Más Rápido Que el Google Earth. Editorial de Héctor Huergo
Me encanta explorar el mundo con el Google Earth. Un instrumento maravilloso que permite ver desde los satélites lo que ni los números ni las palabras pueden transmitir fácilmente: la realidad. Menos, cuando la realidad es una fabulación.
Me encanta explorar el mundo con el Google Earth. Un instrumento maravilloso que permite ver desde los satélites lo que ni los números ni las palabras pueden transmitir fácilmente: la realidad. Menos, cuando la realidad es una fabulación.
Pero hay un hecho sorprendente. En la Argentina la realidad va tan rápido que ni siquiera el Google Earth logra transmitirla en tiempo real. Por lo menos para los que usamos las versiones gratuitas, basadas en fotos de hace unos pocos años. Si bajamos a tierra, nos sorprendemos con un paisaje distinto al de la última foto.
Esto sucede a pesar del empeño puesto por el experimento K, una aventura que consistió en intentar frenar al sector agroindustrial para ver qué pasaba. La realidad siempre se subleva. Es bueno tenerlo en cuenta, ahora que el Plan Estratégico Agroalimentario (PEA) del Ministerio de Agricultura comenzó a circular entre los verdaderos y legítimos actores de la transformación.
Si el PEA “lee” bien lo que transcurre de modo natural, y se ubica del lado de facilitar su desarrollo, cumplirá un rol que justifica el ampuloso calificativo de “estratégico”. De lo contrario, será, sencillamente, reaccionario. Conservador. La máquina de impedir que sufre el sector: desde los fabricantes de maquinaria agrícola, que no pueden entregar los equipos vendidos por falta de componentes (despachos trabados por Comercio o Industria), a los operadores comerciales, jaqueados por la AFIP, la ex ONCCA o Moreno. O con los ROE a cuentagotas o dirigidos a provincias o sectores, como las últimas 450.000 toneladas de trigo que significan seguir en la misma.
“Argentinos, a las cosas”. ¿Cuáles son las cosas? Lo que nos muestra el Google Earth más todo lo nuevo que todavía no salió en la foto. ¿Qué nos muestra?. Decenas de barcos ascendiendo y descendiendo por la hidrovía del Paraná en busca de la soja, hoy la mitad del volumen y dos tercios del valor de nuestros embarques agroindustriales. Barcos grandes, que antes no entraban, y ahora sí porque el calado llegó a los 36 pies. Inversión privada.
Sin solución de continuidad, veinte puertos con sus respectivas plantas de molienda de soja, silos monstruosos y tanques de aceite, desde Zárate hasta Puerto San Martín.
El último que se ve es el de T6. Pero ahora, treinta kilómetros más arriba, en Timbúes, se levantan dos nuevos complejos (de Dreyfus y Noble), que contarán con plantas de biodiesel.
La expansión no se limita a nuevas plantas. Las “viejas” (tienen apenas 15 años de vida) se van convirtiendo en verdaderos parques industriales.
Por ejemplo T6, donde a las 13.000 toneladas diarias de capacidad de molienda se suman dos plantas de biodiesel, se está construyendo la tercera y provee de aceite a otras dos plantas, instaladas al lado. Otra planta refina la glicerina, que va a los pomos de dentífrico Colgate de todo el mundo, lo que significa que miles de millones se lavan los dientes con soja argentina. Y los pellets que van al complejo avícola entrerriano, que ya exporta pata-muslo y alitas a…China y otros cincuenta países.
Se ven en tierra y no todavía en las fotos los miles de metros de galpones en los nuevos parques industriales de Armstrong o Marcos Juárez. Todavía no se ven las nuevas naves de Claas en Oncativo y Ameghino. Más de cien fábricas de maquinaria que siembran, protegen, fertilizan y cosechan 100 millones de toneladas. Ni las plantas de fertilizantes ahora terminadas de Mosaic y Nidera en Puerto San Martín o Bunge en Ramallo.
Este es el país real. Con su estructura social integrada, abierta, dispuesta al desafío competitivo. La del pleno empleo y la prosperidad que respira la Región Centro. Integrada al mundo, preparándose para la expansión, esperando que alguien suelte las amarras.