"Ingeniería, Medio Ambiente, Comunicación"
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 09 de junio de 2018
fuente: https://www.clarin.com/rural/ingenieria-medio-ambiente-comunicacion_0_Bk2nI8ug7.html
Tanto el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne como el presidente del Banco Central Federico Sturzenegger enfatizaron, en la conferencia de prensa donde anunciaron el auxilio de U$S 50.000 millones, que por la sequía dejarían de ingresar 8.000 millones.
Una semana muy especial. Más allá de la bocanada de aire fresco por el acuerdo con el FMI, lo esencial fue el reconocimiento explícito de la influencia de las pérdidas por la sequía en la crisis cambiaria. Tanto el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne como el presidente del Banco Central Federico Sturzenegger enfatizaron, en la conferencia de prensa donde anunciaron el auxilio de U$S 50.000 millones, que por la sequía dejarían de ingresar 8.000 millones.
Este reconocimiento tiene un valor enorme. Conviene recordar que hace quince días arreció la movida de un sector del gobierno por manotear del agro vía retenciones. Ganó la racionalidad: el campo la está pasando mal, con una pésima campaña, endeudado hasta las verijas, y lo peor que se podía hacer era amenazarlo con un nuevo zarpazo. Ahora se puede encarar con más tranquilidad lo que va a ser la mayor campaña agrícola de la historia. Lo necesita el agro, pero ahora quedó claro una vez más que la Argentina es viable porque tiene al campo en marcha.
Mientras la conducción económica ultimaba este acuerdo, ocurría otro hecho memorable. El Centro Argentino de Ingenieros celebraba su tradicional Semana de la Ingeniería con un evento muy especial: un seminario sobre el rol y las tareas de la Agroindustria, dándole la presidencia nada menos que el ingeniero agrónomo Gustavo Grobocopatel, a quien le agradezco que me haya honrado con la moderación de un panel. Otra colega, Silvia Naishtat, también periodista e ingeniera agrónoma, condujo otro. Sí, los agrónomos copamos por un par de días la casa de los ingenieros “posta”...
En mi caso particular, esta primera semana de junio siempre me moviliza. En primer lugar como bisnieto de Luis A. Huergo, primer ingeniero argentino, graduado un 6 de junio hace 148 años. Pero el 5 de junio, el día que moderé el panel, se celebraba el Día Mundial del Medio Ambiente. Y el 7, el Día del Periodista. Tres en una.
Medio Ambiente: el atributo esencial de la Segunda Revolución de las Pampas no es la intensificación, sino la sustentabilidad. La visión de una Argentina Verde y Competitiva (que instalamos en estas páginas allá por 1990), se basaba en el nuevo paradigma de la siembra directa, fase superior de la preocupación por el cuidado de los suelos. Simultáneamente, aprendimos a manejar la nutrición de los cultivos. Y a protegerlos de malezas y plagas, echando mano a la combinación de la biotecnología con herramientas químicas más amigables y eficaces, más allá de las insidiosas campañas de desprestigio. Sin sustento científico alguno, han intentado demonizar al sistema de producción de mejor huella ambiental del planeta. También tiene que ver con lo ambiental nuestra prédica y el impulso que le dieron estas páginas a la saga de los biocombustibles. Donde está todo por hacerse. En particular, retomar el ritmo de aumento del corte con etanol, aletargado a pesar de que el gobierno proclama su compromiso con la bioenergía.
Ingeniería: aparte de agronomía, el campo es también ingeniería. Desde la infraestructura hídrica y vial hasta las plantas agroindustriales. La maquinaria y los insumos vienen de fábrica diseñadas y operadas por ingenieros.
Día del Periodista: todos los años nos convocamos con otro agrónomo, Mariano Winograd, para honrar la memoria del padre del periodismo argentino, Mariano Moreno. Su tocayo le lleva, a su monumento en la Plaza de Congreso, una canasta con frutas y verduras. Los “frutos del país” que el prócer reivindicaba en su Gazeta de Buenos Ayres, y que dieron lugar a la célebre “Representación de los Hacendados”, una proclama que anticipaba los vientos de Mayo de 1810. “Libertad de comercio”, proclamaba.
