Grajeas de la argentina verde
Empecemos por corregir un error cometido en esta página el sábado pasado: la nueva planta de etanol (de la empresa Agroctanos) a construirse en La Carlota (provincia de Córdoba) no pertenece a AGD-Bunge sino a un nuevo grupo económico que desembarca en el sector. La confusión se originó en que AGD-Bunge tienen un proyecto similar, pero a instalarse en la muy cercana localidad de Alejandro.
Empecemos por corregir un error cometido en esta página el sábado pasado: la nueva planta de etanol (de la empresa Agroctanos) a construirse en La Carlota (provincia de Córdoba) no pertenece a AGD-Bunge sino a un nuevo grupo económico que desembarca en el sector. La confusión se originó en que AGD-Bunge tienen un proyecto similar, pero a instalarse en la muy cercana localidad de Alejandro.
Más allá de la equivocación, lo que sí se ratifica es que en la provincia de Córdoba se está levantando una poderosa industria de procesamiento del maíz. Estas dos plantas se suman a las tres ya conocidas (ACA en Villa María, BioCuatro en Rio Cuarto, Porta en Córdoba), más el reciente anuncio de Arcor sobre una fuerte inversión (más de cien millones de dólares) en una planta de jarabe de Fructosa a instalarse en Arroyito.
Hay una nueva estructura industrial brotando en las entrañas de la Argentina. Está basada en las enormes ventajas competitivas desarrolladas en los últimos veinte años, que garantizan un flujo de cosechas crecientes. El meneado Plan Estratégico Agroalimentario (PEA) que fogonea el Ministerio de Agricultura tiene metas ambiciosas, pero alcanzables. Pero no pone tanto el acento en el crecimiento cuantitativo, sino en el “agregado de valor en origen”. Como se desprende de estos comentarios, es exactamente lo que significan estas inversiones. Así, el PEA se monta en lo que viene ocurriendo, lo que es abiertamente plausible. Si pone el timón en el rumbo de lo que viene sucediendo, iremos bien.
Lo que ocurrió con el complejo soja va en la misma dirección. Aumentó la producción y pari passu hubo una fortísima expansión de la capacidad de molienda. La Argentina montó en un par de décadas el cluster más competitivo del planeta, precisamente alrededor de la especie que experimentó el mayor crecimiento de la demanda: la soja. Nuestro país lidera los embarques mundiales de aceite y harina de soja.
Y la cosa no se termina, porque también en la cadena sojera hubo noticias fuertes esta semana. Para la mayor parte de los comentaristas, la noticia de los últimos días fue la fuerte caída (16% en un mes) de los precios de la proteo oleaginosa. Sin embargo, sucedieron hechos de gran relevancia. Primero, los embarques semanales de los Estados Unidos a China alcanzaron un récord de un millón de toneladas. Esto consolida la idea de que las importaciones chinas rondarán las 55 millones de toneladas en el 2012.
No es una cifra más. Es exactamente el monto de la cosecha argentina. Lo notable es que hace quince años, China no importaba soja. En 1996, la Argentina producía 15 millones de toneladas. Esto significa que mientras la cosecha pampeana pasaba de 15 a 50 millones de toneladas, la demanda china pasaba de 0 a 50! Para los que remarcan nuestra “chino dependencia”, valdría la pena invertir los términos de la prueba: los chinos son soja dependientes. Solo tienen tres países donde abastecerse. La soja argentina tiene cien destinos pugnando por ella.
La segunda noticia vinculada es la ratificación de Francia del objetivo de alcanzar un corte del gasoil con 10% de biodiesel para el 2020. Para ello creó un organismo que vincula a todos los segmentos vinculados: desde las automotrices hasta los consumidores. Esto significa más demanda de aceite, y dado los vasos comunicantes entre éstos, impacto futuro en el precio de la soja.
Recordemos de paso que la Argentina es ya el mayor proveedor mundial de biodiesel. Al mismo tiempo, Canadá logró que la canola y el maíz que les compren los estadounidenses para la elaboración de biodiesel y etanol, recibirán los mismos beneficios que en los EE.UU. Una ratificación de que van adelante con el uso de granos para la elaboración de biocombustibles, lo que sin duda otorga soporte a los precios agrícolas.
Grajeas que confirman que la agroindustria es el motor de una nueva Argentina Verde y Competitiva.