"Es la Soja estúpido"
Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 29 de septiembre de 2018
fuente:https://www.clarin.com/rural/soja-estupido_0_MJSsBVM9V.html
La producción de soja está estancada en la Argentina desde hace diez años y por la falta de un marco jurídico actualizado se demora la adopción de nuevas tecnologías
La sombra doliente de las retenciones vuelve a posarse sobre la pampa argentina. Cuando parecían digerirse los deletéreos efectos del regreso de los derechos de exportación, con el paliativo de que “por lo menos esta vez son para todos los sectores”, un artículo del proyecto de ley de Presupuesto 2019 puso nuevamente en tensión a las cadenas agroindustriales. Es el que faculta al Poder Ejecutivo a elevarlas hasta un 33%, “en caso de necesidad”, sin muchas especificaciones.
Quienes redactaron este artículo parecen ignorar lo elemental. Más allá de dejar expuesta la intención de seguir a los mordiscones (seguramente con el agro en primer lugar, porque, ya sabemos, es el botín más tentador), lo que los autores no perciben es el daño que agregan al funcionamiento del sector.
Se ve que no tienen idea de cómo operan los mercados, ya de por sí bastante volátiles. Pero una cosa es la volatilidad intrínseca del negocio, donde inciden desde los pronósticos meteorológicos en todo el mundo, hasta el humor de Trump y sus belicosos arrebatos. Y otra muy diferente es agregar la incertidumbre del manipuleo de los derechos de exportación.
Ya teníamos bastante con la incertidumbre cambiaria, que se puede arbitrar en los mercados del dólar futuro. El flamante titular del Banco Central fijó una banda de flotación, con epicentro en los 40 pesos y un ajuste del 3% mensual, lo que daba algún horizonte. Pero el agregado de esta suerte de retenciones ad libitum infecta a todo el sistema de coberturas con el virus de la discrecionalidad.
Vale la pena repasar dónde estamos parados. Esta semana hubo dos eventos de extraordinaria importancia: el lanzamiento de la campaña 2018/2019 en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, y el Seminario de Acsoja en la Bolsa de Comercio de Rosario. Los viví muy de adentro, y muy intensamente, porque me tocó moderar dos paneles cruciales, con actores de primera línea en la cadena de la soja, que es la madre de todas las batallas.
La soja, de la noche a la mañana, se había convertido en la abanderada de la Segunda Revolución de las Pampas. El uno a uno de la convertibilidad generó enormes dificultades de adaptación en el segmento de los productores. Pero desató una corriente fenomenal de tecnología y fue un enorme impulso a la inversión. Ahora había un solo dólar para todo lo que se compraba y para todo lo que se vendía. Era algo nuevo, porque antes entre retenciones y cambios múltiples, equipos e insumos se pagaban carísimos en términos del producto obtenido. La producción era defensiva, “extensiva”, se tendía a producir a base de tierra, el insumo que siempre estaba, pero cada vez más deteriorado.
Así, la Argentina pudo captar todos los atributos de la nueva tecnología, desde la genética en semillas hasta la mecanización, pasando por la protección y nutrición de los cultivos. La soja, que se había estancado en las 15 millones de toneladas, cantó las 40 apenas diez años después.Y siguió subiendo, por inercia y por la ayuda de buenos precios internacionales, cuando la crisis del 2002 llevó a aplicarle derechos de exportación. Primero, del 10%. Enseguida, el gobierno de Nestor Kirchner las llevó al 20. Luego, al 27, y al final de su mandato, al 35 para dejarle la mesa servida a su sucesora. El intento de las retenciones móviles fracasó, pero quedaron en el 35%.
La concepción del “yuyo” generó la imagen de que no pasaba nada, que igual la soja seguiría fluyendo. Como además había retenciones del 20% para el maíz y del 23% para el trigo, a los que se sumaban las restricciones a la exportación, la soja fue la única alternativa. Pero todo se estancó. El gobierno K había puesto el pie en la puerta giratoria y terminaría agonizando por falta de divisas.
La administración Macri cambió la tendencia. Liberó el tipo de cambio y eliminó las retenciones a los cereales. Y hubo una explosión. A la soja le prometieron una reducción. No pudieron cumplir. El estancamiento se hizo más evidente. Hace diez años que no podemos despegar de las 50 millones de toneladas. Grave para el principal producto exportable de la Argentina, que llegó a aportar más de 20.000 millones de dólares por año.
