"Pasos en la buena dirección"
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 17 de febrero de 2018
El Gobierno avanzó con una medida estratégica para la industria forestal: la aprobación de los bitrenes, que reducen los costos logísticos.
Hay dos sectores de la agroindustria a los que el presidente Mauricio Macri les asigna un papel fundamental: la carne vacuna y la cadena forestal. Los ha convocado con inusual frecuencia, pasó revista a los avances alcanzados y dio claras órdenes a sus funcionarios para que ejecuten las decisiones que surgían de esos debates y planteos. Y ya se ven algunos resultados alentadores.
En el caso de la cadena forestal, un hecho de gran trascendencia fue la autorización a los bitrenes. Una necesidad logística que va mucho más allá del transporte de rollizos y madera: toda la economía, pero en particular todo el agro, se beneficiarán con esta medida.
Los fletes, carísimos en la Argentina en relación con la región, y uno de los factores que más afectan la competitividad, verán una reducción de entre 20% y 40%, según zonas y productos. Hubo demasiada demora, pero ya están empezando a circular, con las precauciones del caso hasta que se disipen los temores que siempre despierta lo nuevo.
Se avanza también en la cuestión de la vivienda de madera, y ya se habla de posibles inversiones de envergadura en la industria de la celulosa, donde perdimos miserablemente el tren respecto a los vecinos.
Las pasteras uruguayas no solo no contaminan, sino que ya explican el 10% de la generación eléctrica, con fuentes renovables, a partir de los residuos de las plantas. Ahorro de combustible fósil, que además es importado (como en la Argentina). Felizmente, ya tenemos en marcha inversiones muy importantes, como la generadora eléctrica de Formosa que operará con biomasa forestal.
En la mesa de la carne, donde la cosa fue más complicada, uno de los temas recurrentes fue la necesidad del control de la faena en negro. Parece mentira que en la era del big data, los drones, los tornos de control numérico y los vehículos autónomos, todavía existiera matanza no registrada y traslado de carne caliente.
Pero todo tiene un límite, y parece que llegó. Desde el primero de marzo regirá la obligación de contar con una caja negra en el cajón de faena.
Más allá del avance que significa, es apenas un primer paso. Hoy el mundo exige mucho más, y los contrarios también juegan. Uruguay ha construido una imagen extraordinaria en China, que ya es por lejos el principal destino de la carne vacuna de la región (entre Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina son largamente los mayores exportadores mundiales).
La clave del éxito uruguayo es la trazabilidad individual y el sistema de registro, donde no se mueve un animal sin guía. Antes de cargar una tropa un veterinario autorizado hace la lectura de la caravana electrónica, se llena la guía que se entrega en la comisaría más cercana, y el proceso continúa en el frigorífico.
El sistema está completamente asimilado por toda la cadena y a nadie se le ocurre andar de noche acompañando un camión de invernada, pagando peajes en las camineras y acordando con algún consignatario marginal a la hora de mandar a faena y hacer desaparecer el cuerpo del delito en esas carnicerías que todavía reciben las medias reses casi balando. Sí, eso existe. Lo veo temprano todas las mañanas en San Telmo, cuando subo por avenida Garay rumbo a Tacuarí.
En Brasil hay carnicerías boutique hasta en las rutas. Carne fresca o congelada empaquetada al vacío. Más recientemente aparecieron en Montevideo. En la Argentina hay algunas, como Cabaña Juramento, que viene directo de frigorífico. Allí no hay sangre, ni delantales sucios ni cuchillos y mesas grasientos.
En China la mayor parte del comercio minorista va vía AliBaba. Por supuesto, va trozada y empaquetada. Amazon compró los supermercados Whole Foods en Estados Unidos. El que avisa no traiciona. Por lo menos dimos el primer paso.