"Grageas de la Argentina posible"

Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 9 de noviembre de 2019

En la entrega de los premios AlimentAR se destacaron los casos de tres empresas lácteas: Vacalín, Tregar y Lactear.

 

La entrega de los premios AlimentAR, otorgados por Exponenciar y el Banco de Galicia el lunes pasado, le dio visibilidad a un conjunto de empresas que han dado pasos conmovedores en la saga “del campo al plato”. En las páginas de esta edición de Clarín Rural se detallan los quince galardonados. Pero voy a dedicar unos párrafos a algunas de ellas, pidiendo perdón a las que no mencione, porque solo tengo 3.800 caracteres, con espacios.

 

Me pareció espectacular el caso de Lactear. Es una empresa creada por cinco tamberos de la región de Morteros, Córdoba, corazón de la cuenca lechera más grande de Argentina y Sudamérica. Hace quince años, en conjunto producían 50.000 litros de leche por día, que entregaban a SanCor. No les iba bien y decidieron salirse de la cooperativa. Primero hicieron un pool de leche, para ofrecerlo como paquete a otras empresas lácteas.Pero el cambio no les movió la aguja. Entonces decidieron dar el paso hacia la industrialización. Instalaron una quesería, contratando ingeniería y equipos nacionales, que -sabían- eran absolutamente competitivos. Apuntaron a productos de calidad y crecieron rápidamente. Hoy procesan 200.000 litros ¡de sus propios tambos! Es decir, cuadruplicaron la producción en cada uno de ellos.En el camino, la sociedad creó otra empresa, para convertir en alimento balanceado los granos provenientes de la actividad agrícola de cada uno de los socios. Con eso abastecen a los tambos, las recrías y el feedlot que también forma parte del complejo.En el año 2014, inauguró su planta de deshidratación, donde secan leche y suero de queso. Esta nueva línea de productos posibilitó su consolidación como empresa exportadora, desarrollando mercados como Colombia, Brasil, Taiwán, Vietnam, China y Rusia, entre otros. Asociativismo y góndola del mundo, con un management absolutamente profesional. Van bien. Como también las otras lácteas premiadas, con más renombre: Vacalín y Tregar. Dos casos espectaculares, también con una pata exportadora. Ya nos ocuparemos de ellas…

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"Las exportaciones ya son récord, y esto recién emopieza"

Editorial del Ing. agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 5 de octubre de 2019

 Entre agosto de 2018 y agosto de 2019 se concretaron ventas al exterior por 2.450 millones de dólares, y la tendencia promete mayor crecimiento.

Mientras el sector ganadero se indigna frente al embate del veganismo, en agosto las exportaciones de carnes bovinas sumaron el equivalente a 79.5 miles de toneladas peso res y facturaron una cifra récord de 292 millones de dólares. Es nada menos que un incremento del 46% y 33% en términos de volumen y valor.

Así lo informó el consorcio ABC, que reúne a los principales frigoríficos exportadores, en un informe que se basó en datos del INDEC. En los primeros ocho meses de este año, se embarcaron 483 mil toneladas peso res, 46% más que en igual lapso de 2018, por un monto de 1719 millones de dólares. Al agregar las menudencias, la facturación trepa a 1904 millones de dólares, 33% superiores al registro enero – agosto de 2018.El total exportado en los doce meses cerrados a agosto ascendió a 703 mil toneladas, 56% superior al correspondiente al período anterior. El monto total, récord histórico, fue de 2450 millones de dólares.

Se trata sin duda de un momento excepcional. El negocio del eterno futuro se topa con una nueva realidad, que tiene nombre y apellido: la República Popular China y su demanda insaciable de proteínas animales. Una tendencia que va más allá de la actual crisis de oferta interna ocasionada por la Fiebre Porcina Africana, que diezmó sus planteles de cerdos e impactó con subas de más del 70% de los precios.