Y ahora no solo se insiste con la gabela, sino que se eliminó el diferencial arancelario del 3%, un pequeño premio al agregado de valor, pero suficiente para haber convertido a la Argentina en el primer proveedor mundial, con un extraordinario flujo de inversiones en plantas de crushing y puertos sobre el Paraná.
En el Seminario de Acsoja de la BCR el empresario Roberto Urquía mostró el impacto deletéreo sobre toda la cadena de esta decisión extemporánea. Hoy todos los países del mundo, desde los competidores en el rubro hasta los consumidores, han recibido un inesperado impulso a la idea de llevarse el trabajo a su casa. Destrucción sin nada a cambio, porque ni el gobierno ni los productores van a mejorar sus ingresos por esta medida, que el directivo de AGD llamó a rever de inmediato.
El estancamiento sojero tiene otra vertiente. Se ha erosionado patéticamente el mejoramiento genético. La falta de un sistema de protección de la propiedad intelectual determinó un estado de conflicto permanente entre obtentores y productores.
El tema viene de lejos, pero la administración Macri ya lleva tres años. El MinAgro, en manos de los productores, no ha exhibido avances sustanciales en un tema que está generando un creciente atraso y un enorme lucro cesante. El lucro cesante es la variable más difícil de medir. Pero la de efectos más devastadores.
Estamos estancados, y es la soja.
Wageningen, la "ganadrería circular"
Editorial del INg. Agr Héctor Huergo en Clarín Rural del 22 de septiembre de 2018
Fuente: https://www.clarin.com/rural/wageningen-ganaderia-circular_0_Ym3_OxJXF.html
Producción de biogás en un feedlot. El Establecimiento Los Corrales de Nicanor, ubicado a 30 kilómetros de Reconquista, Santa Fe está asociado a las boenergías.
El Diálogo sobre el Futuro de la Agricultura, que se realizó esta semana en la sede central de Bayer en Monheim (República Federal Alemana), no solo permitió conocer la visión de la compañía, apenas tres semanas después de haber finalizado la compleja operación de compra de Monsanto.
Los directivos de Bayer abrieron el juego, incluyendo una visita a la señera Universidad de Wageningen (en Países Bajos), un verdadero think tank en materia agrícola, que estaba celebrando sus primeros cien años de vida. Allí recibimos un baño de información sobre las tecnologías que vienen, desde la robotización de invernáculos hasta el fascinante mundo de los biomateriales.
Pero quizá el punto de mayor interés haya sido la presentación y posterior debate sobre la “ganadería circular”, un paradigma que se interpone entre dos relatos (“narrativas” fue el excelente y más sugerente término utilizado por la investigadora Hannah Van Jasken). Uno es el del productivismo, más próximo a nuestra visión. El otro, el de los consumidores que cuestionan la alimentación con proteínas animales, con argumentos ambientales y emocionales.
Los productivistas sostienen que el costo ambiental de la ganadería se reduce con un incremento de la eficiencia. Hannah le dio la razón. Pero remarcó que una ganadería de mayor productividad sigue consumiendo una gran cantidad de recursos (fundamentalmente hectáreas de tierra). Ha tomado fuerza el antagonismo “food vs. feed” (comida para los humanos vs comida para los animales), que no se resuelve con el hecho de que los avances de la ciencia hayan permitido mejorar la eficiencia de conversión.
Por el lado de los consumidores anti proteínas animales, la experta señaló que la humanidad se desarrolló sobre la base del su consumo, y que las dietas vegetarianas tienen limitantes nutricionales. Y observa que al mismo tiempo que crece la población vegana, también aumenta el consumo de carnes de todo tipo, lo que genera presión sobre los recursos.Entre ambos paradigmas, la investigadora de Wageningen instala el de la . “ganadería circular”. Incorpora la idea de la eficiencia en todo el proceso, desde la cría hasta el engorde. Pero también la alimentación con otros recursos, en particular los co-productos de la industria de fermentación. Mostró que la poderosa industria cervecera de Países Bajos ha contribuido de manera sustancial con la provisión de las heces de malta en la emblemática industria lechera holandesa. Lo mismo con el afrechillo de la molienda de trigo, y los deshechos de la remolacha y productos hortícolas. Esto implica la solución de un problema de efluentes, valorizándolos a través de la cadena de proteínas animales
Incluyó en esta ganadería circular la captura de los efluentes, tanto para reducir la contaminación por nitratos y fósforo. La producción de bioenergía y el riego con el sustrato rico en minerales que queda luego de la fermentación de la bosta han tomado un enorme protagonismo. El círculo se cierra con la utilización de subproductos de la industria ganadera en otras actividades.