Ingeniería, Medio Ambiente, Comunicación. Es lo que hay y por eso la Argentina es viable.
"Argentina año verde"
Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 2 de junio de 2018
Fuente: https://www.clarin.com/rural/argentina-ano-verde_0_BynOffke7.html
Esta semana ocurrió un hecho inédito. Y a la vez, de extraordinaria relevancia: se concretó la convergencia de las entidades de la producción rural, sus proveedores de tecnología y la agroindustria exportadora. Se sentaron en una mesa y emitieron la “Declaración de Principios de la Cadena de Valor de Cereales y Oleaginosas” (ver pág. 2) Llevo casi cincuenta años en la comunicación agropecuaria y agroindustrial, la mayor parte en este suplemento. Es la primera vez que los dirigentes de la principal cadena productiva del país deciden coordinar sus acciones. Parece increíble que la potencia de un sector que explica prácticamente la mitad de las exportaciones –y casi las únicas que son realmente competitivas, es decir, no requieren de un régimen especial o un dólar tuneado--, no haya construido un discurso común, que calara hondo en la sociedad. Más bien, se distrajeron en rencillas internas, alimentadas por la habilidad del kirchnerismo, experto en abrir grietas y cortar eslabones con la tenaza del Estado.
La diáspora fue brutal. Compañías de semilla contra sus clientes, los productores. Los productores contra sus clientes, la agroindustria procesadora. Las gremiales peleándose entre sí en el Congreso, donde el gobierno K se divirtió metiendo una cuña con un desastroso proyecto de ley de tierras que frenó la inversión externa. Así, se perdió el extraordinario “momentum” alcanzado durante la epopeya de la 125, cuando la mayor parte de la sociedad salió a bancar al agro y celebró como un triunfo de todos el “no positivo” de Julio Cobos en aquella noche inolvidable.
Más allá de las urgencias que reclama la coyuntura, la principal tarea será construir una imagen nueva y pujante de la Argentina agroindustrial, que es mucho más que la mirada un tanto limitada de ser el “supermercado del mundo”. Los supermercados, señores, están en crisis. La competitividad está en las entrañas mismas de nuestro sistema productivo, con los menores costos y la mejor huella ambiental para los insumos básicos y los productos más emblemáticos, desde la soja hasta la carne vacuna.
Quizá el punto más interesante de la declaración es precisamente la apelación a la enorme inversión que ya lanzó el sector para este año: 9.500 millones de dólares que se destinarán a la campaña agrícola. Daría para unos cuantos cortes de cinta...
Esto se va a traducir en la mayor cosecha de la historia, 135 millones de toneladas, 35% más que esta última campaña. Son 10.000 millones de dólares extra. Es lo que el mundo mira para creer en la Argentina. Es tambien dinero que difunde por todo el interior.
Los productores y los contratistas están invirtiendo en tractores, sembradoras y cosechadoras, a pesar de la pésima campaña. Todas las fábricas de maquinaria agrícola están invirtiendo en bienes de capital.
Las aceiteras están expandiendo su capacidad, con un nivel tecnológico desconocido en el mundo, como la “cinta-tubo” de la galería de embarque de Renova en Timbúes.
Las plantas de etanol están duplicando su capacidad, preparándose para el aumento del consumo, porque no alcanza la nafta. Tampoco el etanol: están entrando 5 millones de litros por escasez local. En diciembre, por la dilación en actualizar el precio, los ingenios azucareros dejaron de elaborar etanol, derivando la caña a azúcar para exportar. Con una mesa integrada por toda la cadena de valor esto no hubiera pasado. Al menos, gratis.
Hay mucha belleza para mostrar. En estos mismos días comenzó a emitirse por TV un comercial que marca un camino. Lo lanzó una de las automotrices señeras en la Argentina, mostrando cómo el campo va para adelante a pesar de todo. “Lo quisieron detener”, dice. No pudieron. Ahora, menos. Y entonces la Argentina es viable.