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"Un paso sustancial"

Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 14 de septiembre de 2019

China accedió finalmente a comprar harina de soja argentina. Tras una trabajosa negociación de la diplomacia comercial, que llevó varios años, se cerró el acuerdo en Beijing esta semana. Ahora viene la etapa de la “letra chica”, con la habilitación de plantas y registro de productos, lo que llevará algunos meses. El anuncio oficial fue anticipado por el propio presidente Mauricio Macri en twitter, y los detalles los dio a conocer luego el ministro de Agricultura Luis Miguel Etchevehere.

El anuncio involucra nada menos que al producto más importante de la canasta exportadora argentina. La harina de soja se obtiene a partir del “crushing” (molturación o molienda) del poroto, proceso del que se obtiene también el aceite. La Argentina levantó en los últimos veinte años una poderosa industria de transformación, capaz de procesar 60 millones de toneladas de soja por año. Es decir, algo más que el volumen de la última cosecha, que fue récord.

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"Silencio, gente pensando"

Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 10 de agosto de 2019

En los pasillos se vivía con fervor la convicción de que en estas pampas se está cocinando la agricultura del futuro. Foto: JUAN JOSE GARCIA.

El congreso de Aapresid, que sesionó esta semana en Rosario, cayó justo en los días previos a la contienda electoral de mañana. Sin embargo, el enjambre de profesionales y productores que deambuló entre las quince salas donde se dictaban en simultáneo la parafernalia de conferencias y talleres, no se distrajo demasiado.

La Argentina está liderando el proceso de transformación que requiere de manera urgente la agricultura, señalada como uno de los responsables del deterioro ambiental. Lamentablemente, algunos siguen repitiendo muletillas inconsistentes, ignorando el profundo cambio que se está desarrollando en estas pampas.

La Siembra Directa es simplemente la punta del iceberg. Como decía Zitarrosa, por debajo hay un gigante sumergido que estremece. Es hora de mostrárselo al mundo. Y facturarlo.

El congreso se llamó “30:10.000”. Un título que invoca los 30 años de vida de Aapresid, que vienen a cerrar 10.000 años de agricultura convencional.

La agricultura nació con el arado, al que hay que agradecerle los servicios prestados por haber generado la oportunidad de alimentar a la humanidad en su crecimiento incesante. Y explosivo en el siglo XX, bastante después de la profecía maltusiana.

Pero ya es hora de darle definitiva sepultura. Porque mientras fluían los granos y las carnes, también escapaban hacia la atmósfera nada menos que un trillón de toneladas de CO2.

Es lo que formaba parte de la materia orgánica de los suelos y que hoy está en el aire, generando el mayor desafío a la humanidad: el cambio climático ocasionado por el efecto invernadero.

Ya pocos niegan el origen antropomórfico, pero eso ahora no es lo más importante. Lo esencial es que sabemos que se puede revertir el proceso. Y es fantástico sentir que podemos hacerlo. Y que lo estamos haciendo aquí. Y ahora.

La siembra directa es mucho más que ahorrar gasoil y fierros. Ese es el plano económico, indispensable. Pero el plano ambiental implica mucho más. Y esto impregna el espíritu de Aapresid y en particular este año, donde las referencias a la huella de carbono estuvieron omnipresentes.

Pero también la irrupción fulgurante de los cultivos de servicio, la incorporación de nuevos conceptos de base biológica al arsenal de herramientas cada vez más eficaces y amigables. La “agricultura regenerativa”, que pareciera un reclamo de la sociedad global, es una nueva oportunidad para un país que se topó con ella en su desesperada huida hacia adelante.

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"Tiene trabajo, Ministro"

Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 03 de agosto de 2019

La cartera que conduce Luis Miguel Etchevehere recupera el rango de ministerio con muchos desafíos por delante.