La buena noticia es que en la Argentina, casi sin darnos cuenta, ingresamos en la era de la ganadería circular. Ya lo hemos remarcado en estas páginas: el cluster etanolero del centro de Córdoba no solo significó una mejora para el precio del maíz en la región, absorbiendo el flete a puerto. También está dando lugar a un encadenamiento productivo que reúne todos los atributos de la eficiencia tecnológica y ambiental. Quizá sea el momento de pensar en ponerle un sello distintivo a todo este desarrollo virtuoso, agregándole a la tradicional calidad de nuestra carne el certificado de calidad ambiental.
" Y sin embargo, se mueve"
Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 15 de septiembre de 2018
Fuente: https://www.clarin.com/rural/embargo-mueve_0_rk59ETFOQ.html
Mientras el ruido urbano se afana por ocupar las primeras planas, el agro da muestras de querer digerir lo mejor posible las malas nuevas de la semana pasada, cuando volvieron las retenciones. El gobierno hizo lo suyo: el Presidente Mauricio Macri abrió, el jueves, un importante evento de Confederaciones Rurales Argentinas, la entidad que había criticado con más énfasis la temida gabela.
El gesto se valoró, por la sinceridad al reiterar que lo considera un mal impuesto, y sobre todo porque insistió en que es transitorio. Aunque ya sabemos, “todo lo que va mal, empeora”. Ojalá que esta vez no. Así parecen sentirlo los que siguen apostando, que son muchos, según pudimos percibir esta semana pródiga en noticias y eventos.
Al exitoso simposio “Valor Ganadero” de la semana anterior –organizado por ACA en Rosario--, le sucedió el Congreso Panamericano de Lechería, celebrado en Buenos Aires bajo la presidencia de Daniel Pelegrina, titular de la Sociedad Rural Argentina y reelecto para conducir la Fepale. La lechería la está pasando mal en todo el mundo (y quizá peor en nuestro país). Pero desde sus entrañas va surgiendo un potente viento de cambio. Todo se está remodelando, desde los sistemas de producción de leche, hasta la reestructuración de la industria y el comercio de lácteos.
Hace 25 años exactos, acompañé al CREA Lincoln en una gira por EEUU y Gran Bretaña. Parecía que los sistemas no eran compatibles con nuestro modelo esencialmente pastoril y con una profunda impronta neozelandesa del “De pasto a leche” de Campbell Mc Meekan. Bueno, esta semana Adecoagro comenzó a ordeñar en su nuevo tambo, el tercero. Ya hay más de 7000 vacas bajo galpones “free stall” y el proyecto es duplicar en un par de años. Bajo condiciones de confort, esas vacas expresan todo su potencial y promedian casi 40 litros por día. La empresa, esta misma semana, informó a sus accionistas que había pasado una oferta por dos plantas de SanCor, en Chivilcoy y Morteros, donde quiere industrializar su producción de casi 300.000 litros diarios. El CEO Mariano Bosch recibió el martes un Diploma de la fundación Konex.
Mientras tanto, en Villa María, el motivador José Iacchetta completó una nueva gira lechera. Ya hay más de 50 tambos estabulados en el país. Un poco más abajo, en Coronel Moldes, la familia Brito mostró exultante cómo sacaba del container el robot de ordeñe que corona su tambo-quesería en una esquina de campo. Comprará todo el alimento, porque tierra propia no tiene. Pero sabe que cerca de allí hay excelente fardo de alfalfa, mucho maíz y burlanda.
Muy cerca de allí está Bio4, que ya no es una planta de etanol sino un parque agroindustrial integrado. Ayer mismo su hermana Bioeléctrica inauguró un nuevo biodigestor, con la mismísima presencia del presidente Macri, que le va a permitir duplicar la generación eléctrica, pasando de 1,2 a 2,4 MWh. La materia prima son los efluentes de feedlots, criaderos de cerdos y tambos.