"Otra vez la sombra doliente "
Editorial de Héctor Huergo en Clarín Rural del 26 de mayo de 2018
En el esquema actual, las retenciones a la soja quedarían en un 24% en diciembre y en un 18% hacia fines de 2019.
El gobierno quizá nunca tome cuenta del enorme daño que hizo con el solo hecho de poner las retenciones sobre la mesa. La confirmación de que el tema estaba bajo análisis, en una conferencia de prensa del ministro coordinador del área económica Nicolás Dujovne, convirtió en realidad el debate que anticipó Clarín: que se suspendería la rebaja gradual de las retenciones a la soja y se reimplantarían derechos de exportación para el maíz y el trigo. Se aventuraba que irían al 10%.
En realidad, lo que respondió Dujovne ante una pregunta del periodismo, es que “todos los temas están en análisis”. Pocas horas después, el ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, que había desmentido ante Clarín Rural el rumor el día anterior, calificando a las retenciones de "ridículas”, se reunía con Dujovne.
Al cabo del cónclave, se dejó trascender que no habría cambios en el cronograma de reducción de medio punto mensual vigente desde enero pasado. Quizá sin el énfasis necesario. Hacía falta una desmentida conjunta y contundente (ver pág. 2) Recordemos que las retenciones de la soja (los cereales quedaron libres de la gabela ni bien asumió la presidencia Mauricio Macri) bajaron del 30 al 27,5% en lo que va del año. Para diciembre quedarían en el 24% y hacia fines del 2019 en el 18%. Un gradualismo exasperante, pero digerido.
El rumor llegó en el peor momento. Y no solo porque el agro viene de un año tremendo, donde al problema de las inundaciones, las napas altas y las subas de costos –entre otras cosas, por la eclosión del fenómeno de las malezas resistentes-, se sumó la sequía histórica y, encima, las lluvias que no permiten terminar la cosecha.
Se perdieron 10 millones de toneladas de maíz y 20 de soja. Son 7.500 millones de dólares, según la Bolsa de Comercio de Rosario. Y con una calidad de grano que preocupa a productores y procesadores. Encima, el aumento del inmobiliario en la provincia de Buenos Aires y las penurias para sacar la producción con los caminos que no se arreglan. El horno no estaba para bollos.
Más allá de que se confirme o se desmienta ahora la cuestión de las retenciones, el daño ya está hecho. Se perdió, en un ratito, el “momentum” que se había alcanzado en las últimas dos semanas. En “A todo trigo”, en Mar del Plata, 2.000 productores se habían juramentado en obtener una cosecha record. La ecuación insumo/producto era inmejorable. Es clave para profundizar el sendero de la intensificación reiniciado cuando –precisamente— el presidente Mauricio Macri eliminó las retenciones en una de sus primeras medidas, cumpliendo la promesa de campaña. Lo mismo hizo con el maíz. Ambos cultivos, desde entonces, crecieron un 50% en área y volvieron a utilizar fertilizantes y las mejores semillas.
Esta semana el fervor continuaba en Maizar en Parque Norte, con 1.700 inscriptos. De lo que más se habló fue de tecnología. En el medio, el nuevo presidente de Aapresid, Alejandro Petek, lanzaba el próximo congreso de la entidad, bajo el lema “Sustentología”. El campo a fondo. Veníamos para 150 millones de toneladas, con el mejor mix de cereales y soja, como hace falta. Más que el campo, lo necesitaba el país.
Con un dólar de 25 pesos y tasas de interés del 40%, que encarecen los insumos, hace falta el mismo dólar para lo que se compra y para lo que se vende. Con el fantasma de las retenciones, no podemos pensar en más de 130 millones de toneladas. Caerá un 10% la superficie y quizá 20% el rinde de tendencia. Están en juego 6.000 millones de dólares.
De pronto, la sombra doliente de las retenciones vuelve a correr sobre la pampa argentina. El fantasma recurrente de Santos Vega, sollozando el occidente, pone nuevamente un pie en la puerta giratoria.
Ya nada será igual, salvo que rápidamente se despeje el horizonte.
