"Coronavirus: gente trabajando, en el mundo que sigue andando"
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 1 de mayo del 2020
Sudamérica es la gran base productiva, en plena expansión, que hoy provee alimentos a todo el planeta. Vida inteligente en Argentina, para una agenda-país.
Las actividades a campo continuaron sus procesos estacionales, al ritmo de la biología, y con el fin de abastecer a los consumidores.
Podrido de la cuarentena, seguro. Yo también. Pero... me pongo mejor cuando corro un poquito el velo del coronavirus y veo un mundo que sigue andando. Es cierto: nada va a ser igual. Pero la brújula funciona por magnetismo y sabe marcar el rumbo en la penumbra. Con el permiso del caso, voy a intentarlo.
Hay una mala costumbre de la humanidad. Comer. Antes de la pandemia, ya no se alimentaba con proteínas, hidratos de carbono, lípidos y vitaminas. Esas sustancias venían camufladas en otros envases.Colores, aromas y sabores, como decía el Negro Ordóñez hace veinte años. Y yo le agregaba: y además, historia, geografía, cultura, variedad de origen, habilidad culinaria, arquitectura, indumentaria, moda, comunicación. Desde el Champagne de Eperney al Malbec de Luján de Cuyo o el Pinotage sudafricano, del Pisco Chileno (o peruano, no se ofendan) al Whisky escocés, desde la carne Kobe al Novillo Argentino, Salud. El de la larga fama.
En el camino, todos los ingredientes y los recursos básicos para obtenerlos. Sudamérica es la gran base productiva, en plena expansión, que hoy provee a todo el mundo. Como el maravilloso maíz, que los aztecas cultivaban cerca de su centro cultural y religioso, Tenochtitlán, obteniendo una alta producción y fertilidad. Ellos desarrollaron las "Chinampas", franjas rectangulares con estrechos canales con aguas del lago Texcoco.
Bueno, este año Argentina y Brasil (juntos) están prácticamente duplicando las exportaciones de maíz de los Estados Unidos, hasta hace muy poco dueño exclusivo del mercado internacional. El maíz es el paradigma de alimento, energía y salud: grano para consumo humano directo, pero base imbatible para la alimentación de todo bicho que camina y va a parar al asador. Energía renovable, a través de la fermentación alcohólica, la misma con la que los incas hacían la chicha. Yo le beso las manos al Inca Viracocha, “que inventó el maíz y enseñó su cultivo”.
Alcohol… ¿les suena? La prevención del coronavirus. Alcohol en gel, que se hace mezclando etanol con glicerina. Argentina es el mayor exportador mundial de glicerina refinada, partiendo del co-producto de la transformación del aceite en biodiesel. Combustible renovable, como el etanol.
Y el aceite viene de la soja, y es solo el 18%. El 80% restante es alimento. El novillo de Kobe come harina de soja argentina, como el salmón noruego, el del Puerto Montt, o las 20 millones de toneladas de pescados y mariscos que producen las estaciones de acuacultura en la República Popular China. O sus cerdos, y no les alcanza. Ya están retomando las importaciones de carne vacuna, donde también Brasil y Argentina, más Uruguay y Paraguay, son sus grandes abastecedores.
"Compromiso y responsabilidad del agro"
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 21 de marzo de 2020
Para el campo y la agroindustria, entonces, esta exención que hizo el presidente fernández no es un privilegio. Es, ante todo, un compromiso.
Las "Industrias de alimentación, su cadena productiva e insumos” y "las actividades vinculadas con la producción, distribución y comercialización agropecuaria y de pesca” quedaron exentas del decreto de necesidad urgencia 297/2020, que impuso el aislamiento social preventivo y obligatorio como estrategia para frenar al coronavirus. También se eximió a las actividades vinculadas con el comercio exterior.