Acabamos de ver en Tulare (California) la planta de etanol de Calgreen, que recibe la bosta de un tambo de 1200 vacas, le manda WDGS y por cañería el fertilizante líquido que sale por la cola del biodigestor. ACABio en Villa María va en la misma dirección. Al igual que Calgreen, también recupera el CO2 de la fermentación del maíz y lo envasa para abastecer a los proveedores de gas carbónico para las bebidas efervescentes. Antes eso se hacía con gas de petróleo. Onda verde… Y también onda verde esta semana con el biodiesel. CARBIO, que agrupa a los exportadores del biocombustible, le hizo una oferta al gobierno para aumentar el corte proveyendo a bajo precio. Javier Iguacel, secretario de Energía, pareció recoger el guante el jueves, cuando anunció en Jonagro que iba a aumentar el corte del 10 al 20 o 25%. Eppur si muove.
"Ahora que llueva"
Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 08 de septiembre de 2018
fuente: https://www.clarin.com/rural/ahora-llueva_0_rJA79XgOQ.html
Con una alquimia inesperada, el gobierno reinstaló las retenciones para el trigo y el maíz y modificó las de la soja. Hay nuevas reglas de juego y, más allá de cualquier lógica protesta, la cuestión ahora es entenderlas y adecuarse. Porque no se ve que haya condiciones realistas para un retroceso.
Por acción o por omisión, el campo no pudo o no supo convencer a la sociedad de que los derechos de exportación y el desdoblamiento cambiario son pésimas medidas de política económica. El gobierno, sabiéndolo, cedió. Ya está.
Conviene de todas maneras remarcar que es la primera vez que no se discrimina al campo y la agroindustria. Los derechos de exportación del 12% y el dólar con quita de 3 o 4 pesos (según valor agregado, ya analizaremos esto) corren ahora para todas las exportaciones.
Bueno, digamos todo: un producto quedó discriminado. Si, obvio, la soja y sus derivados industriales…Es el único rubro que quedó con una retención de 18%, un 50% más que todos los demás. No es moco de pavo, porque el complejo soja representa más de la mitad de las exportaciones agropecuarias y agroindustriales.
Pero también hay que decir que con esta medida, el gobierno adelantó de un saque el cronograma de reducción de las retenciones de la soja. Como se recordará, desde enero de este año se venía operando un recorte de medio punto mensual, a partir del 30% que rigió durante 2016 y 2017. A este ritmo, iba a llegar al 18% en diciembre del 2019, cuando finaliza el período presidencial.
De esta forma, estamos frente a la paradoja flagrante de que el rubro más castigado es al mismo tiempo el que quedó mejor parado. Las retenciones estaban en un 26% y bajaron al 18%. Y desde allí viene la quita de los 4 pesos, que a un dólar de 40 es un 10% más. Total 28%. Sólo un 2% más.
Lo que sí es absurdo y sintomático es lo que surge de la comparación entre los productos de valor agregado, que tienen una quita de 3 pesos por dólar versos los 4 pesos de los productos primarios. Pero el aceite de soja, en cambio, tiene quita de 4 pesos. Y también la harina. Un castigo para el complejo, porque es plata que se le va por caño. Pero ya sabemos: los productores creen que premiar el valor agregado es un beneficio para un segmento de la cadena que no ayuda al conjunto. Y ahora estamos con este contrasentido.
La nueva situación genera derivaciones de todo tipo. Algunos productores dijeron que hubieran preferido que se le subiera la retención a la soja y se dejara en cero la de los cereales. El argumento es que los precios de los alquileres en general se fijan en quintales de soja, más allá de lo que siembre el productor. De esta manera, quedaba abierta la puerta de escape por el lado de los cereales, que además son más caros de producir.
Pero es una estrategia peligrosa. Un 30 o 35% de brecha entre cereales y soja es un exabrupto. La rotación se tiene que basar en parámetros tecnológicos y no en artificios que nos alejan de la realidad del mercado. La Argentina está lejos del mundo y cuando más caro es el producto, menos inciden los fletes.
