"¿Un país agroindustrial?"
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 26 de enero de 2019
Mauricio Macri y Luis Miguel Etchevehere en la última edición de Expoagro.
Una de las definiciones clave de Mauricio Macri, repetida machacosamente desde la campaña que lo coronó Presidente en 2015, fue que la Argentina era un país agroindustrial. Remató la sentencia con la idea de dejar de ser el “granero del mundo” para convertirnos en “el supermercado del mundo”. Realmente aleccionador, sobre todo por el contraste con el gobierno kirchnerista, que repudió todo lo que tuviera que ver con el agro en particular después de la derrota en la batalla de la Resolución 125.
La catástrofe devino precisamente de esa burda y visceral reacción, que derivó en el freno al sector más dinámico y pujante en la primera etapa del gobierno K. Conviene recordar que en diciembre de 2015 el Banco Central estaba boqueando, vendiendo dólares que no tenía en el mercado de futuros, con el tipo de cambio desdoblado y un divorcio creciente entre el dólar oficial y el dólar “posta”.
Macri dio vuelta la historia en la primera semana de su gobierno. Unificación cambiaria, eliminación de las retenciones y restricciones a la exportación de trigo y maíz, reducción a las de la soja. Es historia conocida: la reacción del campo fue rápida, ya el primer año subió un 40% la producción de trigo y maíz, y la soja –aun con derechos de exportación de 30%, solo cinco puntos menos que antes—se mantuvo.
Así veníamos, hasta que la sequía del año pasado diezmó la producción. Se perdieron 8.000 millones de dólares, y tembló la economía. Más allá de otros factores, algunos externos, la realidad es que la caída de las exportaciones agrícolas tuvo mucho mayor impacto que el que (en aquel momento) estimaron los economistas.
"La gran cuenca fotosintética"
Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 19 de enero de 2019
La administración Macri, en su último año del primer mandato, tiene la oportunidad de aliarse con Brasil y los otros vecinos igualmente “verdes” de la gran cuenca fotosintética sudamericana. Foto: Agencia Brasil/ Marcelo CAMARGO
Voy a intentar unir los tres hechos más importantes de la semana agropecuaria: las inundaciones en el nordeste, la visita de Mauricio Macri a Jair Bolsonaro, y el anuncio de la UE de que estaría por autorizar una cuota de biodiesel argentino. Hay un cordón que los une.
Primero, el drama de las inundaciones remite nuevamente a la cuestión del cambio climático. La recurrencia de eventos extremos no admite el negacionismo que anida en ciertos cenáculos. Hasta el propio Trump, que en sus dos años de mandato tuvo que asumir huracanes inéditos e incendios forestales extremos, tuvo que reconocer que algo está pasando. Y aunque alguno pretenda negar el origen antropogénico del fenómeno, esta causalidad ya ha dejado de ser relevante.
Lo concreto es que hay más CO2 en la atmósfera –dejemos de lado por qué—y urge tomar acciones. Está perfectamente medido que es aumento del tenor de dióxido de carbono lo que está generando el calentamiento global. Y éste es el responsable del cambio climático. Está también perfectamente medido cuántos grados se va a calentar el planeta por cada punto de aumento del CO2. Y viceversa: en cuánto se podría retrotraer en función de la conducta humana respecto a las emisiones de gases de efecto invernadero.
"La mejor noticia, también la peor"
Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 12 de enero de 2019
La tecnología Enlist de Corteva es el evento más importante de los aprobados por China.
Por varias razones, la mejor noticia de la semana fue la aprobación de cinco eventos biotecnológicos por parte de la República Popular China. En primer lugar, porque es la primera tanda de liberaciones después de 18 meses, lo que significa un respaldo al mayor salto tecnológico de la agricultura global en los últimos treinta años, cuando irrumpieron las semillas transgénicas.
En segundo lugar, porque el producto claramente más favorecido es –una vez más—la soja, el commodity agrícola más dinámico en el siglo XXI. Conviene recordar que China es por lejos el mayor comprador mundial de poroto de soja, con importaciones del orden de las 100 millones de toneladas anuales, por un valor de 40 mil millones de dólares.
El evento principal ahora liberado es el Enlist, de Corteva, la empresa que surgió el año pasado tras la fusión de Dow y Dupont. Llega en un momento crucial: despues de tres décadas de uso y abuso del herbicida glifosato, se verificó un preocupante desarrollo de malezas tolerantes. Este problema se convirtió en la mayor amenaza para el cultivo. Todas las compañías proveedoras de tecnología –junto con los expertos del sector público y privado--vienen devanándose los sesos e invirtiendo enorme cantidad de recursos para encontrarle la vuelta.
