"Bioenergía, del Sur al Mundo"
Editorial del Ing.Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 22 de abril de 2017"
El simposio “Del Sur al Mundo”, concretado esta semana en el Congreso de la Nación, fue el ámbito adecuado para juntar las cabezas de todos los involucrados en una cuestión clave para el agro: el futuro de los biocombustibles en la Argentina. Llegó en un momento clave, donde se cruzan los intereses del sector petrolero, la industria automotriz y los productores de etanol y biodiesel.
Las autoridades tienen que arbitrar entre las partes en un escenario en el que está definida la intención de avanzar con las energías renovables, mejorar la matriz de emisiones, sustituir importaciones y agregar valor a la producción agropecuaria.
Agradezco a Fernando Vilella, organizador del evento como Director del Departamento de Bionegocios de la Facultad de Agronomía (UBA) haberme brindado la oportunidad de coordinar un panel riquísimo. Fue emocionante recordar que allí mismo, hace diez años, se había aprobado la Ley de Biocombustibles 26093, que introdujo el corte obligatorio con biodiesel y etanol en nuestros combustibles.
Estaba allí Claudio Molina, hoy director Ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno, redactor del cuerpo central de aquella ley. Y recordé a los presentes que todo surgió del interés intelectual de un grupo que carecía de interés económico alguno.
"Ahora vienen por el agua"
Editorial del Ing.Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 15 de Abril de 2017
Las inundaciones se han convertido en una de esas tribulaciones de los argentinos que, por su recurrencia, generan una amarga sensación de inmovilismo. Y, sin embargo, se mueve, diría Galileo (la última vez que utilicé la famosa sentencia se la atribuí a Copérnico, así que aprovecho para disculparme y corregir, en ese orden).
Pero sí, se mueve. El titular del MinAgro Ricardo Buryaile fue en estos días a la zona crítica del oeste bonaerense, donde se juntó con los ministros y otras autoridades de las provincias involucradas (Córdoba, Buenos Aires, La Pampa) para evaluar la situación y poner manos a la obra. Después, en su despacho, avanzó junto con el subsecretario de Recursos Hídricos Pablo Bereciartúa, un profesional joven y de gran nivel que —entre otras cosas— tiene un vínculo de muchos años con los Países Bajos. Es decir, abreva en las fuentes.
Hace ya bastante tiempo, esta columna sugirió que había que tomar el ejemplo de “Netherlands”, que significa eso: países bajos. Tan bajos que buena parte de su territorio tiene cota negativa. Allí viven, y producen. La agricultura es uno de sus principales negocios. Siglos y siglos de ingeniería.
"Mientras tanto, en el mundo real..."
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 08 de Abril de 2017
Una semana en la que ocurrieron demasiadas cosas en la Argentina como para andar distrayéndonos con lo que sucede en el mundo real. Pero bueno, allá también suceden algunas cuestiones que, quizá, influyan en nuestro destino de condenados al éxito. Que, por supuesto, tienen que ver con el agro.
Elon Musk, voy a evocarte. Porque aunque hasta el momento este ícono de la innovación no parece tener mucho contacto (ni propuestas) vinculadas con la producción del campo, todo tiene que ver con todo. Los drivers que gobiernan su vertiginosa carrera están estrechamente emparentados con los que vienen marcando el paso en el sector agrícola.
El punto de convergencia es la cuestión energética. Ya sabemos lo que significó para el agro la irrupción de los biocombustibles. La fuerte suba del petróleo, junto a la creciente conciencia sobre el cambio climático, impulsaron el desarrollo del etanol en los EE.UU. y el biodiésel en la UE.
A partir de los 50 dólares el barril en 2005, arrastró linealmente a la cotización del maíz. Valía 140 dólares y cuando el petróleo llegó a los 100, el maíz llegó a los 300. Ahora que volvió a los 50, el maíz retornó a los 140… En el camino, los norteamericanos metieron un 10% de etanol en sus naftas. Se instalaron 200 destilerías de maíz que hoy procesan (porque esto sigue) 140 millones de toneladas, más de un tercio de la cosecha.