Antes, el presidente Alberto Fernández había planteado que estamos en guerra contra un enemigo invisible. No conozco mucho del arte militar, pero he escuchado alguna vez que en cualquier guerra lo fundamental es la cadena de suministros. Un amigo, que sí sabe de esto, me recordó que en la Primera Guerra Mundial, Francia tuvo más muertos de hambre que de balas. Esa fue la base del proteccionismo a su sector agrícola, que luego se extendió a toda Europa, hasta hipertrofiarse luego de la Segunda Guerra.Para el campo y la agroindustria, entonces, esta exención no es un privilegio. Es, ante todo, un compromiso. Surge de la necesidad de garantizar la seguridad alimentaria. No solo la de los argentinos, que consumen sólo el 10% de los alimentos que el país produce. La Argentina juega un papel relevante en la provisión de granos, proteínas vegetales y animales, e insumos nutricionales básicos para 400 millones de habitantes. No es cuestión de plata, solamente, aunque también hacen falta los recursos económicos, en la guerra más que en la paz.El compromiso tiene varias vertientes y derivaciones. Primero, la responsabilidad de producir más y mejor, como se pueda. Ya conocemos las restricciones económicas. Ya sabemos que hay (me gustaría decir “hubo”) mucha bronca. No es el momento de destilarla. La Mesa de Enlace, reconocida por todo el mundo como la conducción natural, ofreció su colaboración. Saludo la actitud, la semana pasada estábamos al borde de una fractura peligrosa.
El segundo compromiso es cuidarse entre todos los que están involucrados con la actividad. Mucho cuidado, porque la exención al aislamiento no implica libertinaje de movimientos. Hay que restringirlos a lo necesario. Hay mucha gente vinculada al agro, en forma directa e indirecta. Nos ufanamos de ello como punto a favor del sector. Entonces, que haya salvoconductos para todos, agrónomos, veterinarios, contratistas, camioneros, no significa que podemos hacer cualquier cosa.
Felizmente, hemos visto varios protocolos de bioseguridad, lanzados por las empresas, cámaras y asociaciones del sector. Hay que aplicarlos con mucho rigor. En estos días, cuando tome vuelo la cosecha, habrá mucho contacto con gente que se mueve cientos de kilómetros. Todos entendemos. Van del campo a la ciudad, de la ciudad al campo.
"ideas, solo ideas"
Editorial del Ing.Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 29 febrero de 2020
No hay perspectiva a largo plazo si se castiga a los sectores exportadores. Foto: JUAN JOSE GARCIA
En enero, el flamante (por entonces) ministro de Economía Martín Guzmán sorprendió con una convocatoria pública a que le enviaran ideas para manejar el tema de la deuda. Dejó una dirección de mail y se me ocurrió escribirle. Como no tuve acuso de recibo, me pareció pertinente darla a conocer a través del newsletter de Clarín Rural, que sale los martes y reciben miles de suscriptores. Y a resumirla poco después en la habitual columna de los sábados.
Lo que yo le proponía al ministro es que el campo podría hacerse cargo de la deuda con el FMI, que actualmente asciende a 44.000 millones de dólares pero falta recibir un tramo de 5.000. La idea era crear un mecanismo diferente al actual de las retenciones, respetando la necesidad de mantener la recaudación sin afectar la ecuación productiva, en la inteligencia de que no hay perspectiva a largo plazo si se castiga a los sectores exportadores.
El mecanismo consistía en eliminar los derechos de exportación y sustituirlos por un pago por el “derecho a producir”. El monto: 5.000 millones de dólares por año, un monto que sale de un cálculo no muy preciso pero tampoco muy arbitrario sobre la capacidad de “ahorro prestable” del sector agroindustrial. En diez años terminamos con el FMI.
Funcionaría parecido a las retenciones. Para lograr el permiso de embarque, el exportador debía depositar el 20 % del valor a embarcar, a cambio de lo cual recibía un bono a diez años, con una pequeña tasa de interés y en dólares. Al comprar la mercadería, el exportador pagaría 80% cash y 20% con el bono. Este podría aplicarse a diferentes destinos o negociarse en el mercado secundario.La idea era convertir la actual exacción en un préstamo forzoso. El productor recibiría “precio lleno”, aunque una parte en bonos. El Estado necesita recursos y en el corto plazo no habría sacrificio fiscal. Es como que, en lugar de pedirle a los bonistas y al FMI, o a los bancos locales o la Anses, se le pida a quienes tienen todavía cierta capacidad de ahorro. Dentro de las cosas que se podrían hacer con el bono, es financiar parte de las inversiones de valor agregado, maquinaria, riego, etc. desencadenando esas “políticas activas” que tanto seducen al poder.A la luz de lo que viene pasando, creo que nadie de Economía le prestó atención. Pero sí recibí innumerables comentarios (a favor y en contra) de los lectores. Todos coincidieron en algo: este gobierno no la iba a tomar. Es más fácil seguir con las retenciones. Igual vale la pena seguir el hilo.