"Pasó de todo, aquí y afuera"
Editorial del Ing.Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 19 de mayo de 2018"
fuente: https://www.clarin.com/rural/paso-afuera_0_HyQJmp3Az.html
Las proyecciones anticipan la posibilidad de lograr la mayor cosecha triguera de la historia.
Impresionante semana. Casi conmovedora. Pasó de todo, aquí y afuera. No, no voy a hablar de la mini crisis cambiaria, ni del exabrupto de Lilita, ni otras pequeñeces. Voy a contar lo que pasó, afuera y adentro.
Primero veamos lo que ocurrió “corriente abajo”. Es decir, con la demanda. No sólo fue un éxito la gira oficial por Japón y China, con avances cruciales con la carne vacuna y otros productos (ver págs. 2, 6 y 7). Hasta se habló de un tema tabú: la posibilidad de que China no solo compre poroto de soja sino también harina, en un año donde la Argentina no se puede dar el lujo de exportar una sola tonelada sin procesar.
En el Sial de Shangai el IPCVA confirmó el apetito insaciable por la carne vacuna, pero además todos volvieron convencidos de que los chinos se han convertido en una aspiradora de alimentos de todo tipo. Y China no está sola. En el mismo sendero está todo el sudeste asiático, Medio Oriente y amaga Africa. Ya nadie debe preguntarse, como se escuchó alguna vez, “Producir más, para qué?”.
Bueno, aquí ya estamos lanzados en la campaña 2018/19. Se vio la semana pasada en “A Todo Trigo” (ver pág. 12 en adelante). ¡Mil setencientos asistentes! Le dedicamos una amplia cobertura, sobre todo el paquete tecnológico que va a acompañar lo que ya se anticipa como la mayor cosecha de la historia. No hay euforia, pero hay fervor. Que se extiende en el up stream (corriente arriba).
El movimiento es enorme. Esta misma semana se lanzó una nueva marca de semillas: Nord, derivada de la flamante Corteva, la empresa que surgió de la fusión de Dow con Dupont/Pioneer. Coqueto evento en el City Center de Rosario, con música de cámara de fondo para la presentación de híbridos de maíz con tecnologías indispensables para la problemática de malezas resistentes, como la tolerancia a Galant. Lo notable es que en el salón contiguo, los muchachos de Nuseed (otra empresa de semillas) realizaba su propia convención de distribuidores.
Mientras tanto, recibíamos los twits de Alberto Mendiondo (IpesaSilo), desde la Nampo, la gran feria agrícola de Sudáfrica. Nos mostraba las fotos del stand argentino, de la mano de Exponenciar (organizadora de Expoagro) con varios de los íconos de la tecnología que hizo competitiva a estas pampas. Sembradoras directas, silobolsa, carros autodescargables. Con la presencia del INTA y el infaltable Mario Bragacchini. Y al mismo tiempo, también desde Sudáfrica nos llegaban otros twits, ahora de LDC Dreyfus, con fotos de lotes de soja con variedades MacroSeed, la marca de semillas que la local Don Mario produce para ellos.
Competitividad que rebalsa. Y hay todavía mucho hilo en el carretel. Aparece nueva tecnología. Una parafernalia de startups con aplicaciones que facilitan el manejo y optimizan los recursos. Surgen innovaciones como el “Sniper”, un aplicador selectivo de herbicidas desarrollado por un grupo de jóvenes emprendedores de Necochea y Tres Arroyos. Ya estuvieron en Expoagro, pero desde entonces han evolucionado y la semana próxima lo presentan en una jornada del INTA Balcarce, donde el conocido Fernando Andrade está uniendo el paradigma de la intensificación con el del uso eficiente y sustentable de los recursos.
Y no todo sucede en la Pampa Húmeda. También con demanda remozada, hay un revival del algodón en el Chaco. La semana pasada se juntaron todos: productores, el presidente del INTA, el gobierno de la provincia, de la mano del criadero Gensus, sucesora de Genética Mandiyú. Sólo hay que dar un par de puntadas para recuperar el tiempo perdido, y acortar la distancia que nos sacaron los competidores. En particular Brasil, que ya cuenta con eventos de control de insectos que aquí todavía no están disponibles.