Los stocks finales del 2017, que mantienen los precios a raya, ascienden a 70 millones de toneladas. Si no existiera el etanol el mundo agrícola estaría volando en pedazos. La soja no sería salvación, porque ante la baja del maíz los farmers se volcarían a ella. Y entonces Sudamérica colapsaría. Así que…larga vida para el etanol.
En el mismo año 2004, Elon Musk se había juntado con un puñado de dólares por la venta de PayPal, el exitoso y prometedor sistema de pago electrónico de cualquier cosa que había creado. La empresa se vendió en 1.500 millones de dólares y él tenía el 11% de las acciones, así que embolsó 150 palitos verdes. Tenía 33 años…como para olvidarse de trabajar por el resto de su vida.
"El remedio para los bajos precios"
Editorial del Ing.Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 1 abril de 2017
La oferta aumenta y los precios bajan. De manual. Se viene la mayor cosecha de la historia a nivel global, con un aluvión de soja y maíz que momentáneamente la demanda no puede digerir. El destino final de ambos productos requiere de un crecimiento de la capacidad instalada, y esto incluye factores con restricciones biológicas (stocks de animales de distintas especies) y restricciones políticas (uso de biocombustibles).
En consecuencia, los stocks finales de granos, despues de varios años de achique, están holgados. El clima acompañó en todo el mundo y los rindes estuvieron por encima de las líneas de tendencia. Esto disparó la alarma entre los farmers de los EEUU, que afrontan la siembra (arranca el mes próximo) con números de quebranto.
Pero la realidad es que esta situación implica un estímulo muy potente para la expansión de la demanda, revalidando el adagio de que “el mejor remedio para los bajos precios son los bajos precios”.
Lo primero que conviene tener en cuenta es que en la Argentina hay un “colchón” importante en el principal cultivo, que es la soja. La abanderada de la Segunda Revolución de las Pampas quedó relegada, bajo el yugo de los derechos de exportación. La producción se estancó y estamos perdiendo posiciones relativas respecto a Brasil (que este año le empardó la partida a Estados Unidos). A partir de enero próximo las retenciones bajarán un 0,5% mensual, con lo que a fines del 2018 estarán en un 24%, para seguir bajando y llegar a un 18% en diciembre de 2019.
"Ganadería intensiva ¿Qué pasó con el silopaq?"
Por el Ing. Agr. Héctor Huergo, nota de tapa de Clarín Rural del 25 de marzo de 2017
La empaquetadora de rollos, para hacer mini silos en lugar de heno, vuelve al ruedo de la mano de Kuhn, que lanzó una línea completa de cosecha de forrajes.
¿Reverdecerán sus laureles? ¿Tiene lugar en la ganadería de hoy?
Hace 25 años, aparecía en la Rural de Palermo la primera máquina de empaquetar rollos de pasto, introduciendo una idea revolucionaria: hacer silo con la arrolladora.
La máquina fue presentada por Vassalli, la principal fábrica de cosechadoras del país, que intentaba ampliar su gama de productos apuntando a la cosecha de forrajes.
Vassalli presentó una línea completa y muy novedosa: una hileradora con acondicionador, una rotoenfardadora, y la mesa empaquetadora Silopaq. Hasta entonces, las rotoenfardadoras se habían difundido ampliamente, pero sólo se usaban para conservar pasto seco (heno). La aparición de la silopaq habilitaba la alternativa de hacer rollos húmedos y sellarlos al vacío para lograr la fermentación láctica del ensilado.
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Llegó en el momento justo. El mercado comprendió rápidamente las ventajas de conservar forraje a través del ensilado, en lugar de la henificación tradicional.
En un clima húmedo, con lluvias frecuentes en primavera y pronósticos erráticos, es muy difícil lograr heno de calidad. Hay una alta probabilidad de que caiga alguna lluvia sobre la hilera, lo que obliga a desparramar las andanas, volver a hilerar con el rastrillo, etc. Enormes pérdidas cuanti y cualitativas.