Hoy el presidente Mauricio Macri confirmará, al inaugurar la Exposición Rural de Palermo, que decidió convertir a la Secretaría de Agroindustria en Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca. Es una noticia que amerita una doble lectura. Veamos…

De un lado, es un contundente mensaje al conjunto de la sociedad, marcando el rumbo hacia una política de desarrollo basada en la combinación de las ventajas competitivas naturales con las que genera la tecnología. Es decir, la producción de base agropecuario. Haber rebajado la categoría de Ministerio de Agroindustria a Secretaría había sido una pésima señal. Ahora recupera el rango ministerial y hay que reconocer el gesto.

Pero la otra lectura es que se le quita al nuevo ministerio la responsabilidad sobre los temas agroindustriales. Es decir, aquello de pasar de ser el granero del mundo a ser la góndola del mundo, que es la muletilla de la gestión que encabeza Luis Miguel Etchevehere, quedaría fuera del radar del nuevo Ministerio. Aparentemente, todo lo que tenga que ver con el valor agregado y en particular con la gestión comercial de los derivados industriales de los productos primarios, quedará ahora en el ámbito del Ministerio de la Producción, que conduce Dante Sica.En realidad, esto ya estaba sucediendo, ya que desde el edificio de Paseo Colón la mayor parte de los temas de la agroindustria habían pasado a un segundo plano. O, directamente, fueron castigados, como sucedió con la suba de las retenciones a los productos industrializados de la soja (harina, aceite y biodiesel), lo que en los hechos significó una transferencia de 500 millones de dólares de la cadena al Estado. En su informe de recaudación del jueves pasado, el mayor incremento de ingresos de la AFIP-Aduana fue por derechos de exportación: subieron un 300%. Mucho tiene que ver esta cuestión.

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"Abriendo surcos sin arado"

Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 20 de junio de 2019

La SD es la expresión más concentrada de la innovación, y tiene una enorme fuerza conceptual.

La Siembra Directa es la abanderada de una nueva forma de agricultura. Es una revolución fenomenal, que inauguró la era de la reversión de las externalidades negativas de la agricultura basada en el laboreo. Es lo que le ha dado el leit motiv al próximo congreso de Aapresid, “30:10.000”. Significa 30 años de Directa tras 10.000 años de arado.

La SD es la expresión más concentrada de la innovación, y tiene una enorme fuerza conceptual. No es simplemente una forma de cultivar con menos consumo de combustibles y mayor cuidado de los suelos. No es solo detener el proceso de erosión de los suelos, fruto de la pérdida de materia orgánica por el laboreo y consecuente oxidación.

La humanidad, en estos diez mil años, mandó a la atmósfera no solo miles de millones de toneladas de carbono quemando combustibles fósiles a raudales, sino también una cantidad fenomenal de carbono que formaba parte de los glomérulos de los suelos agrícolas de todo el planeta.

En la Argentina lideramos este proceso. Economía y ecología son los atributos que se ensamblan para demostrar que es posible una agricultura menos exigente en insumos y recursos, y a la vez más rendidora. Más toneladas por milímetro de agua caída sobre el cultivo. Menos litros de gasoil por kilo de alimento producido. Menos kilos de acero en maquinaria para obtener más kilos de comida para la humanidad.

Nadie en el mundo pensó hasta ahora en estos términos. El primer principio de la ecología es el ahorro de recursos. Eficiencia ambiental no es sinónimo de producir menos, sino organizar los procesos de modo de minimizar el “gasto” que no es solo el tangible económico.

Pero la ruptura paradigmática va más allá de la forma de cultivar y servir (honrando el lema que preside la Exposición Rural de Palermo, que se inicia el miércoles próximo). Impregna toda la actividad, corriente arriba y corriente abajo. Desde las sembradoras directas a las pulverizadoras automotrices, que hoy vienen con botalones de carbono, otra creación argentina que avanza en el mundo. Permitieron duplicar el ancho de labor con las mismas máquinas.

