"Otra vez la sombra doliente "
Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 26 de mayo de 2018
En el esquema actual, las retenciones a la soja quedarían en un 24% en diciembre y en un 18% hacia fines de 2019.
El gobierno quizá nunca tome cuenta del enorme daño que hizo con el solo hecho de poner las retenciones sobre la mesa. La confirmación de que el tema estaba bajo análisis, en una conferencia de prensa del ministro coordinador del área económica Nicolás Dujovne, convirtió en realidad el debate que anticipó Clarín: que se suspendería la rebaja gradual de las retenciones a la soja y se reimplantarían derechos de exportación para el maíz y el trigo. Se aventuraba que irían al 10%.
En realidad, lo que respondió Dujovne ante una pregunta del periodismo, es que “todos los temas están en análisis”. Pocas horas después, el ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, que había desmentido ante Clarín Rural el rumor el día anterior, calificando a las retenciones de "ridículas”, se reunía con Dujovne.
Al cabo del cónclave, se dejó trascender que no habría cambios en el cronograma de reducción de medio punto mensual vigente desde enero pasado. Quizá sin el énfasis necesario. Hacía falta una desmentida conjunta y contundente (ver pág. 2) Recordemos que las retenciones de la soja (los cereales quedaron libres de la gabela ni bien asumió la presidencia Mauricio Macri) bajaron del 30 al 27,5% en lo que va del año. Para diciembre quedarían en el 24% y hacia fines del 2019 en el 18%. Un gradualismo exasperante, pero digerido.
El rumor llegó en el peor momento. Y no solo porque el agro viene de un año tremendo, donde al problema de las inundaciones, las napas altas y las subas de costos –entre otras cosas, por la eclosión del fenómeno de las malezas resistentes-, se sumó la sequía histórica y, encima, las lluvias que no permiten terminar la cosecha.
Se perdieron 10 millones de toneladas de maíz y 20 de soja. Son 7.500 millones de dólares, según la Bolsa de Comercio de Rosario. Y con una calidad de grano que preocupa a productores y procesadores. Encima, el aumento del inmobiliario en la provincia de Buenos Aires y las penurias para sacar la producción con los caminos que no se arreglan. El horno no estaba para bollos.
Más allá de que se confirme o se desmienta ahora la cuestión de las retenciones, el daño ya está hecho. Se perdió, en un ratito, el “momentum” que se había alcanzado en las últimas dos semanas. En “A todo trigo”, en Mar del Plata, 2.000 productores se habían juramentado en obtener una cosecha record. La ecuación insumo/producto era inmejorable. Es clave para profundizar el sendero de la intensificación reiniciado cuando –precisamente— el presidente Mauricio Macri eliminó las retenciones en una de sus primeras medidas, cumpliendo la promesa de campaña. Lo mismo hizo con el maíz. Ambos cultivos, desde entonces, crecieron un 50% en área y volvieron a utilizar fertilizantes y las mejores semillas.
Esta semana el fervor continuaba en Maizar en Parque Norte, con 1.700 inscriptos. De lo que más se habló fue de tecnología. En el medio, el nuevo presidente de Aapresid, Alejandro Petek, lanzaba el próximo congreso de la entidad, bajo el lema “Sustentología”. El campo a fondo. Veníamos para 150 millones de toneladas, con el mejor mix de cereales y soja, como hace falta. Más que el campo, lo necesitaba el país.
Con un dólar de 25 pesos y tasas de interés del 40%, que encarecen los insumos, hace falta el mismo dólar para lo que se compra y para lo que se vende. Con el fantasma de las retenciones, no podemos pensar en más de 130 millones de toneladas. Caerá un 10% la superficie y quizá 20% el rinde de tendencia. Están en juego 6.000 millones de dólares.
De pronto, la sombra doliente de las retenciones vuelve a correr sobre la pampa argentina. El fantasma recurrente de Santos Vega, sollozando el occidente, pone nuevamente un pie en la puerta giratoria.
Ya nada será igual, salvo que rápidamente se despeje el horizonte.