Las retenciones alteran la relación insumo-producto. Lo vimos clarísimo en estos días. Muchas quejas de productores que tenían comprado el fertilizante a pagar en dólares “llenos”. Y ahora el trigo y el maíz tienen retenciones, así que muchos se replantean el modelo de producción. Para un maíz de 10 toneladas por hectárea, la quita es de 90 dólares. Es la mitad del margen bruto esperado para ese nivel de rendimiento. El negocio se hace muy finito. Como decían los farmers de Iowa hace 80 años, cuando nadie los ayudaba: “Hope it rains” (“esperemos que llueva”).
Eso. Esperemos que llueva.
"Si queremos jugar en primera..."
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 25 de agosto de 2018
Fuente: https://www.clarin.com/rural/queremos-jugar-primera_0_H1PtKJRL7.html
Todas las mañanas, yendo al diario, subo por la Avenida Garay desde Paseo Colón hacia Tacuarí. En pleno San Telmo, se repite el espectáculo: las puertas abiertas de furgoncitos desvencijados, y un muchacho con ropa y pelo sucios cargando al hombro una media res para la carnicería de la cuadra. Por supuesto, escasean facturas y remitos. Inadmisible en el siglo XXI.
Hace mucho que quería escribir sobre esto. Algo se disparó en mi mente para sentir que había llegado el momento, y aquí estoy. ¿Qué pasó?
Pasó que leí en Valor Económico, el prestigioso medio brasileño, una saga fenomenal sobre los movimientos que se habían producido en el mundo de la carne vacuna. Y que tenían, una vez más, a Brasil como epicentro. Veamos un poquito.
El hecho saliente fue la compra de la empresa Keystone por parte del gigante norteamericano Tyson Foods. Pagó nada menos que 3 mil millones de dólares al grupo Marfrig, dueño de Keystone, una plataforma logística gigantesca, que abastece de hamburguesas a McDonald´s en todo el mundo.
Según Valor, el objetivo de Tyson es salirle al cruce a otro gigante brasileño, JBS, con operaciones industriales y comerciales en todo el mundo. Incluso en los Estados Unidos y hasta hace poco también en la Argentina, cuando (apremiada por el escándalo de corrupción en Brasil) vendió sus tres plantas a otro grupo brasileño, Minerva.
Tyson está relativamente mucho más fuerte en cerdos y pollos. Con Keystone van por la carne vacuna, que es donde JBS está mejor posicionada, incluso con operaciones en Australia y Nueva Zelanda, donde la cercanía con el continente asiático es una ventaja competitiva formidable. Keystone también está allí.
A Marfrig, por su parte, la operación le sirve para achicar su deuda (sus directivos informaron que destinarían a ello 1500 millones, la mitad del ingreso percibido) y el resto para incrementar su caja. Marfrig había adquirido hace pocos meses la mayoría de National, la cuarta compañía de carne vacuna de Estados Unidos. Es una empresa originada en un grupo de ganaderos de elite, que quería manejar su propia carne y para ello se vinculó con un fondo de inversión. Marfrig compró las acciones de este fondo y los ganaderos mantienen su participación.
En el directorio de National ahora está el propio titular de Marfrig, el brasileño Marcos Moreno, secundado por un uruguayo, Martín Secco, su CEO global, y el argentino Alain Martinet, quien conduce actualmente la operación en nuestro país. Interesante.
E interesante el contraste. Cuando uno visita un frigorífico exportador en la Argentina, tiene que ponerse ropa higiénica, casco, cofia, botas, y para pasar de zona sucia a limpia hay que cepillarse las botas recién puestas. Esa carne sale al mundo envasada al vacío, con trazabilidad, e inspecciones sanitarias desde que entra el animal hasta que sale una caja paletizada.
Si a algo de lo que tiene que ver con el campo y la agroindustria le dedicó tiempo el presidente Mauricio Macri es a la carne. Se reunió este año cuatro o cinco veces con la mesa multitudinaria, donde parece que todos coinciden en la necesidad de sanear la cadena, en lo sanitario, fiscal y laboral.
Existe un doble standard que no se compadece con la visión exportadora que desvive al gobierno, que por otro lado acaba de reducir un 70% los reintegros a la exportación. Algo atendible por la angustia fiscal, pero que implica un paso que objetivamente opera en contra de las exportaciones. Mientras tanto, un estudio próximo a conocer la luz indica que la evasión fiscal asciende a mil millones de dólares. Es veinte veces el costo del reintegro suspendido.
