"Entre el tirgo y el biodiesel" Editorial de Héctor Huergo en Clarin Rural del 29 marzo 2014
El gobierno ha dado muestras de querer finalizar el largo mandato de la era K ( 12 años) con la economía algo más ordenada. La drástica reducción de los subsidios apunta a disminuir el déficit fiscal, y la publicación del dato de un crecimiento de menos del 3%, permitió evitar el pago de un cupón por más de 3000 millones de dólares. Ambas medidas subrayan que en estos días el realismo ha sustituido al relato. En buena hora.
Esta racionalidad podría potenciarse si se corre el velo que obnubila la visión del kirchnerismo sobre el campo. Insistimos: con otro toque de realismo, se podría lanzar una potentísima campaña triguera. Hacen falta sólo tres más un hecho político. Las medidas: apertura inmediata e irrestricta de las exportaciones de la campaña 2014/5, la drástica reducción de las retenciones (o conversión en anticipo de Ganancias), y financiamiento blando del fertilizante.
Para premiar el valor agregado de la industria molinera, cuya capacidad instalada triplica las necesidades de harina para el consumo interno, se puede apelar a un reembolso.
El hecho político: como los productores desconfían, lo que el gobierno debiera hacer es bajar un cambio, convocar a la mesa de enlace y firmar en conjunto un compromiso que involucre aquellas dos medidas. “Imposible”, estarán pensando los lectores. Seguramente tienen razón, pero el que avisa no traiciona.
Si lo hicieran, se podría pensar en una superficie cultivada de 7 u 8 millones de hectáreas. Los suelos tienen humedad óptima, ya se demostró que además de soja de segunda, se puede hacer maíz tardío con alta expectativa de rendimientos. Con un rinde de 3 toneladas por hectárea, absolutamente viable con la tecnología disponible, se obtendría una cosecha de más de 20 millones de toneladas.
En el mundo falta trigo. La samedidas, lida del invierno en los EEUU toma a las grandes planicies muy castigadas por los fríos extremos y la falta de humedad. Pero además hay un enorme problema en Ucrania, donde a la cuestión de Crimea se suma la devaluación de la moneda, que encareció los insumos. Se dice que la cosecha será 11 millones de toneladas menos que las esperadas. Esta parece ser la principal causa del brusco salto que pegó la cotización del cereal el jueves en Chicago, sumando un nuevo peldaño: lleva un 30% de alza en los últimos dos meses.
Pero la decisión es ahora. Ya está hiper demostrado que las retenciones no tienen nada que ver con el precio del pan. El año pasado el trigo estaba a 700 dólares y el pan a 18 pesos. Ahora bajó a 200 y el pan sigue ahí… La recaudación tampoco se verá afectada, ya que este año las exportaciones fueron mínimas. Pero habrá un efecto fenomenal sobre el sector externo, porque ingresarían 3000 millones de dólares extra entre diciembre y marzo, cubriendo el bache hasta la próxima cosecha gruesa.
Otra medida en la misma dirección sería corregir los errores en cascada en la política de biodiesel. La semana pasada la conducción oficial aumentó, entre gallos y medianoche, los derechos de exportación. Una pena, porque el cierre del mercado europeo se había podido compensar con embarques a distintos destinos, por una inesperada reacción de la demanda ante el aumento de los precios de la energía. El gasoil subió un 20% en el mercado internacional y esto fue capitalizado por el biodiesel argentino.
Pero el aumento de las retenciones lo deja nuevamente fuera de competencia. El grueso de la industria vuelve a parar, algunas plantas en forma definitiva. Tampoco se permite que la gran industria exportadora vuelque su producción al mercado interno, porque se le fijó un precio artificiosamente bajo. El absurdo es que el país está importando gasoil cada vez más caro, mientras castiga al biodiesel producido prácticamente sin insumos importados, desde la semilla de soja hasta el proceso industrial.