Las hileradoras provistas de acondicionador, como aquella pionera de Vassalli, aceleraban el secado y disminuían el riesgo de lluvia sobre la andana. Pero no lo eliminaba. Pero no resolvía otro problema de trabajar el pasto seco: la pérdida de hojas en la henificación de las especies más valiosas, como la alfalfa.
Los productores líderes, fundamentalmente los tamberos que habían libado las mieles del silo de maíz, comprendieron rápidamente las ventajas de ensilar los sobrantes de pasturas. Se abrían paso las alfalfas sin dormición, de gran productividad y muy foliosas. Pero las picadoras de forraje disponibles por entonces sólo permitían hacer silo de maíz. No contaban con cabezal recolector de hileras de pasto cortado.
Entonces, la silopaq llenó el espacio y fue un boom, como lo había sido en el mundo agrícola desarrollado, en particular en Gran Bretaña, Alemania y otros países europeos.
En la Argentina, donde los primeros rollos ensilados se empaquetaron a mano (recuerdo una jornada en el campo de Timmy Mulcahy en Nueve de Julio) pronto aparecieron otros fabricantes de empaquetadoras.
La apertura económica habilitó también la importación, no solo de equipos sino del elemento crítico: el film strech con pegamento (tacking) necesario para el empaquetado, que se producía en Bélgica, Inglaterra y los EE.UU. Pulularon las mesas empaquetadoras. El sistema era muy económico y práctico. Todavía no habían llegado las Claas y los contratistas de silo, ni el silobolsa.
Muchos productores tenían arrolladora y estaban acostumbrados a cosechar los excedentes de pasturas típicos del pastoreo rotativo. Sólo era cuestión de incorporar la mesa empaquetadora y poner a punto la roto, ya que cosechar el pasto húmedo requería una pequeña adaptación.
Por otro lado, era difícil conseguir que viniera un contratista por pequeñas cantidades de forraje a ensilar, lo que exaltaba las ventajas del sistema para hacerlo “in house”.
El mayor problema era el costo del film. Eso impulsó el desarrollo de una evolución: el Siloline, presentado en la Expochacra de Pergamino, en 1991.
La idea venía de Canadá, pero aquí la realizó un pequeño taller de Junín (Induscán) de los hermanos Canzonetta. En lugar de empaquetar los rollos individualmente, la siloline formaba una hilera continua, lo que ahorraba el film en las caras planas del rollo. El consumo de strech se reducía un 40%, y la máquina además tenía mucho mayor productividad.
"Una respuesta de manual"
Editorial del Ing. Agr. Héctor Huergo en Clarín Rural del 25 de Marzo de 2017
Mientras resonaban con fuerza los ecos de una Expoagro impresionante, con cifras de ventas por más de 20.000 millones de pesos, la poderosa CIARA-CEC (Cámara de la Industria Aceitera y Centro de Exportadores de Cereales) anunciaba una nueva oleada de inversiones en plantas de crushing, puertos e infraestructura. Unos 1700 millones de dólares entre 2016/17, según informó el titular de la entidad Alberto Rodríguez.
Si sumamos los dos segmentos (productores más industriales) son 3 mil millones de dólares, para abonar la teoría de que esto es algo más que “brotes verdes”. Suena un tanto gracioso recordar que en su visita a la Expo, Lilita Carrió –asumiendo su clásica postura de pitonisa—había augurado que “las inversiones llegarán en 2018, si ganamos las elecciones”.
Parece que los muchachos del campo y la agroindustria son menos pacientes. O más audaces. La cosa es que se están echando encima una cosecha imponente, la más grande de la historia, y se preparan para recuperar el terreno perdido en los años K.
El propio Rodríguez había mostrado la evolución de las inversiones de las empresas de la Cámara. Entre 2007 y 2015, cuando arreció el embate kirchnerista contra el sector, las inversiones totalizaron 1200 millones de dólares. Un ritmo de 200 millones anuales. Fue casi milagroso que se mantuviera ese flujo, casi todo concentrado en la zona de Timbúes, donde el dragado de la hidrovía (privado) habilitaba nuevos sitios para muelles y plantas de crushing.