"Inundaciones: es aquí, y es ahora"
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 21 de enero de 2017
Medio país inundado, medio país seco. Hay que actuar, y el gobierno lo sabe. Las imágenes ya son demasiado recurrentes. Pueblos inundados, con la terrible secuela de pérdida de vidas humanas. Colapso de tambos y usinas lácteas. Vacas arrastradas por arroyos de llanura que se transformaron en rápidos de montañas.
En el medio de este caos, el presidente Mauricio Macri tomó la decisión de relevar al ministro de Obras Públicas, Oscar Chaín, que lo acompañó en su primer año de mandato. Estaba disconforme con el manejo de un tema que siempre consideró crucial.
Macri sabe que el manejo de las inundaciones en la ciudad de Buenos Aires fue el trampolín que le permitió dar un salto en su carrera política. También sabe que el patético manejo de la crisis de las inundaciones en La Plata y Luján por parte de la administración K junto al gobernador Daniel Scioli fueron clave para su triunfo electoral, en noviembre de 2015.
Un par de días antes, el presidente había juntado a su gabinete de ministros en la primera sesión del año. Allí dio definiciones fundamentales, como que las inundaciones son parte del cambio climático. "Esto sigue pasándonos factura y, claramente, lo que tenemos que tratar de hacer, dentro de la medida de lo posible, es asistir, estar cerca, encontrar paliativos".
Pero agregó que "es muy importante que entendamos que este cambio en los regímenes de lluvia vino para quedarse y que lo que hay que hacer es construir infraestructura”. Y puso al frente del ministerio de Obras Públicas al hasta ahora subsecretario de Recursos Hídricos, Pablo Bereciartúa.
Toda una señal. Bereciartúa es ingeniero hidráulico, con una sólida formación en el exterior. Entre otros antecedentes, estudió en Países Bajos, donde la ingeniería para el manejo del agua ha permitido proteger ciudades, pueblos, campos productivos, y ganar superficie para la agricultura y ganadería modernas. Holanda es uno de los grandes exportadores globales de productos hortícolas, flores y lácteos de gran calidad.
“Contra las inundaciones, obras y tecnología”. Así tituló La Nación un artículo de Bereciartúa, el sábado 22 de agosto de 2015. Recomendamos su lectura completa (http://www.lanacion.com.ar/1821285-contra-las-inundaciones-obras-y-tecnologia). El flamante ministro plantea la necesidad de moverse en tres dimensiones: infraestructura, información e institucionalidad para convertir a la pampa húmeda en un territorio inteligente.
También plantea que las obras de infraestructura deben ser eficientes en términos de la relación costo-beneficio. Hemos planteado varias veces esta cuestión. Cuando las áreas involucradas han expresado ya su enorme potencial, a partir de la nueva tecnología, no caben dudas acerca de la necesidad de obras de contención y drenaje.
Marcos Juárez o Rafaela, incluso General Villegas, no ameritan mayor debate. El estado de Indiana de los EEUU está totalmente sistematizado desde principios del siglo XX. Allí se ven drenajes, represas y equipos de riego por pivote que aprovechan el agua subterránea.
Pero un manejo inteligente del territorio debiera proponer cambios en la aptitud agrícola. Hay millones de hectáreas que podrían incorporar los atributos de la revolución verde, y que hoy están condenadas a dar una especie de “servidumbre de paso” de los excedentes hídricos de otras regiones. La cuenca del Salado es una de ellas. Ya probó, en años secos, su potencial agrícola, que podría transitar desde su destino actual como zona de cría, a la producción de ciclo completo, volcando una agricultura de altos rindes a una ganadería de mayor productividad y más segura en el tiempo.