Sí, todo se mueve. Es lo que hace viable a este país.
"La hora de pasar a la ofensiva"
"Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 5 de mayo de 2018"
https://www.clarin.com/rural/hora-pasar-ofensiva_0_rJDvyS56G.html
A partir del paradigma de la siembra directa, la Argentina redujo un 33% la erosión de sus suelos en los últimos quince años.
En el mundial del agro, hay que pasar a la ofensiva. En el seleccionado del campo argentino no hay un Messi y diez más. Es un equipo con un fundamento muy sólido: nadie en el mundo produce de manera más sustentable que en la Argentina. Y ya no es una frase hecha.
En el seminario anual de la Fundación Producir Conservando, celebrado el jueves pasado, Ernesto Viglizzo y Marcelo Regúnaga presentaron un trabajo que pone en negro sobre blanco esta cuestión.
Entre los nueve países más importantes en producción agrícola, la Argentina es por lejos el que tiene mejores índices de control de erosión de los suelos. Y además exhibe, también por amplia diferencia, la mejor huella de carbono en los productos que vuelca al mundo.
El problema es que pocos lo saben. Y, peor aún, muchos en el primer mundo blanden (interesadamente), la tesis contraria. En esas playas ponen en escrutinio nuestra forma de producir, acicateados por un falso ecologismo que machaca con muletillas tecnofóbicas. La demonización de los OGM (organismos modificados genéticamente), por ejemplo.
Hechos, no palabras: todo el mundo sabe que existen prácticas conservacionistas. Pero pocos han hecho avances consistentes. Gracias a la siembra directa, la Argentina redujo un 33% la erosión de sus suelos en los últimos quince años.
El triple que EEUU y el doble que Brasil. Francia y Alemania, los líderes europeos, no lograron nada. Siguen usando los mismos sistemas de hace un siglo. Basta ir a las grandes exposiciones de maquinaria para ver la enorme prevalencia, medida en metros cuadrados de pabellones, de arados, rastras de discos y otros instrumentos de tortura de suelos que acá se erradicaron. Hace años que le firmamos el acta de defunción.
Pero pocos lo saben, más allá del ámbito rural. Es fantástico lo que se está haciendo hacia el interior del campo, promoviendo y certificando las buenas prácticas agrícolas. Sin embargo, pocas veces ello llega al producto terminado.Hay ejemplos de lo que se puede hacer: la Cooperativa de Los Molinos, una pequeña localidad en el sur de Santa Fe, muy cerca de Casilda, inauguró hace un par de años una fábrica de pastas (“Mulini”) hechas a partir del trigo que producen sus socios bajo el sistema de certificación de AAPRESID.
Cumplen un protocolo de buenas prácticas monitoreado por la organización más exitosa, a nivel mundial, en materia de agricultura sustentable. La planta cuenta con tecnología italiana de última generación, y han innovado desde el packaging hasta el sistema de distribución. El gran diferencial es el origen de su materia prima.
Es una pequeña muestra. En Río Cuarto, se está creando un cluster que vincula la producción de alimentos con la generación de bioenergía. Bio4 con su planta de etanol, proveyendo burlanda a tambos y feedlots. Ahí mismo está Bioeléctrica que genera electricidad y la sube a la grilla nacional. En Villa María, ACABio fermenta maíz para etanol y burlanda, agregando la captura de CO2 y su envasado, sustituyendo el que usan las bebidas carbonatadas, que hoy proviene del gas natural.
La propia ACA inauguró recientemente una planta de reciclado de envases de agroquímicos en Cañada de Gómez, cerrando el círculo de la sustentabilidad. Pronto veremos ómnibus circulando por Buenos Aires con biodiesel puro, una alternativa superadora hasta del bus eléctrico, que con la actual matriz de generación eléctrica no resuelve el problema de las emisiones.
En estos tiempos donde mandan las etiquetas, hay que dar un paso al frente. Y salir por la manga con el orgullo de que, como instaló la Bolsa de Cereales, en la Argentina “el campo hace bien”.
