"Un fantasma de carne y hueso"
Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural
El frigorífico Campo Austral desposta 32.000 cerdos por mes, equivalente a 3.000 toneladas de carne fresca para consumo interno y exportación.
Cerramos un 2019 espectacular para el negocio de la carne vacuna. Se alcanzaron exportaciones récord en valor, superando los 3.000 millones de dólares. Y a esto hay que sumarle las menudencias, que no son moco de pavo.
Fue sin duda una gran noticia para el sector agroindustrial. Y también para el conjunto de la economía, por lo que significan las proteínas animales en materia de empleo y actividad en los conurbanos y en el interior. Pero en particular, remarcó la posibilidad de incrementar el flujo de divisas.
Hasta hace pocos años la meta era llegar a embarques por 1.000 millones de dólares. Ahora prácticamente cuadruplicamos esa cifra. Esto provocó una gran expectativa, aún a pesar del clima político.
La vuelta de tuerca en las retenciones a los granos generó un ambiente de mucho malestar y temor, al igual que la amenaza de un fuerte aumento del inmobiliario rural en la provincia de Buenos Aires. Pero todos percibieron que la ganadería quedaría mejor posicionada que la agricultura, y que posiblemente mejoraría la relación de precios entre granos y carne.
Sin embargo, ahora aparecen gruesos nubarrones en el horizonte. Lo más grave está ocurriendo con el mercado chino, que fue el que motorizó el altísimo nivel de exportaciones del año pasado. China se llevó el 70% del volumen exportado. Pero hacia fines de noviembre, los compradores chinos se retiraron del mercado.
No fue todo: en este momento hay más de mil contenedores navegando rumbo a los puertos de la República Popular. Y cundió la alarma, porque comenzaron a cancelarse o renegociarse los contratos. Hay 450 millones de dólares flotando en el mar con destino incierto.
Fuentes de la industria aseguran que las operaciones pactadas a 6.800 dólares la tonelada están volviendo para atrás. Los compradores quieren quitas fuertes, apuntando a menos de 5.000 dólares la tonelada. No es fácil redireccionar esos embarques hacia otros puertos, así que en la mayor parte de los casos no queda más remedio que renegociar los contratos.