Corriente abajo, inventamos, bajo el mismo hilo conceptual, el silobolsas, donde la Argentina manda en el mundo. Al igual que la siembra directa, no es un invento argentino. Pero no pasaba nada en el mundo desarrollado, donde sobraba capacidad de almacenaje. Aquí resolvió dos cuestiones: las escasez de elevadores, y los cuellos de botella durante la cosecha. Triplicamos la producción en veinte años. Hubiera sido imposible sin el silobolsa.

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"Medidas que hacen falta"

Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 13 de julio de 2019

Esta semana el Senana prohibió el ingreso de cerdos a exposiciones para reducir el riesgo de que nos entre la Peste Porcina Africana (PPA).


Dos noticias de buen impacto esta semana: la mejora del tipo de cambio para una larga serie de productos de alto valor agregado, que padecían una retención de 4 pesos por dólar; y la prohibición del ingreso de cerdos a exposiciones para reducir el riesgo de que nos entre la Peste Porcina Africana (PPA).

En el primer caso, la medida implica un fuerte aliciente a sectores sumamente castigados desde el año pasado, cuando no solo se les hizo una quita del 10% al dólar de exportación, sino que se eliminaron los reintegros. Por ahora no vuelven los reintegros, pero al menos se reduce un 25% la retención.

Dos noticias de buen impacto esta semana: la mejora del tipo de cambio para una larga serie de productos de alto valor agregado, que padecían una retención de 4 pesos por dólar; y la prohibición del ingreso de cerdos a exposiciones para reducir el riesgo de que nos entre la Peste Porcina Africana (PPA).

En el primer caso, la medida implica un fuerte aliciente a sectores sumamente castigadosdesde el año pasado, cuando no solo se les hizo una quita del 10% al dólar de exportación, sino que se eliminaron los reintegros. Por ahora no vuelven los reintegros, pero al menos se reduce un 25% la retención.

La segunda medida, decidida por el titular del Senasa Ricardo Negri, es de enorme importancia. No solo por lo que significa en sí mismo, sino porque le da visibilidad a la intención oficial de hacer todos los esfuerzos necesarios para evitar el ingreso de la enfermedad que diezmó los planteles de la República Popular China, el principal productor mundial.

La crisis de la PPA impactó de lleno en una actividad que “vale” 129.000 millones de dólares anuales en China. El cerdo es la proteína animal más demandada y los precios subieron un 70%. Esto arrastró a otras carnes, generando una interesantísima perspectiva de largo plazo para países que, como la Argentina, tienen un alto potencial de crecimiento en proteínas animales. Ya lo estamos viviendo.

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"Argentinos, a las cosas"

Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 6 de julio de 2019

Foto: JUAN JOSE GARCIA

Desde que me dedico a la comunicación en temas agroindustriales, hace casi 50 años, el telón de fondo fue siempre la cuestión del acceso a mercados. Y en particular, al de la Vieja Europa. Fue el cuello de botella que estranguló sistemáticamente toda posibilidad de progreso del sector que, a través de nuestra historia, se había revelado como el único capaz de construir competitividad sistémica.

Todo fue consecuencia de la exitosísima PAC, la Política Agraria Común, inaugurada en 1962 por los 8 principales países de la UE, cuando necesitaban acompañar la reconstrucción después de la Segunda Guerra con una mayor seguridad alimentaria. Crecía también en esos años el temor a la invasión del ejército de la Unión Soviética, aliado durante la guerra. La experiencia fresca en la memoria indicaba que el mejor “antídoto” era mantener el campo poblado.

 

La estrategia fue, primero, subsidiar al agro para que incrementaran la producción y los ingresos de las familias rurales. La revolución industrial volcó un arsenal tecnológico fenomenal, la productividad creció verticalmente y en pocos años lograron el autoabastecimiento de prácticamente todo lo que consumían.