"Alineando los planetas"
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 21 de abril de 2018"
La inversión en ferrocarriles, rutas y obras hídricas que encaró el Gobierno es estratégica para la competitividad de la agroindustria.
Don Eduardo Olivera, fundador de la Sociedad Rural Argentina hace más de un siglo y medio, visitaba con asiduidad el Royal Show de Birmingham, una muestra donde se exhibían los avances agrícolas. Era una exposición dinámica: allí Olivera observó en funcionamiento el “arado de vapor”, una caldera semoviente, con llantas de hierro, fruto temprano de la revolución industrial a pleno en la Inglaterra de Dickens. Se lo contaba a su padre en encendidas cartas donde vibraba con la llegada del progreso a la agricultura.
El arado de vapor se llamaba así porque esa locomotora arrastraba un arado, sustituyendo la tracción animal usada desde mucho antes que Rómulo fundara Roma y trazara su perímetro con una reja y vertedera. Sí, don Eduardo, que se había recibido de ingeniero agrónomo en Grignon (cerca de Versailles, al oeste de París), estaba asistiendo al nacimiento del tractor.
Cuando volvió a la Argentina, fundó con un puñado de productores de punta la Sociedad Rural Argentina. Fue en 1866, bajo el lema “Cultivar el suelo es servir a la Patria”. Aquí se insinuaba la Primera Revolución de las Pampas, y había que impulsarla “desde adentro”. En 1875 surge el gran hito: la primera exposición rural, en un predio de Florida y Viamonte, muy cerca de donde hoy está la sede central de la entidad. Poco después se mudaría a Palermo. Todo era progreso. Se cernía el Granero del Mundo, nacía la fama de la mejor carne del mundo, que todavía nadie pudo destruir.
Llegaban los frigoríficos, el ferrocarril, los puertos, las aguadas, los molinos. Las malterías y los molinos. Los talleres metalúrgicos. Porque aquí –¡sorpresa!—a fines del siglo XIX prosperaban las industrias. Istilart en Tres Arroyos ya fabricaba las cocinas de fundición que presidían las casas de campo. Se organizaron las colonias, las estancias, las chacras. Millones (sí, millones) de inmigrantes vinieron a hacerse la América. El país había encontrado un rumbo y se organizó para navegarlo, con todos los azares de cualquier singladura.
Dejemos de lado toda el agua que pasó bajo el puente entre aquellos momentos de gloria, y lo que ocurrió esta semana. Que quizá la recordemos como fundacional. Aunque el ruido urbano nos haya distraído una vez más con la cuestión de las tarifas.
El jueves coincidieron dos eventos: en el Ministerio de Agroindustria se brindaban las estimaciones finales de la campaña agrícola, y en la Rural de Palermo se celebraba un evento de enorme importancia. El MinAgro está ahora en manos del ex titular de la SRA. Su sucesor, Daniel Pelegrina organizó un seminario donde desfilaron especialistas que marcaron un cuadro de situación y plantaron los ejes del futuro. Hacía demasiado tiempo que la Rural no volvía sobre sus orígenes. La Segunda Revolución de las Pampas no la encontró con el protagonismo de la Primera. Es muy bueno este acople.
La Segunda Revolución, que permitió triplicar la producción agrícola en volumen y quintuplicarla en valor, es de base tecnológica. Solo hay que alinear todos los planetas para repotenciarla.
La infraestructura avanza con pasos sólidos y es el gran mérito de la era Macri. Ferrocarriles, rutas, obras hidráulicas. Dietrich, Iguacel, Bereciartúa, grandes espadas del gobierno, ahora en la fase de las obras “PPP” (Participación Público Privada).
Pero internamente, hay tareas inmediatas. La ley de semillas, para evitar quedar afuera del progreso biotecnológico. Brasil nos sacó ventaja en soja, en algodón y en maíz, con eventos que aquí no están disponibles. La ley de fertilizantes. Fertilizamos en dosis homeopáticas, perdiendo suelos y millones de toneladas de trigo y maíz que se podrían lograr con una simple desgravación de este insumo crítico.
Ojalá las tengamos pronto.