"El espectáculo del maíz"
Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 22 de febrero de 2020
Es una locomotora en plena marcha. El promedio nacional trepó a 8 toneladas por hectárea. Creció el consumo interno, de 4 a 15 millones de toneladas, y las exportaciones a más de 30.
En apenas 25 años, llegamos a un rinde nacional de más de 80 quintales.
“Maíz a 100 quintales por hectárea”. Con este título, la tapa de Dinámica Rural de abril de 1982 sacudía al mundo rural. Es que el rendimiento promedio del maíz en la Argentina era por entonces de 30 quintales, y en la zona núcleo era muy difícil que algún chacarero superara el límite de las “100 bolsas” (60 quintales).
Pero había un productor, en Teodelina, que había implementado un paquete tecnológico diferente. La clave era el control de malezas y la fertilización, además del cuidado de todos los detalles. Era Juan Avellaneda (Johnny), en la Estancia Santa Juana. Lo visitamos allí con el Tano Grupalli, el gran fotógrafo de la revista de Quinterno.Johnny nos contó que desde hacía unos años visitaba el corn belt de los Estados Unidos, donde el rendimiento rondaba los 75 quintales, y los de punta superaban los 100. “Yo me decía que nunca iba a sembrar maíz como los norteamericanos. De pronto, me doy cuenta que estoy haciendo todo exactamente como ellos”. Y los resultados estaban llegando, rompiendo el paradigma de la superioridad de los suelos del cinturón maicero, los días más largos en verano, la nieve en invierno y tantas cosas con que los expertos nos habían convencido de que “Pergamino no es Iowa”.
Diez años después de aquella nota, Santa Juana seguía progresando, pero a nivel general los avances habían sido magros. El rinde promedio había subido a 36 quintales. Es lo que había cuando acepté la presidencia del INTA, en 1994. La brecha con los EEUU se había ampliado. Había un ancho espacio para crecer.
Y lo hicimos. En apenas 25 años, llegamos a un rinde nacional de más de 80 quintales. Acortamos tremendamente la brecha. Híbridos simples de mucho mayor potencial y estabilidad, fertilización inteligente, lotes limpios gracias a la rotación con soja. Por supuesto, siembra directa.
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"Y sin embargo, si muove..."
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 15 de febrero de 2020
Entre fuertes preocupaciones y su dinamismo natural, la agroindustria afronta problemas -trigo, carne, ambiente, Vicentín, semillas- pero busca salir adelante.
En medio de diversas dificultades evidentes, la producción agroindustrial argentina sigue adelante y va camino a un importante volumen de cosecha de granos gruesos. (REUTERS/Agustin Marcarian)
La preocupación del agro está subrayada por gruesos trazos de evidencias. Cuando uno quiere hablar de futuro, la realidad lo sacude con un presente complicadísimo y un horizonte lleno de nubarrones. El rumor del retoque de 3 puntos a las retenciones de la soja, el de la vuelta de los ROEs en trigo o algo parecido, la crisis financiera de Vicentín (más las de algunos “correacopios”), la incertidumbre sobre lo que van a hacer con las exportaciones de carne vacuna, impregnan la diaria de nuestra labor periodística. Los dirigentes en estado de deliberación, y soportando la presión de “las bases”, que exigen medidas de fuerza. Por ahora no hay consenso, en la mesa de enlace, para desatar hostilidades, pero todo pende de un hilo muy finito.
“Y sin embargo, se mueve”. La rápida reacción de los productores de La Pampa, ante la decisión del gobierno provincial de prohibir la venta de agroquímicos, llevó a una solución inmediata. Se puso en marcha el protocolo de Campo Limpio que resuelve adecuadamente la cuestión de los envases. Habíamos planteado la preocupación en esta columna el sábado pasado. El agua no llegó al río, la cosa está encarrilada. Se puede.