 

Aparecieron los excedentes. Los precios internos seguían altos, por el pataleo de los productores. La tormenta perfecta para los países naturalmente competitivos: mercados crecientemente cerrados, para que no bajaran los precios internos. Y vuelco de los excedentes al mercado mundial. Guerra comercial de todos contra todos. Precios de los commodities agrícolas en continuo derrumbe.

 

Aquí, entonces, galvanizamos la teoría del “deterioro de los términos de intercambio”. Hagamos otra cosa, porque los precios agrícolas tienden siempre a la baja mientras los de los bienes industriales suben. Hagamos industria, cualquiera, menos agro industria.Bueno, hicimos cualquier cosa y nos caímos del mundo. El “riesgo país” estuvo sistemáticamente ligado a este error forzado por el proteccionismo que se originó en la PAC y se extendió como reguero de pólvora por todo el mundo. Llegaron el GATT, un acuerdo de aranceles que avanzó sin pena ni gloria hasta agonizar en la Ronda Uruguay, cerrada en 1994. Nació la WTO (Organización Mundial del Comercio), donde se fueron dirimiendo algunos conflictos. Pero en estos 25 años la Unión Europea siguió levantando toda clase de barreras al ingreso de productos agrícolas a su mercado.

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"La vaca Muerta, la Vaca Viva y el Venado Tuerto"

Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 29 de Junio de 2019"

Las semillas híbridas de maíz que se producen en Venado Tuerto no solo abastecen el mercado local, también se exportan a Estados Unidos.

Escribo estas líneas desde Venado Tuerto, protagonista central de la Segunda Revolución de las Pampas. Y llamada a ser el buje que articula las dos Argentinas emergentes: la agroindustrial y la del shale gas. Todo tiene que ver con todo, y lo que está ocurriendo es maravilloso.

El auge de la revolución tecnológica traccionó el desarrollo de cientos de pymes en todo el país. Basta hacer el ejercicio desde el Google Earth Pro, que ahora viene con una función que permite ver las fotos satelitales tomadas periódicamente desde hace tres décadas.Las he mostrado a quienes asisten a mis esporádicas conferencias, y se quedan con la boca abierta. Armstrong, Las Parejas, Marcos Juárez, Bell Ville, 9 de Julio, Tandil, San Francisco, se sumaron a la potencia de Rosario como cabecera del agregado de valor industrial a lo que sale del campo, que también es industria corriente arriba.

El parque industrial de Venado Tuerto es sencillamente imponente. Como lo es la Exposición Rural, que Clarín Rural acompaña desde hace años gracias al empuje del inolvidable Nino Herrero Mitjans. El martes pasado se lanzó la edición 2019, que irá entre el 17 y 19 de agosto con una iniciativa inédita: el Paseo de la Semilla. Porque VT es también la capital de la semilla. Un cluster de extraordinaria envergadura, que alberga a científicos de dimensión mundial. Desde allí no solo se asegura el abastecimiento de semilla híbrida de maíza los productores locales, sino que se exporta a Estados Unidos y a otros países, aprovechando la contraestación.

La producción de semilla de maíz tiene un “scrap”. Como se cosecha en espiga, queda el residuo de los marlos y chala. Desde agosto, esta biomasa se convertirá en energía eléctrica, como contamos en Clarín Rural la semana pasada. Pero esas cosechadoras especiales, importadas de EE.UU., necesitan mantenimiento y reparación. Y también reformas. Se las hace a nueva en Venado Tuerto. Tienen mucha hidráulica, como toda la maquinaria agrícola moderna.

Esto traccionó el desarrollo de un subcluster de hidráulica, con dos compañías (Tubiflex y Centro Hidráulico). Existiendo este conocimiento, algunos “loquitos” se animaron a ir más allá del maíz y la soja. El martes, viajando a VT, llamé a mi amigo Martín Bonadeo, un productor de soja que hace quince años decidió invertir sus ganancias en otra cosa. Encontró un nicho en la cosecha mecánica del olivo. Bueno, mi llamado lo despertó: estaba en Australia, donde ya cosechan sus Colossus nacidas en el Parque Industrial de VT. Totalmente electro hidráulicas.

