"Caballos de troya al trote" Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 26 julio 2014
El experimento K, al que le quedan 15 difíciles meses por delante, ve derretirse impiadosamente su relato. Y afloran sus consecuencias. La cuestión ahora es minimizar el daño. Sobre todo, el daño sobre el aparato productivo. En particular, la agroindustria: a esta altura, todos sabemos por qué. Y seguramente esta tarde se encargará de repasarlo el presidente de la Rural, Luis Miguel Echevehere, cuando hable en el atril de Palermo.
Daño. Sobre el mismo inicio de la tradicional exposición, el jueves de la semana anterior, el gobierno lanzó dos medidas que van precisamente en la dirección contraria de lo que hace falta. Una tiene que ver con los granos. La otra, con la carne. Dos verdaderos caballos de Troya.
La Comisión Nacional de Valores, en nombre de la transparencia, intenta someter a la comercialización de granos a la Ley del Mercado de Capitales. Lo paradójico es que la propia AFIP le salió a mostrar que la transparencia ya está vigente… El organismo recaudatorio puso a disposición en su página web el “Mapa de Precios de Granos”, en el cual se puede acceder a toda la información completa de las operaciones de los principales commodities operados en los puertos a nivel nacional.
Según consta se trata de una “nueva herramienta para la toma de decisiones”. En ella se puede observar el movimiento diario de venta de soja, maíz, trigo, girasol y sorgo por volumen, lugar de comercialización y precio promedio pagado por la demanda.
Es obvio que el objetivo de la “transparencia” es un clásico graznido de tero. Los huevos están lejos del grito.
Aquí, el caballo de Troya es el artículo 20, que determina que ese organismo puede disponer de un veedor con poder de veto en los directorios de todas las empresas que actúen bajo su paraguas. Ya sabemos, por experiencia propia, lo que significan estos “veedores” metidos en las empresas.
El campo ha sido muy ingenuo (o torpe) y facilitó el camino a algunas iniciativas que se le volvieron en contra. Este es un intento más. Las cuitas entre segmentos de la cadena deben dirimirse en los propios órganos internos, que el sector ha edificado en 150 años de comercio de granos.
Jamás la intervención del Estado contribuyó a resolver conflicto alguno. El gran despegue se inició, justamente, cuando se inició la desregulación portuaria y finalmente se disolvió, sin trauma alguno, la Junta Nacional de Granos.
El segundo intento del Estado es el de implementar un chip para la identificación individual del ganado. La norma salió de la Afip, que pretende que toda la hacienda vacuna cuente con él a partir de enero pronto. Un tanto apurado para un tema que en la Argentina ya está resuelto con la caravana individual obligatoria desde hace años.
Es una norma absolutamente generalizada en todo el rodeo nacional, y que fue el resultado del debate sobre la trazabilidad iniciado hace dos décadas.
Con esto, la Argentina se puso en línea con la demanda de los principales mercados, que exigieron trazabilidad para garantizar calidad y sanidad. Por eso el tema siempre estuvo en manos del Senasa.
Hace tres años, se realizó en la Argentina el primer congreso global sobre Trazabilidad. Allí, la Organización Internacional de Epizootias estableció un criterio muy claro y definitorio: los sistemas de identificación individual serán estrictamente orientados a objetivos de calidad y sanidad, y nunca vinculados con controles fiscales.
“Las inquietudes que suscitan son que los programas de identificación y de trazabilidad de los animales puedan utilizarse para un propósito fiscal de recaudo o aumento de los impuestos, ya que de esta forma pondrían un freno a la adopción de programas nacionales y afectarían la mejora mundial de la salud pública y la sanidad animal”.