"Expoagro pintó el futuro" Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 7 marzo 2015
Hace treinta y dos años nacía en La Laura de Chacabuco la era de las exposiciones dinámicas. Con el tiempo, se iban a convertir en un punto de encuentro marcado por la innovación, fuente de la profunda revolución tecnológica que pondría a la Argentina en la mira de todo el mundo agrícola. Expoagro 2015 fue un jalón clave en esta saga, que no se detiene a pesar de que el gobierno puso un pie en la puerta giratoria. La historia se lo lleva puesto.
Uno de los eventos centrales de la muestra de Ramallo, que culmina hoy, fue el lanzamiento de un premio a los visionarios, instituido por la empresa Rizobacter Argentina, que me distinguió como Jurado del concurso. En ese acto, respondiendo una pregunta del conductor, mostré un par de pinceladas sobre el carácter innovador de la cadena agroindustrial. Recordé que en aquella memorable Expodinámica de La Laura, en 1983, el evento convocante era la demostración de arados de reja. Era donde los tractores exhibían su capacidad de tracción. Ahora, en Ramallo, no sólo no se ve un solo arado, sino que tampoco se exhiben rastras de disco, de dientes, cinceles, cultivadores de campo, vibrocultivadores, escardillos, aporcadoras, rotovators. En estas pampas, ha desaparecido la parafernalia destructora de suelos que todavía prevalece en la agricultura del mundo desarrollado. Obra de visionarios.
Todo ese herramental fue sustituido por sembradoras de siembra directa, donde la Argentina se convirtió en referente mundial. El control mecánico de las malezas, complementado por herbicidas, dejó paso al control químico, con productos cada vez más eficientes y menos contaminantes. La agricultura argentina, que iba al cadalso por el sendero de la erosión, dio un giro de 180 grados y se convirtió en la más eficiente del mundo en eso de combinar productividad con sustentabilidad. Sólo los gravísimos errores de política impidieron completar la obra con dos elementos clave: la rotación de cultivos y la reposición de nutrientes.
Nadie en el mundo obtiene más toneladas por milímetro de agua de lluvia que los chacareros pampeanos. Nadie saca más kilos de trigo, maíz, soja o girasol, por litro de gasoil consumido en el intento. Antes se gastaban 100 litros por hectárea, ahora menos de 30. Siembra directa, pulverizadoras con botalones de hasta 40 metros de ancho, cosechadoras de última generación. Nacionales e importadas. Nadie tiene un sistema de almacenaje más eficiente que el silobolsa, otro jalón de la Segunda Revolución de las Pampas. Hoy, torpemente demonizado por un gobierno que, a diferencia de todo el mundo, disuade a los productores de conservar su producción para generar un flujo ordenado de la oferta y así, defender el precio. Con el agravante, que enerva, de trabar al mismo tiempo la exportación de trigo y maíz, provocando sobreoferta y caída de precios. Pero no nos detengamos en estupideces, porque ya sabemos, esta es la última cosecha de la era K.
El próximo gobierno se va a encontrar con un campo ávido de recuperar el tiempo perdido. Hubo momentos peores: la crisis del 2002 lo encontró tremendamente endeudado. Hoy, está sin caja, después de haber obtenido una excelente cosecha, a fuerza de tecnología y habilidad, y perdiendo 2.000 millones de dólares en el intento. Pero sabe que esto cambia. Por eso la incipiente recuperación de la demanda de maquinaria, aprovechando que los bancos privados ofrecen buenos créditos en pesos, a tasa razonable.
Nadie espera milagros. Ni una gran recuperación de los precios internacionales, ni una rápida remoción de todas las calamidades acumuladas en la era K. Pero todos ven la luz al final del túnel. Es bueno que el conjunto de la sociedad sepa que el campo está vivito y coleando, por mérito propio. Y que podrá contar con él. Es lo que se respiró en Expoagro.