"El aluvión y la nueva agenda" Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 19 de marzo de 2016

La conmovedora exhibición de potencia que arrojó Expoagro obliga a acelerar el armado de una nueva agenda.  Nadie duda que se viene un aluvión de cereales. La soja, en cambio, aparece rezagada: con la reducción de cinco puntos, las retenciones quedan en el 30%. Esto arroja el peor resultado económico de los últimos ocho años. La quita de otros cinco puntos para el año que viene es una mejora sensible, pero igual la ecuación seguirá siendo favorable a maíz y trigo.

  

El escenario más previsible en el corto plazo, entonces, es una abundante siembra de maíz y trigo, y alguna reducción en soja. Esto es en general muy bueno para la rotación y tiende a un nuevo equilibrio en la canasta de los productos que estas pampas despachan al mundo. Sin embargo, la situación tiene sus riesgos.

  

El común denominador es que hacen falta más mercados. Encima, la oferta argentina crecerá consistentemente y no sólo en 2016/17. Esto se convertirá en tendencia, como sucedió entre 1996 y 2008. Pero los stocks mundiales se han recuperado y no es fácil digerir esa oferta creciente.

Así, toma especial relevancia la cuestión de los biocombustibles. En estas páginas nos ocupamos de ellos desde hace 25 años, cuando titulábamos “Ponga un choclo en su tanque”, y luego, “ponga un poroto en su tanque”. Etanol y biodiesel, que hoy son una poderosa realidad.  Nuestro compromiso con el tema partía de la necesidad, en aquellos años, de encontrar salida para los grandes excedentes agrícolas. El petróleo estaba regalado (12 dólares el barril) así que su precio no era el driver. Lo que sí empezaba a preocupar era la cuestión ambiental. 

  

La Argentina, así como lidera los embarques de harina y aceite de soja, también es el mayor exportador mundial de biodiesel.  Este biocombustible cumple la función de retirar aceite del mercado, fortaleciendo los precios internacionales.  Esto le fue claramente demostrado a funcionarios del gobierno K, que pensaban que castigando al biodiesel lograrían recaudar más vía exportaciones de aceite, que pagaban retenciones del 32%. 

  

Lo que sucedía era que la oferta adicional de aceite crudo derrumbaba los precios, y se terminaba recaudando lo mismo, mientras la industria experimentaba cierres parciales o totales. También se castigaba el corte en el mercado interno, con el mismo objetivo fiscal.

   

Alguna de estas cuestiones fue heredada por el gobierno de Macri. Como las deletéreas retenciones móviles. Pero está tomada la decisión de suprimir el ente que hasta ahora estuvo manejando discrecionalmente la ecuación de los biocombustibles.

 

Trascendió también que el gobierno quiere avanzar en la implementación de un programa más amplio en el uso de etanol. Es fundamental.  La Argentina se apresta a arrojar al mercado internacional 25 millones de toneladas de maíz, materia prima del etanol. En estos días se concretará el anuncio de subir del 10 al 12% el corte con etanol, y estos dos puntos adicionales se asignaron al sector cañero.

  

Pero lo que se está estudiando es ir a un programa más parecido al de Brasil, donde hay un mínimo de 27% en toda la nafta, y además existen los motores Flex, que pueden funcionar con hasta alcohol puro.

  

No hay cómo hacerlo con caña de azúcar.  Podríamos rápidamente agregarle valor a 3 o 4 millones de toneladas de maíz. Y otro tanto si implementamos el biogás, al estilo de Alemania, donde con silo de maíz y excrementos animales se abastece el 20% del gas que consumen en generación eléctrica y vapor. Con 2 millones de hectáreas (50% más) podríamos cerrar las usinas nucleares.

De esta manera, se cumplirían varios objetivos: contribuir a diversificar la matriz energética, sustituyendo energía fósil por renovable; agregar valor a los granos; reducir la oferta para sostener los precios; y generar una corriente de inversiones, creando empleo en el interior. Se puede.

 

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