"El maíz motoriza más inversiones agroindustriales" Editorial Héctor Huergo en Calrin Rural
Evonik, que ya está en Argentina, instala una planta de licina en Brasil. El Cono Sur, en todo su potencial.
Un nuevo hito en el desarrollo agroindustrial del Cono Sur tuvo lugar la semana pasada en Curitiba, capital del estado de Paraná, Brasil. Allí, la empresa alemana Evonik anunció una importante inversión para elaborar lisina, un aminoácido esencial que se obtiene a partir del maíz. El destino de la lisina es la alimentación animal.
Con este lanzamiento, que fue acompañado por altas autoridades nacionales y estaduales del Brasil, son tres las plantas que Evonik tiene en construcción en Sudamérica: una de catalizador (Metilato) en Puerto San Martín, al norte de Rosario. Otra de derivados oleoquímicos para producir 50.000 toneladas anuales de insumos de la industria de cosméticos, en Americana (Brasil), y ahora la de lisina en Castro, Paraná, Brasil. Entre las tres, la inversión suma más de 300 millones de euros.
El metilato es un insumo clave en la producción de biodiesel, ya que es el que permite la reacción de “transesterificación”, que convierte al aceite vegetal en un combustible de alta fluidez y calidad. Actualmente se importa. La planta de Evonik está en construcción y espera arrancar a mediados del 2013. Argentina es el mayor exportador mundial de biodiesel, y es el país que impulsa el mayor porcentaje de corte con el gasoil en su mercado interno (7%, un 40% más que la Unión Europea).
La lisina es un aminoácido esencial que normalmente se adiciona en las raciones para monogástricos (pollos, cerdos, aves de postura) y en vacas lecheras de muy alta producción. Evonik ya había instalado una gran planta en Blair, Nebraska. Una particularidad es que se construyó adentro de un complejo de molienda de maíz de Cargill, donde salen toda clase de productos, incluso la fibra textil Ingeo. Evonik necesita uno de los derivados, la dextrosa, que se fermenta en grandes tanques para producir la lisina.
Lo mismo harán en Castro: allí hay otra planta de Cargill, que los proveerá de la dextrosa. Lo notable es que hace pocos años Brasil no contaba con suficiente maíz como para alimentar a su ganado. Hoy el cultivo está en fuerte expansión, triplicando ya la producción argentina (75 millones de toneladas). El motor de este crecimiento es la “safrinha”, el cultivo del maíz tras la cosecha de soja, instalando un doble cultivo anual con altos rindes en las nuevas regiones agrícolas de los “Cerrados”. El doble cultivo abarca “sólo” al 50% de la soja, así que cuentan con la posibilidad de duplicar en poco tiempo.
La demanda mundial de lisina está en franca expansión, porque el maíz, el principal componente de los alimentos balanceados, es pobre en este aminoácido. La harina de soja, que cuenta con una composición más equilibrada, en general no alcanza a compensar la carencia y entonces se apela a la adición de lisina biológica. La empresa ya produce en el mundo cuatro aminoácidos esenciales: DL-metionina, L-Lisina (que se conoce con el nombre de Biolis), L-Treonina y L-triptófano.
En los últimos años, la aparición de los DGS (un subproducto de la elaboración de maíz para producir el biocombustible etanol) provocó un cambio muy fuerte en la industria de la alimentación animal. Los DGS abundan y son mucho más baratos que la harina de soja, el producto que sustituyen. Pero la proteína del maíz es pobre en lisina, y en consecuencia lo es también en el subproducto DGS. Esto obliga a suplementarlo, lo que augura una demanda creciente.
En la Argentina hay un amplio uso de este insumo estratégico. Por eso, no sorprendió que el evento contase con la presencia de importantes empresarios de la industria avícola, entre ellos Carlos Sinesi, gerente de CEPA, la Cámara de Empresas Procesadoras Avícolas.
En Curitiba, Patrik Wohlhauser, miembro del Evonik Executive Board y responsable de la región, dijo que espera que las ventas totales en América superen los 1.000 millones de euros para el 2016, cuando las tres nuevas inversiones hayan madurado.