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"Ahora hay equipo"

Editorial del Ing. agr. Héctro Huergo en Clarín Rural del 15 de junio de 2019

Fotografía cedida por la oficina de prensa de Juntos por el Cambio, muestra al presidente , Mauricio Macri, junto al senador Miguel Ángel Pichetto, durante su primer encuentro

El mundo le está ofreciendo una nueva oportunidad a la Argentina. Y todo indica que, esta vez, la sociedad está dispuesta a tomarla. Si este no fuera un año político todo sería más fácil. Pero lo es, y por suerte esta semana parece que se empiezan a poner en fila los patitos.

La fórmula Macri-Pichetto fue bien recibida por los mercados, que ven disolverse los gruesos nubarrones que pintaban el horizonte. Las encuestas subrayaban el avance K y la sombra doliente del chavismo se extendía sobre estas pampas como el fantasma de Santos Vega.

Pero en el agro, quien más sufrió sin duda la experiencia del cristinismo, la elección de un encumbrado peronista como candidato a vicepresidente hizo mucho ruido. Demasiado. Muchos recordaron la actuación del jefe del bloque oficialista en el Senado, y en particular por aquel protagonismo en la cinematográfica noche del “no positivo” de Julio Cobos.

Nunca se me había dado la oportunidad de contar lo que viví en aquellos días inolvidables, donde el campo le puso un freno al deseo K (todavía no explicitado en aquellos días), de ir por todo. Antes bien, preferí mantenerlo en reserva. Ahora creo que es necesario sacarlo a la luz. Miguel Pichetto, voy a evocarte.

Cuando se desencadenó el conflicto, un par de senadores oficialistas con los que yo tenía diálogo frecuente (Carlos Reutemann y Roberto Urquía) me invitaron a una reunión para cambiar ideas. Me dijeron que probablemente se sumara Pichetto, a quien yo no conocía. Empezamos la reunión y a los pocos minutos entró el titular del bloque.

Se presentó, y enseguida me dijo –con mucha calma- que conocía mi punto de vista sobre el disparate de las retenciones móviles. “Coincido totalmente, es un disparate. Pero Néstor está loco con esto. Nadie lo pudo convencer, y ahora estamos frente a un gravísimo problema institucional. Lo que está en juego es la gobernabilidad. Está reunido el bloque y tengo que bajar a sacar una declaración de respaldo. Entiéndame”. Se despidió cordialmente y saludó a sus colegas, que no bajaron a la reunión. Nos quedamos hablando con Urquía, Reutemann y algún otro senador oficialista cuyo nombre no recuerdo.

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"Los planetas se alinearon"

Editorial de Héctor Huergo en Clarín del 1 de junio de 2019

Los estados de Illinois e Iowa, claves en la producción agrícola norteamericana, sufren graves anegamientos.

Hace más de un mes, el vendedor internacional de silobolsas de Ipesa, Alberto Mendiondo, nos alertaba sobre las complicaciones climáticas que amenazaban la siembra de la cosecha gruesa en los Estados Unidos. En su periplo de pre-campaña desde el norte del corn belt hacia el sudeste, Alberto subía a twitter las fotos que iba tomando y pescando, con campos todavía cubiertos de nieve e intensas inundaciones en vastas áreas agrícolas.

Los mercados, sin embargo, no reflejaban temor alguno. Los precios seguían deprimidos, consecuencia de los grandes stocks acumulados luego de una sucesión de grandes cosechas, la guerra comercial entre Trump y Xi Jingpin y la fiebre porcina africana. Los planetas parecían alinearse en contra de los agricultores de todo el mundo. Y también en contra de la salud macroeconómica de la Argentina, tan dependiente de sus exportaciones agroindustriales.