Ojalá esta sea la dinámica. Hay cosas que tiene que resolver el sector privado. El caso Vicentín, por ejemplo, que presentó convocatoria esta semana, frente a una serie de medidas cautelares y embargos promovidos por algunos acreedores (ver página 4). Y otras cosas que serán privativas del sector público. Ahí reside la preocupación y el estado de alerta de productores y dirigentes.
Por ejemplo, la cuestión del trigo. El ritmo con el que se comercializó la cosecha que se acaba de levantar fue vertiginoso. Y también fueron muy fuertes los embarques de enero, con la exportación muy activa en la compra del cereal. Obviamente, el gobierno sigue con atención el tema. El secretario de Agricultura, Julián Echazarreta, que de esto sabe un rato largo, dijo en una mesa de trigo en Córdoba que faltando nueves meses para la próxima cosecha, es un rol del gobierno mantenerse vigilante y eventualmente “intervenir”. El término levantó algo de polvareda, pero desde el propio sector comercial salieron a poner paños fríos, contando que hay un acuerdo entre exportadores, molineros y gobierno para asegurar el abastecimiento fluido de trigo a lo largo del año. Es una cuestión sensible siempre. Tampoco en este caso pareciera que el agua llegará al río. O el trigo al mar.
El ministro Luis Basterra se manifestó también en repetidas oportunidades con mucha prudencia, y no parece querer fogonear mecanismos del pasado. Esta semana dio también una buena señal, al acompañar a la Asociación de Semilleros Argentinos el lanzamiento de la cosecha de semilla de maíz en un criadero de Salto. Allí estuvo también Ramón Ayala, titular del gremio de Trabajadores Rurales (UATRE), resaltando la relación de armonía en una industria clave, porque todo nace en la semilla. Y porque es la expresión concentrada del avance tecnológico de toda la cadena agroindustrial.
El otro tema es el de la carne vacuna. Esta semana se reunió, por primera vez en la era AF, la mesa de carnes. Fue en la sede de Unica, una de las cámaras referentes del sector frigorífico. Allí se repasaron todos los temas, muchos que siguen pendientes, en particular la necesidad de una ecualización de la cadena en lo fiscal y lo sanitario. Pero el foco estuvo puesto en mantener un necesario flujo de exportaciones, garantizando un buen nivel de abastecimiento interno. Es lo que le interesa a un gobierno que sabe que ahora las carnes pesan en la balanza comercial (tema clave) pero que también tienen alto impacto en el consumo interno.
"En el reino del revés"
Editorial del Ing.Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 8 de febrero 2020
La agencia ambiental de EE.UU. y el primer ministro británico expresaron respaldos firmes al glifosato y a la producción de alimentos con OGM.
El glifosato es el herbicida más utilizado en el mundo y viene sufriendo duros embates desde hace años.
La EPA, la agencia de protección ambiental de los Estados Unidos, informó esta semana que ha finalizado la revisión de toda la documentación referida al glifosato, concluyendo que “no hay riesgo en lo concerniente a la salud humana cuando es usado de acuerdo a las indicaciones de la etiqueta, y que no es carcinogénico”.
Es una noticia de enorme importancia: el glifosato es el herbicida más utilizado en el mundo y viene sufriendo duros embates desde hace años, cuando se convirtió en el blanco preferido de las organizaciones ecologistas. La Argentina –donde se convirtió en una herramienta fundamental para el avance agrícola en los últimos treinta años- no estuvo ajena a estos ataquLa decisión llega en un momento crucial, porque al amparo de documentos que plantearon dudas sobre sus efectos sobre la salud, se desencadenaron procesos judiciales por montos siderales en los Estados Unidos. Esto se aceleró apenas finalizó la mega adquisición de Monsanto (la empresa norteamericana que desarrolló la molécula) por parte de la alemana Bayer. Concretamente, la EPA ahora contrarresta el documento de la organización europea de referencia en el tema cáncer (la IARC), que había puesto al glifosato en el nivel A2, de “probablemente” carcinogénico.
En el grupo A2 el glifosato comparte el mismo riesgo cancerígeno que el mate caliente, las emisiones de una chimenea hogareña o trabajar en una peluquería.
La EPA fue más allá: aparte de despejar la cuestión del efecto en la salud humana, planteó el aporte del glifosato a la sustentabilidad, al haber facilitado la transición hacia la siembra directa y el laboreo reducido.