"Ingeniería, ambiente y comunicación"
Editorial del Ingeniero Agrónomo Héctor Huergo en Clarín Rural del 4 de junio de 2016
Mañana, 5 de junio, es el Día Mundial del Medio Ambiente. El lunes 6, el Día de la Ingeniería. Y el martes 7, el Día del Periodismo. Apilo las tres fechas; nobleza obliga, advierto al lector que las líneas que siguen contienen un sesgo auto referencial. Un raro truco de la biotecnología las insertó en mi ADN. Voy a evocarlas.
Hace justo un año, el Papa Francisco lanzaba su encíclica Laudato Si, plantando el árbol de la cuestión ambiental en el centro del debate. En diciembre, en la COP21 de París, los líderes del mundo se ponían de acuerdo en un ambicioso plan para reducir las emisiones de efecto invernadero.
Fue el primer acto de gobierno de la administración Macri, el día de la asunción. Hace un mes, la canciller Susana Malcorra ratificaba el compromiso de la Argentina, en Nueva York. Y la semana pasada, el gobierno lanzó la primera licitación para plantas generadoras eléctricas basadas en fuentes renovables. Medio ambiente, ingeniería, yo comunico.
Hace casi un siglo y medio (1870) mi bisabuelo, Luis A. Huergo, se convertía en el primer ingeniero argentino. Trascendió por su batalla por el proyecto del puerto de Buenos Aires, que perdió con Eduardo Madero. Ya sabemos: el lugar se hizo famoso por la Rosadita y restaurantes, pero como puerto nunca funcionó. El que sí funciona es el que había diseñado el ing. Huergo, unas cuadras más arriba, en Dársena Norte. Se inauguró 20 años después de su fallecimiento.
Lo que no tantos conocen cobrará luz por un nuevo libro de primo Hernán Huergo: “Luis A. Huergo y la primera batalla por el petróleo argentino”. Nos cuenta Hernán que cuando falleció nuestro bisabuelo (1913), era director honorario del primer pozo petrolero argentino, en Comodoro Rivadavia. Diez años después, nacería YPF.
Eran las tareas de la época. Todos sabemos lo que significó el descubrimiento del petróleo. Dinamizó la revolución industrial, facilitó el transporte de bienes y personas. Pero en un siglo hemos sacado de la tierra, y colocado en la atmósfera, buena parte de lo que un cataclismo había enterrado y convertido en petróleo. Queda todavía el shale gas, carbón para varios siglos.
Pero la humanidad sabe que antes que se acabe el carbono fósil, se acabará la vida como la conocemos. Al fin y al cabo, como recordó hace poco el experto Marcelo Iezzi, de Price Waterhouse, “la Edad de Piedra no se terminó por falta de piedras”.
La ingeniería, hoy, nos propone romper con el paradigma de la energía fósil. Hay que avanzar hacia una matriz energética limpia y renovable. Ahí aparece el agrónomo: no todo es solar y eólica. La fotosíntesis de las plantas, con el enorme aporte de la biotecnología, prometen un formidable flujo de alternativas. Son los fascinantes bionegocios, gerenciar la fotosíntesis para producir alimentos, fibra y energía. Hoy solo aprovechamos un mínimo porcentaje de eso.
Esta semana empezó a faltar gas. Se oye decir que esto es inadmisible, con todo lo que tenemos abajo. Pero también es inadmisible que no impulsemos lo que tenemos arriba. Hay varias plantas de biogás que no encuentran rumbo.
Hay decenas en las gateras. La base es el silo de maíz. Millones de hectáreas esperando. En Alemania hay 12.000 plantas de biogás agrícola, que generan la mitad de la energía que consume hoy la Argentina.
Ingeniería, Medio Ambiente, Comunicación. En eso estamos.