En este sendero, la irrupción de Enlist significó un aporte sustantivo. Combina la tolerancia al otrora exitoso glifosato, con otras dos moléculas: el glufosinato de amonio, y el 2,4D cholina. Ambas tienen modos de acción diferentes al glifo, por lo que constituyen una herramienta clave en la saga de rotar los herbicidas, principal recomendación de los expertos en malezas.
"Recrear el vínculo de confianza"
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 5 de enero de 2019
En Argentina se utilizan productos “banda verde” para pulverizar, que son más inocuos que los que se usaban hace 30 años.
Más allá de las tribulaciones económicas, que no son fáciles de soportar, el agro enfrenta la amenaza de ruptura de un pacto ancestral con los habitantes de las ciudades: ser un proveedor confiable de alimentos y servicios ambientales. La acción maliciosa de movimientos surgidos hace cincuenta años –con el mayo francés de Daniel Cohn Bendit, hoy eurodiputado verde—socavó esa confianza.
La gran tarea para el 2019 es recrear el vínculo de confianza. Se están haciendo muchos esfuerzos importantes desde el propio sector. Y también desde los gobiernos provinciales. La provincia de Córdoba, por ejemplo, ha establecido estímulos económicos a quienes cumplen lo que se ha dado en llamar Buenas Prácticas Agrícolas. El concepto fue impulsado por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires hace varios años, bajo el lema “El campo hace bien”. Y AAPRESID creó un eficaz sistema de certificación, originado por Santiago Lorenzatti.
El gran tema está en las “fumigaciones”. Primero, una cuestión básica: en el campo no se fumiga, se pulveriza. Para muchos será una cuestión semántica, pero es una línea de corte definitiva. Fumigar significa atomizar un producto hasta un tamaño de partícula de deriva incontrolable. Es humo, como el que largan los escapes de los autos. Ya lo dijimos hace un tiempo: en las 20.000 hectáreas de la ciudad de Buenos aires se fumiga (es decir, se hacen humo) 2 millones de metros cúbicos de nafta y gasoil por año. Una “dosis” de 10 mil litros por hectárea. La fumamos entre los 10 millones que pasamos el día en la ciudad.
"pan abajo del brazo"
Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 29 de diciembre de 2018
El 2019 viene con un pan abajo del brazo. Se está concretando la tan esperada cosecha récord de trigo, con un dato llamativo: mientras las estimaciones hablan de una leve caída respecto a lo que se esperaba hace un mes, la realidad es que donde entran las corta y trilla sale más trigo del que se esperaba. Veremos si las lluvias de estos días lavaron algo los lotes al sur del meridiano de la ruta 5, donde también pegaron algo las heladas tardías. Pero el dato es que andaremos por las 19,5 a 20 millones de toneladas.
Encima, con precios sorprendentemente elevados, contradiciendo la tendencia natural en tiempos de cosecha. El ritmo de ventas (y compras, por supuesto) ha sido intenso y ya se colocó más de la mitad de la producción. En términos brutos, sumando demanda interna y exportación, el valor de la cosecha supera los 4 mil millones de dólares. Dos tercios (3.000 millones) son divisas contantes y sonantes.Para tener una idea de lo que significa, basta remontarse al 2015, cuando los embarques no alcanzaron los mil millones. Decían por entonces en Agricultura que la baja del trigo se había compensado con el aumento de la cebada, que había llegado a 3 millones de toneladas. Bueno, este año la cosecha de cebada será de 4 millones, en este caso totalmente destinada a la exportación. Son otros 800 millones de dólares. Así que entre los dos cereales de invierno estaremos cerca de los 4.000 millones, y sin comprometer la mesa (ni la barra) de los argentinos.
"Antes de lo esperado"
Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 03 de diciembre
La respuesta llegó antes de lo que esperábamos, y fue la noticia de la semana. El sábado pasado, en esta columna, planteamos que el gobierno (“muy enfrascado en atajar penales”), debería pasar a la ofensiva, aprovechando las nuevas oportunidades que le brinda el mundo. “Una gran señal –decíamos-- sería que las máximas autoridades convocaran a las cadenas por producto (Acsoja, Maizar, Argentrigo, Asagir) y sentarlas en una mesa, junto a las gremiales, para relanzar el pacto agroindustrial implícito en el arranque de la era Macri”.