"Bienvenida la convergencia entre la UIA y la Agroindustria: la mesa está servida"
Editorial delIng. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 18 de julio del 2020
El encuentro de todo el entramado agroindustrial del país con la cúpula de la Unión Industrial Argentina invita a pensar en la post pandemia. Y el Gobierno lo reconoce.
Participantes de la reunión virtual que mantuvieron el jueves directivos de la Unión Industrial Argentina (UIA) y de la cadena agroindustrial.
La noticia de la semana fue el encuentro de todo el entramado agroindustrial del país, a través de sus más de 40 cámaras y organizaciones de cadena, con la cúpula de la Unión Industrial Argentina. Un hecho inédito, que surge en el momento más indicado: es hora de empezar a trabajar en la post pandemia, más allá de los enormes esfuerzos que todavía hay que afrontar para atravesarla.
El encuentro tuvo lugar pocos días después que el propio Ministro de Desarrollo Productivo lanzara sus “diez prioridades”. Más allá del escepticismo que rumian muchos dirigentes del sector, los planteos de Kulfas subrayaron que al menos en algún sector de la conducción oficial, ha calado hondo el discurso agroindustrial. Alguno dirá, con derecho, que este reconocimiento implica el riesgo del “vienen por todo”. Al campo no le fue bien cuando la política tomó conciencia de lo que genera, y fue a por él.
Por eso es bienvenida esta convergencia entre la dirigencia de la UIA y las entidades de la agroindustria. La vieja antinomia “acero vs. caramelos” (derivación de aquél “manteca o cañones” con que arengó Herman Goering al pueblo alemán cuando Hitler se armaba para la guerra) quedó demolido por la realidad. Que como dice Jorge Castro, siempre se subleva.
La realidad es que el acero se convierte en caramelos. Y los caramelos necesitan del acero. Van juntos. El caramelo se hace con glucosa, que es industria del maíz. Y el maíz es industria, porque implica la transformación inteligente de los recursos naturales: el suelo con sus millones de seres vivos diminutos que “hacen cosas” cada vez mejor conocidas y manejadas por ese ingeniero de sistemas que es la conjunción del agrónomo con el productor. El productor, devenido en el administrador de una línea de montaje a la que concurren, just in time, todos los insumos que van a transformar el dióxido de carbono del aire en alimentos, bioenergía, biomateriales, fármacos y servicios ecosistémicos.
Si eso no es industria, la industria donde está.
La primera de las diez prioridades de Kulfas es la exportación. La enorme dificultad histórica de nuestra industria clásica ha sido la exportación. Pero al mismo tiempo los bienes agroindustriales, desde las mal llamadas “materias primas” (PP) hasta las manufacturas de origen agropecuario (MOA), se abrieron paso por el mundo, atrajeron inversiones y convirtieron a la Argentina en un país viable. Aunque no vivible, todavía. Pensemos por un instante qué hubiera sido de nosotros sin esta Segunda Revolución de las Pampas, que en 30 años permitió triplicar las exportaciones en volumen y quintuplicarlas en valor. Las PP y MOA explican el 60% de las divisas que ingresan al país, y son las que más están creciendo.