"Argentina año verde"

Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 2 de junio de 2018

Fuente: https://www.clarin.com/rural/argentina-ano-verde_0_BynOffke7.html

Esta semana ocurrió un hecho inédito. Y a la vez, de extraordinaria relevancia: se concretó la convergencia de las entidades de la producción rural, sus proveedores de tecnología y la agroindustria exportadora. Se sentaron en una mesa y emitieron la “Declaración de Principios de la Cadena de Valor de Cereales y Oleaginosas” (ver pág. 2) Llevo casi cincuenta años en la comunicación agropecuaria y agroindustrial, la mayor parte en este suplemento. Es la primera vez que los dirigentes de la principal cadena productiva del país deciden coordinar sus acciones. Parece increíble que la potencia de un sector que explica prácticamente la mitad de las exportaciones –y casi las únicas que son realmente competitivas, es decir, no requieren de un régimen especial o un dólar tuneado--, no haya construido un discurso común, que calara hondo en la sociedad. Más bien, se distrajeron en rencillas internas, alimentadas por la habilidad del kirchnerismo, experto en abrir grietas y cortar eslabones con la tenaza del Estado.

La diáspora fue brutal. Compañías de semilla contra sus clientes, los productores. Los productores contra sus clientes, la agroindustria procesadora. Las gremiales peleándose entre sí en el Congreso, donde el gobierno K se divirtió metiendo una cuña con un desastroso proyecto de ley de tierras que frenó la inversión externa. Así, se perdió el extraordinario “momentum” alcanzado durante la epopeya de la 125, cuando la mayor parte de la sociedad salió a bancar al agro y celebró como un triunfo de todos el “no positivo” de Julio Cobos en aquella noche inolvidable.

Más allá de las urgencias que reclama la coyuntura, la principal tarea será construir una imagen nueva y pujante de la Argentina agroindustrial, que es mucho más que la mirada un tanto limitada de ser el “supermercado del mundo”. Los supermercados, señores, están en crisis. La competitividad está en las entrañas mismas de nuestro sistema productivo, con los menores costos y la mejor huella ambiental para los insumos básicos y los productos más emblemáticos, desde la soja hasta la carne vacuna.

Quizá el punto más interesante de la declaración es precisamente la apelación a la enorme inversión que ya lanzó el sector para este año: 9.500 millones de dólares que se destinarán a la campaña agrícola. Daría para unos cuantos cortes de cinta...

Esto se va a traducir en la mayor cosecha de la historia, 135 millones de toneladas, 35% más que esta última campaña. Son 10.000 millones de dólares extra. Es lo que el mundo mira para creer en la Argentina. Es tambien dinero que difunde por todo el interior.

Los productores y los contratistas están invirtiendo en tractores, sembradoras y cosechadoras, a pesar de la pésima campaña. Todas las fábricas de maquinaria agrícola están invirtiendo en bienes de capital.

Las aceiteras están expandiendo su capacidad, con un nivel tecnológico desconocido en el mundo, como la “cinta-tubo” de la galería de embarque de Renova en Timbúes.

Las plantas de etanol están duplicando su capacidad, preparándose para el aumento del consumo, porque no alcanza la nafta. Tampoco el etanol: están entrando 5 millones de litros por escasez local. En diciembre, por la dilación en actualizar el precio, los ingenios azucareros dejaron de elaborar etanol, derivando la caña a azúcar para exportar. Con una mesa integrada por toda la cadena de valor esto no hubiera pasado. Al menos, gratis.

Hay mucha belleza para mostrar. En estos mismos días comenzó a emitirse por TV un comercial que marca un camino. Lo lanzó una de las automotrices señeras en la Argentina, mostrando cómo el campo va para adelante a pesar de todo. “Lo quisieron detener”, dice. No pudieron. Ahora, menos. Y entonces la Argentina es viable.

 

 

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