La razón por la que no había reacción era muy sencilla: los farmers tienen una enorme capacidad de siembra. Unos pocos días de buen tiempo y se ponían al día, tanto con el maíz, que es lo que se siembra en abril y hasta fines de mayo, como en soja, que arranca a mediados de mayo.

Pero esos días buenos nunca llegaron. Es más, el clima empeoró. Cuando escribo estas líneas, llega un informe que señala que esta semana hubo más de 200 tornados en el Medio Oeste, siguieron las lluvias torrenciales, el granizo, y hasta nevadas tardías que impidieron el avance de la siembra. Corolario: hasta el lunes pasado faltaban sembrar 40 millones de hectáreas de maíz y soja, respecto a lo que se había cubierto a la misma altura del año pasado.

Pulularon informes de los analistas. Una de ellas, Karen Brown, elaboró un gráfico en el que mostraba la tendencia de los rindes promedio del maíz en función del atraso de la siembra. Un informe del USDA sostuvo que sería necesario apelar a híbridos de ciclo más corto, asumiendo una merma en el potencial de rendimiento. Los mercados estallaron. La taba se dio vuelta de manera abrupta. Subieron el maíz, la soja y el trigo.

En la semana que pasó, los precios se recuperaron un 20%. Pasamos de la depresión a una euforia contenida. Se relamían los chacareros pampeanos, que habían decidido retener la soja, aunque lloraban por no haber guardado también el maíz. Pero con estas tasas algo había que vender, para cerrar la campaña y financiar la próxima.

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"Aunque se vista de seda..."

Editorial del Ing.Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 11 de mayo de 2019"

La nueva genética necesita buena nutrición para expresar su potencial sin deteriorar la relación entre los componentes de los granos.


Bajo la presión del FMI por cerrar el agujero fiscal, el gobierno cayó en una trampa peligrosa. La semana anterior había intentado modificar el esquema de retenciones, pasando de una quita fija de 3 o 4 pesos por dólar según tipo de producto, a un porcentaje del 10 a 12% según el valor de la mercadería exportada, fueran bienes o servicios.La suba del dólar había erosionado el valor en dólares de la retención y catalizó la idea, nefasta para el sector porque implicaba dos cosas: una nueva quita, y romper una vez más las reglas de juego anunciadas hace seis meses.

La intentona fracasó porque, al trascender el rumor, sucedieron dos cosas: los exportadores de la agroindustria, alertados, declararon de inmediato una carrada de operaciones (como siempre sucede, para fijar el tipo de cambio antes de que se aplique la medida. Este anticipo neutralizó parte de los efectos recaudatorios. Y además se armó un gran revuelo en todo el sector exportador, pero en particular en el agro.

Ya lo hemos dichos muchas veces: el peor efecto de las retenciones es la alteración de la relación insumo/producto. Su efecto es bajar el precio del producto, transfiriendo parte del valor al Estado. Al final del día, hacen falta más unidades del bien producido, para pagar la tecnología que se requiere para maximizar la producción. La consecuencia lineal es que provoca un menor uso de insumos. La producción es menos “intensiva” en tecnología. La tierra tiende a ser el insumo principal; menos inversión por hectárea, producción más “extensiva”. Terminamos sin reponer nutrientes, y junto con los granos exportamos tierra.

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"No perder el foco"

Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 03 de mayo de 2019

En estos tiempos de turbulencias es importante no perder el foco. Para el agro, en su continuo huir hacia adelante, no perder el foco es volver a las fuentes. La impronta innovadora fue, al final del día, lo que permitió sobrevivir a la catástrofe de un modelo económico que sólo imaginó la forma de capturar la renta generada por la innovación.

