"Asociativismo y Valor Agregado" Editorial Héctor Huergo en Clarin Rural
Sustentabilidad, valor agregado, asociativismo. Otro contrato social entre campo y ciudad. Esos han sido los ejes de los dos grandes eventos de las últimas semanas: los Congreso de Aapresid en Rosario y CREA en Córdoba.
Entre las dos cabeceras de la Región Centro, exactamente a mitad de camino, está Villa María. Parece el centro de gravedad de la nueva economía argentina, que se ha desplazado del eje Matanza Riachuelo, al Rosario-Córdoba. Allí se está levantando una imponente planta de etanol de cereales, ACABio, que le va a dar nueva vida al maíz y el sorgo, dos cultivos clave en la rotación agrícola. Sustentabilidad.
Una inversión de 140 millones de dólares, la más importante de la historia de la Asociación de Cooperativas Argentinas. Va a digerir 500.000 toneladas de maíz por año, para producir 140.000 metros cúbicos de etanol biocombustible y 112 millones de toneladas de DGS, el coproducto que se destina a la alimentación animal. Los DGS además se convertirán allí mismo en leche, que será quesos, polvo o UHT en la mayor cuenca tambera del mundo. Valor agregado “en origen”.
Más de 60 cooperativas y 40.000 productores comprometieron recursos para levantar el complejo. Asociativismo en serio. Es el modelo: concentrar capital para acceder a la mejor tecnología del mundo, escala, masa crítica. Capacidad de gestión en lo operativo, lo comercial y lo financiero.
Visitamos la planta en construcción con Julián Echazarreta y Víctor Accastello, dos altos directivos de la organización cooperativa. No es el único proyecto en danza: hace pocos meses inauguraron un gran complejo de cerdos en San Luis, que va desde la cría al frigorífico, incluyendo planta de biogás para el tratamiento de la bolsta más silo de maíz para generación eléctrica, con tecnología alemana.
En Villa María la planta se levanta a ritmo feroz. Quieren inaugurar en enero próximo, y aseguran que llegan. Trabajan 400 personas. La mayor parte de la obra es estrictamente nacional: toda la obra civil, los silos, pavimento, sistema de molienda. Vínculo agro/ciudad al palo. Sólo el 30% de la inversión corresponde a materiales importados, el “núcleo duro” del proyecto, donde buscaron lo más probado: fermentadores, destilación y secado de DGS. Pero el montaje es local, por supuesto. Como también el hospedaje y servicios al puñado de técnicos extranjeros que se instalaron en el obrador.
El destino del etanol será el mercado interno, donde ya la nafta se corta con un 5% de este biocombustible. El mayor proveedor es otra empresa cordobesa: Bio4, que arrancó hace un año. Y cerca de allí, en Alejandro Roca, está operando desde hace dos meses otra planta en sociedad de AGD y Bunge. El nuevo cluster del maíz que incluye el poderoso complejo de Avex, adquirido hace un par de años por el mayor operador mundial de carne de pollo.
La visión de muchos analistas y comunicadores es que la Argentina se ha desindustrializado. Nuestra visión es que, a pesar del lastre de una política económica “conducida” por quienes no creen en la potencia de la agroindustria, se está levantando una nueva estructura. Hay que ver la evolución del complejo sojero del gran Rosario, las plantas de fertilizantes y agroquímicos, las plantas de semillas híbridas, inoculantes, maquinaria agrícola. Es fácil: basta mirar las imágenes satelitales del Google Earth y seguirlas a lo largo de los últimos años.
“La violencia es la partera de una sociedad embarazada de otra nueva”, se escuchaba en los años de plomo. Error conceptual: la partera nunca es violenta, es hábil para evitar el dolor. Aquí, se está pariendo una nueva industria, basada en las ventajas competitivas adquiridas a partir del conocimiento y la tecnología. Violencia es el impulso del aborto.
Let it be.