Primereando en el "corn-belt". Editorial de Héctor Huergo en Clarin Rural
Hace treinta años, fuimos por primera vez al Farm Progress Show. Un pequeño grupo, integrado por productores y fabricantes de maquinaria agrícola, visitó la que por entonces era la mayor muestra de tecnología agropecuaria en acción.
El escenario internacional era poco favorable. El proteccionismo y los subsidios habían generado enormes excedentes agrícolas. La Argentina, que dependía de las exportaciones del campo, padecía la crisis crónica de su sector externo. La brecha tecnológica entre el agro argentino y el de los países desarrollados era enorme, lo que se expresaba en los bajos rendimientos de los cultivos y la baja productividad de la ganadería de carne y leche. Así, la Argentina no era viable.
¡Qué distinto el escenario actual! La brecha desapareció, tras desencadenarse la Segunda Revolución de las Pampas. Lo compobaron de nuevo este año los más de 500 argentinos que desfilaron por el Farm Progress Show de Boone, Iowa, en busca de las novedades en semillas, maquinaria, electrónica, manejo. Ahora no sólo cuesta encontrar novedades sino que, además, hubo una poderosa aparición de la tecnología argentina. No es la primera vez que se presentan productos nacionales. Sin embargo, ahora esto se hace tendencia.
Venir aquí ya no es simplemente una cuestión de capturar ventajas competitivas externas. Ahora hay tecnología para ofrecer. Cuatro casos concretos: Rizobacter Argentina, Tango 4, Richiger y Pla. La primera se presentó con una importante carpa por la que desfilaron cientos de farmers, y que además fue el lugar de recalada de los grupos de argentinos. Ricardo Yapur, titular de la empresa, contó que hace quince años comenzaron a vender inoculantes en los EE.UU. Los envían en contenedores con temperatura controlada, desde su planta de Pergamino hasta Chicago. En Estados Unidos se inocula solo el 30% de la soja, pero la penetración de esta tecnología se va incrementando a medida que la leguminosa se abre paso en la rotación con el maíz. Y una de las razones por las que la soja penetra es por el costo del nitrógeno. La inoculación de la semilla con Rhizobium permite precisamente la fijación simbiótica de nitrógeno del aire. La Argentina lidera este desarrollo a nivel mundial. Yapur contó que ya el 50% de los 60 millones de dólares que factura la empresa provienen de exportaciones. Su distribuidor en los EE.UU. destacó que no fue fácil ganarse la confianza de los farmers, pero dice que hoy la marca tiene gran reputación.
A la vuelta de la carpa de Rizobacter, un cabezal maicero del “gringo” de Ferré, José Allochis, presidía el stand de Tango 4, una iniciativa de cuatro empresarios de la maquinaria dispuestos a abrirse paso en la Meca de la agricultura mundial. Allochis ya tiene antecedentes internacionales, como proveedor de cabezales en la vieja Europa de la mano de Claas. Su mayor virtud es que los hace en aluminio, lo que le permite incrementar el ancho de labor y reducir el esfuerzo de las cosechadoras. Tango 4 suma a un fabricante de cadenas, otro de cilindros hidráulicos, y una fundición, los tres de Las Parejas.
En la otra punta de la muestra, Miguel Angel Pla expuso su pulverizadora automotriz, otro rubro donde se está dando pelea. Y por ahí también andaban las máquinas de Richiger. El silo de grano húmedo reinventado en la Argentina con la moledora embolsadora. Sumemos a eso el fenómeno del silo bolsa, que como la siembra directa son desarrollos estrictamente argentinos. Como la soja tolerante a la sequía de Bioceres, primereando en el “corn belt”. La vimos, bien lozana en medio de la sequía, muy cerca del Farm.
Sí, esto es una muestra de lo que podemos hacer. Duplicamos la producción en diez años. Fue pura tecnología, la de ellos y la nuestra.
Qué pena todo lo que nos está pasando.