Se cumple este año el 30 aniversario del nacimiento de Aapresid, sin duda la institución que lideró el proceso de cambio tecnológico que dio origen a la Segunda Revolución de las Pampas. Por si hace falta lo reitero: la primera fue la de la conquista territorial. La Segunda fue la de un salto productivo fenomenal, originado por la incorporación masiva del conocimiento. La era de la inteligencia y la razón aplicada sobre el fenomenal sustrato natural de nuestras pampas.

En estas tres décadas, triplicamos la producción agrícola en volumen y la quintuplicamos en valor. La cadena agroindustrial edificó la estructura más competitiva del mundo, tanto que cuando la Argentina está en el mercado, el resto espera. En particular con el complejo soja y ahora con el maíz. Y con el trigo avanzando hacia la recuperación del status que supo tener a principios del siglo XX, cuando fuimos Granero del Mundo.

La Siembra Directa, con mayúsculas, fue sin duda la abanderada de esta enorme transformación. Cuando hacía sus pininos, apareció la soja RR, el primer evento biotecnológico aprobado a nivel mundial. La ola fue imparable. Millones de hectáreas destinadas al pastoreo, infestadas por malezas “de combate obligatorio” (pero que nadie podía combatir), pasaron a la agricultura moderna. En manos de nuevos empresarios, apoyados en una estructura de contratistas que el mundo añora.

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"China y la soja"

Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 27 de abril de 2019


La harina de soja implica embarques por más 10 mil millones de dólares anuales.

Como siempre, atrás de la tormenta de tierra que embadurna el horizonte, suceden cosas que apuntalan el sueño de una Argentina próspera. Esta semana el epicentro fue Beijing, y tuvo que ver, nada menos, con la harina de soja. No es un tema menor en estos momentos, porque se trata del principal producto exportable de un país que pide dólares a los gritos.

La noticia fue que se reunieron las autoridades argentinas con sus pares chinos, para avanzar en protocolos sanitarios y comerciales que permitan destrabar los embarques de harina de alto contenido proteico. Conviene recordar que la República Popular China es el mayor comprador del mundo de poroto de soja, pero siempre fue remiso a adquirir los productos de valor agregado (harina y aceite). Ellos defienden el valor agregado en destino, para darle trabajo a su propia industria de crushing.

La saga de la soja explotó hace veinte años, cuando China aceleró su transición dietética. Es un clásico de la historia económica: las sociedades que se desarrollan incorporan cantidades crecientes de proteínas animales en la alimentación, pari passu con la mejora del ingreso. El fenomenal desarrollo del país más poblado del mundo, llevó a una sustitución de proteínas vegetales por proteínas animales. Las proteínas animales se obtienen alimentando distintas especies (cerdos, aves, vacas lecheras o peces de criadero). El insumo básico para producir todo bicho que camina y va a parar al asador es la harina de soja.

Conviene recordar que la soja es oriunda de China. A mediados de los 90, producían 15 millones de toneladas, destinadas fundamentalmente a consumo humano directo. Pero al despuntar el siglo XXI, las necesidades se expandieron a un ritmo de 4 millones de toneladas por año. Así, el año pasado llegaron casi a las 100 millones de toneladas, por un valor de entre 40 y 50 mil millones de dólares por año.

Esto apuntaló al mercado mundial. Pero la Argentina quedó afuera, porque apostó por desarrollar su propia industria. La capacidad de molienda creció a la par de la producción, que en el mismo período (desde mediados de los 90 hasta ahora) se expandió de 15 a 60 millones de toneladas. El tema es que había que competir con la tendencia de casi todos los países a tener su propia industria de crushing, para lo cual favorecían la importación y castigaban con aranceles a los productos de valor agregado. China era uno de ellos: la harina paga un 5% de derechos, y el aceite un 9%, mientras el poroto paga solo 2%.

Por eso aquí existió durante años un diferencial, que apuntaba a compensar esta situación. El año pasado, la conducción oficial eliminó ese diferencial, poniendo en igualdad de situación a la exportación de poroto con la de harina y aceite.

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