de discos ni de dientes ni ningún otro instrumento de tortura de los suelos. Aprendimos la siembra directa. El mundo todavía nos mira de reojo, cree que no es “para ellos”, pero aquí nadie vuelve la vista atrás, a pesar de nuevas problemáticas como las malezas resistentes. Evolución. Las sembradoras fabricadas en el país incorporan conceptos del primer mundo, como sustituir mandos mecánicos por motores eléctricos. Pero sin olvidar que aquí manda la eficiencia. Entonces, aparecen cosas que no habíamos visto antes, tan sencillas como necesarias. Por ejemplo, una nodriza para duplicar la capacidad de trabajo de la sembradora reduciendo la necesidad de paradas para recargarlas. Nadie en el mundo había tenido la idea de Víctor Juri.
La siembra directa sustituye labores por tratamientos de control de malezas. Irrumpieron las pulverizadoras automotrices, con varios fabricantes que le dan pelea a las grandes marcas. Adoptaron rápidamente los botalones de carbono, que permitieron que sus máquinas livianas llegaran a anchos de labor impensados. Adoptando transmisión mecánica pero automática, con variación de velocidad sin escalonamiento, poniendo bajo escrutinio a la elegante transmisión hidrostática que facilita la tracción a las cuatro ruedas.
Hace 35 años tampoco existían los carros autodescargables, porque las cosechadoras tenían tolvas chicas. Cuando llegaron las grandes, se les abrió el camino. Los autodescargables se generalizaron y llegan a tamaños enormes. Apareció el problema de la compactación, incompatible con la directa. Apareció la solución: las orugas, que no solo son para cuando llueve.
Sí, hay vida inteligente en esta tierra… Se la vio en Expoagro.