Lo que hay que hacer es bajarle el telón a la media res.
"Silencio, gente pensando y trabajando"
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 11 de agosto de 2018
fuente: https://www.clarin.com/rural/silencio-gente-pensando-trabajando_0_SJMEK7sr7.html
Hablemos de otra grieta. La positiva. Mientras las grandes ciudades, comenzando por la CABA, se revolcaban en el fango de los cuadernos y el aborto, en Córdoba se juntaba el think tank del campo en una “manifestación” extraordinaria: el Congreso de Aapresid, con más de 4.000 asistentes y otros cuantos miles siguiéndolo por streeming en todo el país y el extranjero.
El evento tuvo lugar en los viejos talleres de Forja. Un nombre sugerente, que invoca la esencia del “momentum”. La Segunda Revolución de las Pampas, trabada cuando el kirchnerismo puso el pie en la puerta giratoria en su inconcebible guerra con el campo, soltó definitivamente amarras y su impulso se hace imparable. Es lo que se percibió en las sesiones plenarias, y sobre todo en los más de cien talleres que sesionaron en paralelo. Muchos con lleno total, algunos desbordados, con gente afuera siguiéndolos por pantalla. Y el intenso intercambio en los pasillos y en los stands, un hervidero nunca visto. Imposible de abarcar todo, llevará meses digerir semejante contenido.
Desfilaron todos los temas. Desde la problemática del control de malezas, el mayor desafío tecnológico de la hora a partir de la obsolescencia del modelo de la siembra directa y el glifosato, hasta la incipiente impronta de una nueva ganadería que se abre paso como destino unívoco en la saga del valor agregado. Entre el “feedlot ecológico” y las mejores combinaciones de forrajes En el medio, la extraordinaria oleada de la AgTech, caracterizada por una creciente pléyade de emprendedores que va gestando una nueva forma de encarar la producción. Herramientas que facilitan la gestión, con las aplicaciones basadas en imágenes que ayudan a mejorar la eficiencia del manejo de la nutrición y la sanidad de los cultivos (Auravant), el mapeo y control de malezas (Milar, Ecosniper), los tratamientos (Agroapp), el riego (Kilimo). Y la irrupción del blockchain en el comercio de granos (Agree).
Botón de muestra de la onda del congreso: dos jóvenes de 25 años que tras una fascinante charla sobre el uso de drones en la agricultura finalizan su exposición con un slide mostrando sus códigos QR. Y de inmediato se disparan los celulares fotografiándolos. Ya están en red. La información está volando. Uno de ellos, Nicolás Marinelli, hijo de Sergio, un contratista y gran experto en maquinaria agrícola, ya está acollarado a “Pirincho” Cicaré, el mago de Saladillo, creador de helicópteros que pronto se convertirán en drones para todo tipo de tareas. “Inteligencia artificial”, “internet de las cosas”, “ecosistema digital”, “aceleradoras” como Yield Lab canalizando fondos hacia estos emprendedores.
Estamos lanzados. Y los resultados llegarán pronto. Se viene la mayor cosecha de la historia. No solo se sembró más, sino que se lo hizo con más tecnología. Los proveedores de fertilizantes están sorprendidos por la demanda, y saben que afrontan un desafío logístico sin precedentes: tendrán que entregar 2 millones de toneladas de Nitrógeno en los próximos 60 días para trigo en macollaje y maíz. Después viene el fósforo para la soja. Habrá 21 millones de toneladas de trigo, dice la Bolsa de Comercio de Rosario. Más que necesarias para dar vuelta la taba, después de la debacle climática de la última campaña. La está sufriendo todo el país.
Sumaremos 50 de maíz y quizá 60 de soja, si se cumplen los pronósticos. Más 3 de cebada, otras 3 de sorgo, 2 de girasol, el maní, el arroz, el algodón. Son 10.000 millones de dólares extra, que de movida representan 2 puntos de PBI. Pero esto es solo “la macro”. La “micro” es el efecto difusión de este crecimiento en toda la economía, empezando desde el interior. Gente de las grandes ciudades: prepárense, lo van a sentir. Y esto recién empieza.